Capitulo O8.

46 7 0
                                    


Tu boca se sentía pastosa, tenías ganas de vomitar, el cuerpo te dolía y los ojos te pesaban.

Te sentaste casi a duras penas en tu cama y comenzaste a rascarte la cabeza, bostezando, mientras los recuerdos de hace horas atrás volvían a tu mente.

Recuerdas estar con James en tu despacho, el estúpido pidiéndote permiso para esconder un poco de su mierda en tus distintos bares, luego recuerdas ver a Ryan, buscar a Frank, querer llevártelo y discutir con Bert por ello, porque él no quería que el pendejo se fuera, porque el pendejo daba buenas ganancias, ganancias que según tú, son innecesarias si esta Ryan.

No es que no fueras ambicioso, siempre lo fuiste, no tendrías todo lo que tienes si no fuera por eso, pero no querías que aquel mocoso estuviera allí.

Algunas partes las tenés borradas, sabes que te acostaste con Ryan, mas no recuerdas mucho como fue que terminaron así, lo que si recuerdas fue el miedo que te dio no encontrar al mocoso en ninguna parte del "Titanium", hasta que Mark te dijo que se había ido con Bert.

Volviste a tu oficina solo a buscar tu ropa, vistiéndote, (ya que solo tenis puestos los pantalones), las llaves y saliste corriendo, subiendo a tu auto y conduciendo, pasando varios semáforos en rojo, que poco te importaba, y llegando a tu departamento, subiendo y encontrando a aquel estúpido ahí.

Terminaste golpeándolo, no porque realmente creas que se lo merecía, es que si no lo hacías, te lo ibas a terminar cogiendo, y no querías hacer eso, porque ese chico, por más que aparentara ser más grande, jurabas que no tenía ni 18 años. Porque seguro se había escapado de su casa y si su madre o padre, o algún familiar, lo buscaba, no querías tener problemas legales, porque no gracias, ya tenés tus problemas y no quieres agregar un par a la lista.

Este seguro que en un par de días aquel mocoso se va a ir y tu vida va a volver a ser la misma. Aun no sabes en que mierda pensabas cuando lo recogiste aquella noche, tal vez solo querías hacer tu vida menos cotidiana.

- Hubiera sido más fácil juntar un verdadero perro de la calle - murmuraste, levantándote de la cama, mirando que solo tenías puesta la camisa de ayer y tu bóxer, no recordando en que momento te lo habías quitado, pero tampoco fuera que te murieras por saberlo.

¿Por qué no tener un perro de verdad? A veces olvidas que una de las condiciones del contrato de aquel estúpido edificio era no tener mascota.

En fin, te levantas y vas al baño, te cepillas los dientes, haces tus necesidades y una vez sales del mismo, sin vestirte, porque no tienes ganas y porque estás en tu casa, así de simple, vas a la cocina, poniendo la cafetera y luego girando, mirando al mocoso, que ahora se encontraba sentado en el suelo, sus piernas flexionadas, abrazándolas con sus brazos y apoyando su mejilla en la rodilla en dirección a la ventana mirando el cielo supones.

Es en ese momento que recuerdas que aún le tienes que dar el estúpido "premio" a aquel mocoso, el cual le debes, porque se comportó, así que suspiras y te vas al baño, abriendo la llave del agua y metiéndote debajo de la lluvia para bañarte.

Cuando ya estas vestido y has ingerido tu primer taza de café, abres la heladera y sacas la mermelada de durazno que tienes aun no sabes porque, sacas un par de galletas de agua y la dejas sobre la mesa, junto a una tasa que contiene café.

- Toma tu desayuno, ya vengo - le dices al mocoso, quien por primera vez te mira y te responde con un ladrido, por lo que giras tus ojos y agarras las llaves que estaban sobre la mesa (tampoco recuerdas haberlas dejado ahí, pero que importa), luego tu saco negro y sales de tu departamento.




*






Cuando llegas a tu departamento, dos horas después, Frank esta exactamente en la misma posición que cuando te fuiste, con la diferencia que en la mesa no había nada y en el lava platos podías ver la taza ya limpia y dada vuelta.

Ni Orgullo, Ni Derecho - FrerardDonde viven las historias. Descúbrelo ahora