CAPÍTULO 4

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PERSPECTIVA DE FÉLIX

-¡Objeción! -intervino el abogado Marshall, alzando la voz.

-¡Sostenida! -dictaminó el juez-. Tomaremos un receso de 15 minutos -anunció, haciendo sonar el mazo con firmeza sobre su mesa.

(...)

Después de abandonar la sala, necesitaba alejarme un momento, despejar mi mente. Así que me dirigí al baño. Mientras estaba en el cubículo, una voz familiar retumbó en las paredes de mármol.

-¡¿5 mil dolares?! -exclamó-. De ninguna manera te daré 5 mil dólares solo por crear una conversación falsa -se calmó-. Escucha, no me importa que seas ingeniero en software, abogado o doctor, no voy a pagarte 5 mil dólares -hizo una pausa-. ¿Me estás amenazando?

-¿Señor Escobar? -escuché al abogado Marshall.

-¿Si? -respondió éste después de colgar su teléfono.

Esperé en la sombra del cubículo hasta estar seguro de que Escobar había dejado el baño. Mi corazón latía con fuerza. No podía creer que hubiera sido testigo de semejante confesión. A medida que las piezas del rompecabezas comenzaban a encajar en mi mente, supe que esta información era vital para el caso.

-Señor Craig -susurré acercándome a él-. El señor escobar pagó a un ingeniero en software para crear la falsa conversación por mensajes de texto.

-¿Qué? -el señor Craig frunció el ceño-. ¿Cómo sabes eso? -preguntó.

-Luego le explico todo, solo confíe en mí.

El señor Craig miró a cada uno de nosotros, como si estuviéramos locos.

-Está bien Knight -se limitó a decir en voz baja.

A medida que el juicio avanzaba, sentí una mezcla de nerviosismo y esperanza. Y cuando el veredicto fue leído, un profundo alivio se apoderó de mí. La justicia había triunfado. Y yo, de alguna manera, había jugado un papel crucial en ello.

(...)

Después del veredicto, un aura de alivio envolvió la sala, y se podía sentir cómo todos ansiábamos darle cierre a ese capítulo. En el gran salón de la casa del señor Craig, que también servía de oficina, comenzó nuestra celebración. El aire olía a vino añejo, y el tintineo de las copas se fusionaba con las risas y anécdotas que llenaban el espacio. La luz tenue de las lámparas de pared bañaba la estancia en tonos ámbar, haciendo que todo se sintiera más íntimo, como si estuviésemos en un refugio lejos del mundanal ruido.

Chad, con esos ojos que siempre buscaban la siguiente aventura, me lanzó la sugerencia de continuar la celebración en un bar cercano. Aunque mi primera inclinación fue declinar, su insistente entusiasmo logró persuadirme. Antes de partir, me dirigí hacia el baño para refrescarme. Fue allí donde, en uno de los pasillos menos transitados de la mansión, inesperadamente, me topé con Elara.

La vi de pie, deslumbrante en un vestido ajustado que realzaba su figura y se ceñía a su cuerpo como si hubiera sido creado exclusivamente para ella. El material parecía susurrar elegancia con cada movimiento que hacía.

Sus ojos verdes, usualmente tan afilados y desafiantes, en ese momento reflejaban sorpresa y, quizás, una pizca de vulnerabilidad. Nuestra interacción siempre había estado llena de chispas, aunque nunca había logrado descifrar del todo si se trataba de una competencia profesional o de algo más profundo y enmarañado. En ese preciso instante, todo lo que nos rodeaba se desvaneció, dejando solo ese pasillo y la compleja red de emociones entre nosotros.

Me aventuré, tratando de parecer casual: -Chad sugirió continuar la noche en un bar cercano. ¿Te gustaría unirte?

Tomando aire, le extendí la invitación de Chad, aunque más por cortesía que por expectativa. Sin embargo, su respuesta fue rápida y directa. A pesar de la amabilidad de sus palabras, su negativa me pinchó más de lo que me gustaría admitir.

DESACUERDOS Y DESEOS© (+18) LIBRO 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora