Al entrar al amplio espacio de la oficina, el murmullo animado de Chad llenaba el aire. Su entusiasmo por la noche anterior era casi contagioso.
-Y entonces, cuando esas dos visiones de belleza se nos acercaron -proseguía Chad con una sonrisa amplia-, Knight ni parpadeó al rechazarlas.
Me sorprendió la energía desbordante de Chad, considerando la hora del día.
-Buenos días -dije, adentrándome en el amplio espacio que constituía la oficina del señor Craig.
-Buenos días -retumbaron las voces en unísono, creando una melodía de cordialidad.
Cassie, con una ceja ligeramente levantada, agregó: -Parece que Chad no puede dejar de hablar de las travesuras de anoche.
Sentí mis mejillas teñirse de un rojo leve. -Sí, fue... interesante -contesté, intentando minimizar la situación.
Mientras Cassie parecía disfrutar del relato, noté a Elara en un rincón, absorta en un libro. A pesar de su aparente desconexión, podía sentir cómo evitaba deliberadamente el tema.
La puerta se abrió y el señor Craig, con su aire imponente, entró al recinto. -Buen día, jóvenes.
-Buen día, señor Craig -contestamos al unísono, desviando nuestra atención hacia él.
Tomando una hoja que traía consigo, comenzó: -Brenda Copper, 33 años. Implicada en un accidente vehicular, donde resultó una víctima mortal. Está siendo demandada por daños y homicidio -levantó la mirada, fijándola en Elara-. Clarke, necesito que te desvincules de este caso.
Ella alzó la vista con sorpresa. -¿Qué? -protestó-. ¿Por qué?
-Dado que tu madre falleció en circunstancias similares, me preocupa que pueda afectarte emocionalmente -explicó el señor Craig con una voz suave pero firme.
Podía ver la frustración y descontento en el rostro de Elara, y antes de que pudiera objetar, algo dentro de mí hizo que tomara la palabra.
-Perdone, señor Craig -comencé, sintiendo un hormigueo de nerviosismo-. Puede que todos aquí conozcamos a Elara de una forma u otra. Pero en los tres años que hemos compartido, he visto su capacidad de manejar situaciones difíciles con objetividad y empatía. No deja que sus emociones nublen su juicio -un silencio sepulcral llenó el espacio-. Por tanto, creo firmemente que debería reconsiderar su decisión.
PERSPECTIVA DE ELARA
Paralizada, las palabras de Félix resonaron en mis oídos. ¿Desde cuándo se había vuelto mi defensor? Nuestro historial estaba plagado de disputas y rivalidades, y de repente, un rayo de amabilidad por su parte. Las emociones enmarañadas luchaban en mi interior, oscilando entre la gratitud y la sospecha.
La decisión del señor Craig, influenciada por la sugerencia de Félix, me sorprendió. Con un asentimiento de cabeza, acepté los papeles que me tendió, mostrando detalles del lamentable accidente que involucraba a un tal señor Mike Clinton, de 57 años.
La biblioteca del señor Craig siempre había sido nuestro lugar de reunión para analizar casos. El espacio exudaba grandeza con sus paredes imponentes y estantes de pino repletos de sabiduría en forma de libros. Los sillones, con ese aroma distintivo de cuero y caoba, eran testigos silenciosos de muchas discusiones acaloradas.
Félix, con su postura erguida y segura, se dirigió hacia uno de los estantes. Una mezcla de agradecimiento y curiosidad me impulsó a seguirlo.
-Félix... gracias, por defenderme antes -murmuré, insegura de cómo recibiría mi gratitud.
Su respuesta fue un simple y enigmático -Ajá -moviéndose hacia otro estante.
Fruncí el ceño, buscando en su mirada alguna señal de lo que sentía. -¿Eso es todo? ¿Vienes en mi defensa y ahora te desentiendes? Pensé que querías una tregua.
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DESACUERDOS Y DESEOS© (+18) LIBRO 1
RomanceDesde el primer momento en que Félix y yo cruzamos miradas en los pasillos de la universidad, ambos supimos que éramos como el fuego y el agua-elementos que nunca se mezclarían bien. Ahora, el destino nos ha lanzado en un elegante laberinto de corba...