-Josh Blake, 27 años. Acusado de asesinato en primer grado tras la muerte de su hermana de 14 años -informó el señor Craig, con el peso de la seriedad en su voz.
La habitación estaba sumida en la penumbra de las primeras horas de la mañana. El olor fresco de jabón de baño y la mezcla de fragancias se entrelazaban en el aire, creando una atmosfera cargada. El contraste entre el aroma y la gravedad de la situación era palpable.
-¿Qué más sabemos sobre el caso? -indagué, intentando mantener la compostura.
El señor Craig tomó un profundo respiro antes de continuar. -Josh intentó llevar a cabo un experimento e intoxicó a su hermana con una sobredosis de LSD. Es una droga semisintética que se deriva de la ergolina y pertenece a la familia de las triptaminas. Sus efectos psicotrópicos son potentes y a menudo desorientadores. Los padres están solicitando que se le imponga una sentencia de cadena perpetua.
-¿Y quién está financiando su defensa? -Félix inquirió, frunciendo el ceño.
-Desde luego no sus padres -dijo Chad, con una sonrisa torcida.
No pude contener una risa ante su comentario , pero esta murió en mis labios al encontrarme con la mirada gélida del señor Craig.
-Josh Blake posee una fortuna valorada en 20 millones de dólares, conseguidos a través de inversiones en criptomonedas. No necesita recurrir a un abogado público -el señor Craig esclareció.
Cassie, con una mezcla de incredulidad y desdén, preguntó: -¿Pero es culpable, cierto?
-Sí, señorita Smith, parece serlo. Pero como abogados, nuestra responsabilidad es defenderlo con todas nuestras fuerzas -la voz del señor Craig era firme, y no había espacio para dudas-. Clarke -sus ojos se posaron en mí con determinación-. Quiero que tú y la señorita Smith entrevisten a los padres de Blake. Necesitamos toda la información relevante que puedan proporcionar. La dirección es 1375 Vine St, Hollywood, CA 90028.
Asentí con la cabeza. -Entendido, señor -respondí, mientras observaba a Cassie anotar meticulosamente la dirección en su libreta de un rosa brillante.
Dirigiéndose a Félix y Chad, el señor Craig continuó: -Knight, Grayson, quiero que se dirijan a la biblioteca pública de Springfield. Revisen todos los archivos relacionados con el consumo de drogas en adolescentes. No podemos dejar ningún detalle al azar.
(...)
El señor Craig, con su mirada astuta y siempre calculadora, parecía haber trazado un plan claro. Una vez recibimos las instrucciones, Cassie y yo partimos hacia la mansión de los Blake. El camino se presentó tranquilo y despejado, y el mundo a nuestro alrededor comenzó a despertar con los primeros rayos del sol.
-¿Cómo te encuentras? -indagué, dirigiendo una mirada breve hacia Cassie-. ¿Tomaste tus estabilizadores del ánimo hoy? Antidepresivos.
Ella estaba cómodamente acomodada en el asiento del copiloto de mi Audi A1, cuyo vibrante rojo reflejaba el carácter que tanto me definía. Un regalo de cumpleaños de mi padre, que aún conservaba ese olor a nuevo.
-Estoy bien -respondió, aunque su voz delataba algo de inseguridad-. Solo me cuesta aceptar que estamos defendiendo a alguien con tantas evidencias en su contra. Pero supongo que así es la vida legal.
La contemplé un momento, buscando las palabras adecuadas. -Cuando finalmente abramos nuestra propia firma -comencé, lanzándole una sonrisa reconfortante-, tendrás la libertad de elegir a quién defender y a quién no.
Vi cómo la tensión de sus hombros se desvanecía y una expresión más relajada tomaba su rostro. Era un recordatorio del por qué hacíamos lo que hacíamos.
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DESACUERDOS Y DESEOS© (+18) LIBRO 1
RomanceDesde el primer momento en que Félix y yo cruzamos miradas en los pasillos de la universidad, ambos supimos que éramos como el fuego y el agua-elementos que nunca se mezclarían bien. Ahora, el destino nos ha lanzado en un elegante laberinto de corba...