Mariel entro y lo primero que hizo fue mirarte y sonreíste, en forma de saludo, por lo que te levantaste de tu asiento y caminaste hasta donde estaba ella, tendiéndole tu brazo para que ella lo agarrara y llevándola hasta uno de los asientos.
- He tenido ganas de hablar con alguien, y has venido a mi mente – te dijo, con una sonrisa dulce, la cual correspondiste.
- Me siento halagado – le respondiste, con una sonrisa - ¿Qué desea tomar? – le preguntaste y ella hizo una mueca, pensando, hasta que volvió a sonreír.
- Una margarita estaría bien – te respondió y asentiste, dándote la vuelta y yendo hasta la barra.
Cuando llegaste Matt te sonrió, mirando a la mujer y luego a vos, levantando sus cejas de manera traviesa.
- Todo un galán – te dijo y rodaste tus ojos con fastidio – ella solo viene si estas vos, hasta me ha preguntado cuando venís.
- No es lo que crees – le tratas de explicar, en vano, ya que tu amigo solo se ríe, una risa de "Si, claro... y yo soy monje" – una margarita, idiota – le dijiste, negando con la cabeza, riéndote también, porque no podías enojarte con Matt, ese hijo de puta te caía demasiado bien.
- Toma nene – te dijo, tendiéndote la copa, por lo que sonreíste y te fuiste caminando, sentándote al lado de Mariel quien te miraba con tristeza.
- ¿Qué sucede ahora? – le preguntaste.
Estabas acostumbrado a ella, siempre que te veía te contaba algo nuevo, como que vio a su marido con la mucama, de que su hijo se comportaba de manera extraña, de que había encontrado marihuana en uno de sus pantalones y no sabía cómo sacarle el tema sin que se enojara y sintiera que le estaba revisando las cosas, que necesitaba aire, que se quería ir a cualquier lugar lejos de todo y todos, pero que no tenía el valor.
- Creo que me enamore – te dijo, con un pequeño rubor en sus mejillas.
- ¿y quién es el afortunado? – le preguntaste, sonriéndole y ella quedo roja como un tomate, mirando para ambos lados, asegurándose de que no hubiera nadie cerca.
- El mejor amigo de mi esposo – susurro, nerviosa, su flequillo cayendo sobre su rostro cuando inclino su cabeza, avergonzada.
Hablaron y hablaron, ella te conto que él sentía algo por ella, que siempre la miraba y que le había invitado un café, pero que estaba insegura, que a pesar de que aquel hombre le atraía, ella aun amaba a su esposo.
Le preguntaste si lo que sentía tal vez solo era comodidad, que tal vez no era amor sino costumbre, lo que hizo que ella quedara en silencio, sonriendo de manera pequeña, solo un "puede que tengas razón" de respuesta, para luego el silencio hacerse presente.
- Te noto diferente a otras veces – te dijo, cambiándote de tema cuando le dijiste que a veces era mejor arriesgarse - ¿Estás enamorado? – te pregunto y sonreíste pequeño.
- No creo que la palabra sea esa – le explicaste, mintiendo un poco, por lo que ella se rio suavemente.
- Yo creo que esa es la palabra – afirmo, apoyando su mano sobre la tuya - ¿Es correspondido? – te pregunto y negaste, quedando en silencio.
No era correspondido, bah, en realidad, no lo sabias, pero correspondido no era, más bien, era algo extraño.
Nunca fuiste bueno hablando sobre tu vida, nunca nadie se dio cuenta antes de que mentías (a excepción de Bob), así que te encontrabas confundido, y hasta un poco nervioso de tener a Mariel a un lado tuyo, aquella mujer que pareciera que te leyera la mente, quien te miraba y hablaba como si fueras su propio hijo.
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Ni Orgullo, Ni Derecho - Frerard
FanfictionMichael, el hermano menor de Gerard lo convence de que debe conseguirse una mascota. Una noche va caminando por la calle, y recoge a un chico. muchos años menor y como condicion de que le permitiera quedarse, él debe actuar como si fuera eso, una ma...