Capítulo 17

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Podrías quejarte, enserio que podrías, pero no lo haces.

No es que te moleste que tu dueño te saque de la casa para llevarte al shopping a comprar los regalos de navidad para su hermano, cuñada, madre, padre y no sabes realmente quien más, lo que si sabes es que te está usando como si fueras su carrito para llevar las bolsas.

Tampoco te quejas de estar caminando hace más de tres horas, o de que la gente te choque con el cuerpo o de los santas atemorizantes que están en cada esquina con sus campanas, sonándolas y diciendo sus "JO, JO, JO" un poco alargados, podrías jurar que algunos están borrachos a pesar de la hora, pero bueno.

No te quejas de eso, claro que no. Mucho menos del frio, porque no lo sientes (ya ni siquiera sientes tus piernas por caminar tanto).

Primero, no te quejas porque bueno, tuviste tu día de reflexión y llegaste a la conclusión de que no tenías ese derecho, bah, ninguno en realidad más que el de respirar, comer y dormir, más por necesidad básica que otra cosa.

Segundo, porque es la primera vez que vives la experiencia de salir de compras para navidad.

Es curioso, las personas son frías y no se preocupan por nada ni nadie el 95% del tiempo, la diferencia radica en navidad. Todos parecen más alegres, ríen, algunos ayudan a los pobres, le dan comida a los vagabundos, estupideces si te preguntan.

No lo hacen por buenos samaritanos ni porque les salga del corazón, lo hacen porque todos vieron la película de los fantasmas de navidad y tienen miedo de que eso les pase, otros porque creen que Dios los observa y juzga y los otros para creerse mejores personas.

No odias la navidad, ya lo has aclarado antes, es que no sabes lo que es realmente. Entonces, tampoco es que te guste el momento, es que te divierte la sensación, saber lo que experimentan los demás, los que sí tienen un hogar cálido rodeado de sus familias, en fin, es curioso y un poco divertido, aunque, en realidad, si lo piensas mejor, es una mierda la fecha. Es un día más para vos.

- ¿Rosado o violeta? - te pregunto tu amo y te quedaste mirando las remeras.

Inclinaste tu cabeza a un costado, mirando la rosada larga, simple, mangas largas y luego la violeta, larga por atrás, más corta por delante, mangas largas, frunciste tus cejas y te le quedaste mirando.

- Ninguna - le respondiste con honestidad, porque ambas eran horribles para vos - el vestido celeste me gusta más - le dijiste, señalando el que estaba en el maniquí, celeste, ajustado en la parte de pecho con una cinta en la parte de la cintura negra y de caída suelta, encaje negro en la parte de abajo como decorado, como si fuera unos pequeños bolados, muy delicados.

- Pruébatelo - te ordeno, y pensabas que era una broma, hasta que le pidió a una de las empleadas que le trajeran uno así y te señalo en probador.

Levantaste tus hombros, restándole importancia y dejaste las bolsas que llevabas en el suelo.

Un paso, dos pasos, tres pasos y Gerard te agarro de la bufanda que te había prestado, chasqueo la lengua y le dijo a la empleada que envolviera el vestido para regalo.

Juntaste las bolsas y agarraste la que llevaba el vestido también, siguiendo a tu dueño, saliendo del local, volviendo a las calles pobladas de personas caminando, desesperados por los regalos, otros por llegar a sus trabajos supones (no es que te importe, estas aburrido y te gusta imaginarte la vida de las personas que pasan a tu lado).

Miraste todo y llegaste a la conclusión de que definitivamente, no le ves el sentido a la navidad.



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Ni Orgullo, Ni Derecho - FrerardDonde viven las historias. Descúbrelo ahora