Capitulo O9. Parte II.

45 6 0
                                    


Gerard estaba raro.

Te hace preguntas sobre tu persona, sobre tu pasado, y pensabas que no lo iba a hacer. Una parte tuya tiene miedo, puede que ya se haya aburrido de tenerte en su casa, que quiera llevarte con tus "padres". Estas seguro que piensa que te escapaste de tu hogar, lo cual no es tan errado, tal vez se equivoque en el motivo.

No estás seguro como lo sabe, pero ha notado que sos menor de edad, claro que no has dado motivos para confirmarlo o negarlo, y si piensas en eso, seguro cree que te has ido de tu casa por alguna estúpida pelea.

¿Podrías decirle la verdad? No, te niegas a hacerlo.

No quieres recordar, por más que lo único que hagas sea eso.

Cada vez que miras el cielo recuerdas. Recuerdas los golpes, recuerdas las manos de desconocidos sobre tu cuerpo, recuerdas las drogas que te metían a la fuerza, recuerdas el olor putrefacto a muerte y humedad de la habitación en la que los encerraban, recuerdas a tu madre, su sonrisa falsa, su mirada de odio y repulsión hacia tu persona, recuerdas a Bob, tu amigo, tal vez el único que tengas o vayas a tener.

Recordar es una mierda, pero que sientan lastima por ti, eso es aún peor.

Las calles son frías, más en esta temporada, en la cual, dentro de poco van a estar cubiertas por capas y capas de nieve. Pero si de algo estas seguro, es que no importa si él te tira a la calle, de ella no te vas a ir.

Esconderte es tu única opción, es la única que vas a tener. Y si él te llega a querer llevar con tu familia, vas a tener que irte y volver a las calles, tal vez podrías irte a otra ciudad.

Porque si de algo estas seguro, es que JAMAS vas a volver a lo que alguna vez llamaste tu "hogar", porque eso no existe. Nunca existió.



*





Estas en el bar con Bert, quien te habla sobre nada que te importe mucho.

Hace varios minutos perdiste a Gerard de vista, en un momento estaba en la barra, luego, cuando volviste a mirar, él ya no se encontraba ahí.

- Siempre quise saber... - dijo Bert, y lo miraste, confundido, viendo como su sonrisa se torcía y sus ojos se perdían un poco a causa del alcohol - ¿Por qué vives con Gerard? – pregunto, y solo lo miraste – puedes hablarme ¿sabes?

- No tengo otro lugar al cual ir – le respondiste, mirando tu botella de cerveza en la mesa.

- ¿Y tu familia? – te pregunto.

- No tengo eso que llaman familia – y le sonreíste al decir eso.

No eres idiota, sabias que te querían emborrachar.

Seguramente Gerard ya se había cansado de tu presencia, y para sacarte de encima suyo, había pensado que si lograba emborracharte le contarías tu verdad, y te dejaría con tu madre, para volver a tener él la paz y cotidianidad de su vida.

Sabes que Gerard piensa que no debes ser más que un adolescente con problemas estúpidos, y una parte tuya se ríe ante eso, ya que te gustaría que de verdad tu vida fuera tan simple, mientras que tu otra parte, la sensible, solo quiere llorar ante eso.

Suspiras, mirando tus manos y luego a un costado, hacia la puerta, donde ves entrar a tres hombres, y tus ojos se abren, tus manos tiemblan en contra de tu voluntad y tienes que mirar al frente, moviéndote en tu asiento para darle la espalda a la puerta principal, tu corazón acelerado, y agradeces que Bert este borracho, ya que si no, hubiera notado tu cambio.

Te relames el labio nervioso, porque lo reconociste, reconociste a aquel hombre que iba en el medio, de traje negro, cabellos rubios, cortos y barba a medio crecer.

Ni Orgullo, Ni Derecho - FrerardDonde viven las historias. Descúbrelo ahora