Capítulo 35

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Capitulo 34

Renji pov.

Apenas llevo un día vendiendo mi cuerpo (o al menos intentándolo ya que aún no he tenido que acostarme con nadie) en el burdel de Itachi-san y ya me siento como si nunca lo hubiera abandonado, como si la vida que llevé en el Seireitei siendo un shinigami respetable solo hubiese sido un sueño efímero que se disipa con las primeras luces del alba. Son cerca de las 3 de la mañana y el local aunque con menos gente que hace rato sigue bullendo en actividad, seguramente porque es fin de semana y los trabajadores tanto del Seireitei, como del Rukongai, salen a gastarse lo que han estado ahorrado para salir de parranda. Muchos se acercan o me miran en la distancia, raro es el momento en que no me siento como un trozo de carne expuesto al mejor postor pero por alguna razón (no es que me queje) nadie ha ido más allá de invitarme a una copa. En los viejos tiempos a estas alturas de la ¿Noche? ¿Madrugada? Estaría para el arrastre y al borde de la extenuación después de pasar de cliente en cliente. Sigo pensado en la poca suerte que he tenido, o en lo poco atractivo que me he vuelto mientras que apuro el último trago de sake y dejo el baso en la única barra que hay y en la que me encuentro esperando por ser invitado a una habitación para satisfacer los bajos instintos de algún desgraciado. El local en sí no tiene nada del otro mundo, es un sitio no muy limpio que digamos y poco iluminado, apenas unos cuantos puntos de luz estratégicamente situados para dar privacidad a los clientes y que no pierdan la falsa sensación de anonimato una vez que cruzan la puerta. Lo cierto es que me recuerda a los antiguos fumaderos de opio que había en el mundo humano y que he visto en alguna película en casa de Ichigo.

─ Ren-chan, deberías dejar de beber y hacer más por levantar el interés de los clientes.─ Me reprende Itachi-san dejándose caer en un taburete a mi lado.─ Con la cara de mala hostia que tienes y tu nuevo aspecto los estas intimidando, por eso salen corriendo apenas cruzas unas palabras con ellos. Si no consigues llevártelos a la cama no me sirves para nada y solo me haces perder dinero.

─ No tengo otra cara y antes no les importaba que les mirara de una forma u otra.─ Le rebato algo mosqueado, ¿Qué coño quiere? ¿¿Qué les sonría y les diga lo encantado que estoy de que me dé por el culo un baboso como los que se me han acercado?? Pues lo siento pero no estoy lo suficientemente borracho para ello.

─ Antes eras un niño, ahora eres todo un hombre y bastante intimidante a primera vista, debes seducirlos o mostrarte muy pasivo para que pierdan el miedo y ansíen meterse entre tus piernas.

─ Cht, nunca he sido así y creo que ya es un poco tarde para cambiar.─ Quiere que me arrastre y que prácticamente suplique para conseguir algo que no quiero hacer. Es simplemente imposible, creo que tomé una mala decisión al volver a este lugar pero ¿dónde habría ido si no? Por Kami-sama, sigo pensado que ojala el golpe que recibí ayer hubiese acabado con mi vida ya que soy demasiado cobarde para arrebatármela a mí mismo.─ Necesito tomar el aire, voy un rato fuera.

─ Está bien pero no tardes y cuando vuelvas más te vale que sea con un cliente o tendré que echarte, no soy un centro de beneficencia.

Maldito cabrón, no ha cambiado nada en estos años que he estado fuera, es un tio majo siempre que le reportas beneficios pero una vez que dejas de ganar dinero para él no eres más que polvo en sus sandalias y como tal poco tarda en deshacerse de ti sin miramientos. En fin, yo solito me lo he buscado al regresar a su lado asique me trago las mil cosas ofensivas y las ganas de darle un par de ostias y me dirijo a la salida. No pasan inadvertidas las recurrentes miradas de los clientes que se clavan en mi figura según me voy abriendo paso hasta la puerta aunque cuando me paro y se las devuelvo la bajan o miran para otro lado ¿tanto miedo doy? No lo entiendo ya que mis pintas son cualquier cosa menos intimidantes. Llevo solo un yukata rojo escarlata con estampados de dragones en negro que se termina a medio muslo y caído por uno de mis hombros dejando a la vista casi toda mi anatomía al igual que pasa con el resto de mis compañeros. Mi eterna coleta ha desaparecido dejando que mi pelo campe suelto y que unos mechones caigan tapando en la medida de lo posible los tatuajes de mi frete, no le gustan a Itachi-san... ¡Gilipollas! pues a mí sí me gustan, son los primeros que Zabimaru me hizo y de los que más orgulloso estoy... Son la huella de mis primeros logros como shinigami. Zabimaru... hace tanto que no hablamos que siento como si el lazo que nos unía se hubiese roto por completo, al final ella también ha preferido alegarse de mí, seguramente se sienta tan avergonzada de mi con lo está Kuchiki-taicho. ¡Joder! No me queda nada por lo que seguir viviendo y no sé si es por los vapores del alcohol pero de repente una idea se comienza a formar con claridad en mi mente y creo que es la más adecuada. Con ella en la cabeza cambio de rumbo y me dirijo a mi habitación sin que Itachi-san se percate de ello. Subo corriendo los escalones lo más rápido que me permite la borrachera y entro en tromba a mi alcoba. Voy directo al armario desvencijado que hay en un rincón y saco del mi zampakuto, sí, con ella comenzó mi nueva vida y es justo que con ella la acabe. Nadie sabrá lo que pasó y sé que pocas personas me echaran de menos... Basta ya de sufrimiento, basta ya de humillaciones, basta ya de esta perra vida que me tocó vivir y que yo no elegí.

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