Entrenamiento especial

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«NARRA NANON»

- Ya quita esa cara Non, recuerda donde estamos -me dice Newwie mientras da la vuelta al ver a un fotógrafo acercarse-

Yo solo sonrío forzadamente esperando que nos tomara la foto, pero no podía evitar pensar en la falsedad del entorno en el que estábamos, y que habíamos tenido que mantener desde muy pequeños, obligandonos o olvidar nuestras propias necesidades o sentimientos.

No era la primera vez que se olvidaban del cumpleaños de Arm o mío, de asistir a algún evento que para ellos no resultara importante; de niño siempre deseé que mi padre asistiera a algún evento del día de los padres o cuando me presenté frente a todo el colegio para tocar el piano. Me preparé durante semanas, quería que mi padre se sintiera orgulloso al verme tocar, le pedí a mi madre que asistiera junto a papá, esperé durante un largo tiempo a que llegaran al salón de preparación donde estaban todos los alumnos antes de presentarse, pero nadie apareció.

Cuando salí a tocar el piano lo hice con todo mi esfuerzo pero también con todo mi amor, deseando que estuvieran viéndome entre el publico, al finalizar, recibí una gran ovación, me paré para hacer una reverencia mientras buscaba entre todas esas miradas a mis padres pero no los hallé, no habían asistido, en su lugar enviaron a su secretario, quién luego me entregó un arreglo de flores como felicitación por mi presentación, mientras los otros niños eran abrazados amorosamente por sus madres y observados con orgullo por sus padres.

Siempre me esforcé por ser el mejor en todo, en las clases particulares que recibía, en los deportes, siempre fui obediente y aceptaba la voluntad de mi padre aunque eso fuera en contra de mi propio bienestar. Una tarde, luego de mis clases particulares, me dijeron que debía prepararme para asistir a un campamento militar, me sorprendí porque aunque sabía que los hijos provenientes de castas militares debían asistir e inclusive pasar por todas las escuelas de las fuerzas armadas para luego decidir de cuál serían parte, yo solo tenía doce años mientras que los demás asistentes tendrían diesciseis años como mínimo, ya que era la edad establecida para pasar por ese momoento.

"Es para que te hagas un hombre, y forjes el carácter"

Fue lo que me dijo mi padre ese día, yo solo asentí bajando la mirada. Al día siguiente, muy temprano, partí para el lugar del campamento, no se me permitió despedirme de mamá pero sabía que me observava desde alguna ventana de la casa, que miré por un momento mientras decía desde el fondo de mi corazón

"Volveré pronto mamá, te amo"

Al llegar al sitio se me indicó cual sería mi lugar y luego me fueron asignadas mis obligaciones, era en efecto el más pequeño en edad y en tamaño pero no dejé que eso me amilanara, además sabía que al ser el hijo del gran general Korapat Kirdpan tenía una reputación que mantener.

Las semanas ahí fueron duras, sabía que sería exigente, pero al parecer conmigo lo eran el doble, siempre debía hacer más ejecicios de fuerza y resistencia que los demás, debía ser el mejor en las pruebas al valor y en las tácticas de guerra porque así había sido mi padre. 

Terminaba exhausto, quería tanto regresar a casa y recibir el cálido abrazo de mamá, estar en mi cómoda cama y asistir al colegio como los niños de mi edad, pero me decía a mi mismo

"No, eso no es lo que hubiera hecho papá, él es fuerte, y valiente, debemos aguantar si queremos ser como él"

Una de los tantos días en los que acabé exhausto por todas mis actividades, me quedé dormido antes de que apagaran las luces, pero me desperté abruptamente luego de tener una pesadilla, y al salir al baño, escuché a dos personas hablando.

- Pero general, lo que me está pidiendo es demasiado, recuerde que solo tiene doce años.

- Lo que te estoy pidiendo es que hagas de él un hombre, estoy harto de verlo esconderse debajo de las faldas de su madre.

- General, él ha pasado por entrenamientos diseñados para jóvenes de entre diesciseis a diesciocho años de edad, por puebas tanto físicas como mentales de las tres fuerzas, me sorprende que no se haya quejado ni desertado al día siguiente de haber llegado.

- Él debe entender de dónde proviene, que tiene un apellido que cuidar y una reputación que mantener. Solo haz lo que te pido.

- No puedo hacerle eso, es solo un niño

- Precisamente, él y todos deben entender que ya no es un niño y que pronto deberá continuar con la línea militar familiar, quiero que mi hijo sea el mejor, y el más temido de todos los generales.

- Nanon es fuerte tanto física como mentalmente, y cuando tenga la edad suficiente no dudo que será uno de los mejores militares que haya tenido el ejercito alguna vez pero...

- No quiero que sea uno de los mejores, quiero que EL MEJOR, y si para eso debe recibir un entrenamiento más fuerte, háganlo.

- General, me está pidiendo que someta a Nanon a un entrenamiento del servicio militar especial, ese entrenamiento está diseñado para hombres de entre veinticinco a veintinueve años de edad, entrenamiento que muy pocos resisten, por tener el único objetivo de doblegarlos y asi fortalecer su caracter.

- Exacto, eso es lo que quiero para él. Que sea indoblegable, fuerte, feroz.

- Es un niño

- Ya no quiero que lo sea

- Es su hijo general

- Desearía que no lo fuera, no se parece en nada a mi

Esas úiltimas palabras de mi padre, partieron mi corazón y me hiceron darme cuenta de la realidad de mi vida, nunca podría agradarle, porque esperaba que fuera como él y aunque yo trataba con todas mis fuerzas de serlo no lo lograba. 

Esa noche lloré en silencio todo lo que pude, algo en mi se rompió para siempre, me sentía vacío, ya no veía las cosas de la misma manera, ya no añoraba estar en casa bajo el calor de los abrazos de mamá, ni el ir al colegio, ya no extrañaba ser un niño como todos los demas. Creo que al final lo había logrado, al fin el deseo de mi padre se había hecho realidad, ya no era más un niño.

Las siguientes semanas recibí un entrenamiento mucho más duro, y lo que debió ser un campamento de dos semanas se convirtió en un entrenamiento militar de un mes.

Después de ese campamento, pero sobreotodo, depués de oír esa conversación nada volvió a significar lo mismo para mi, ya no me importaba si mi padre asistía a algún evento del colegio, o alguna presentación mía, es más a veces ni siquiera se lo comunicaba a mi madre, aunque seguía obteniendo buenas calificaciones ya no me esforzaba tanto por eso.

Fueron pasando los años, ya no sentía el más mínimo interés en que mi padre tome atención a mis cosas, y menos a que sintiera un poco de amor hacía mi, esa noche me quedó claro que no me amaba y que quizá nunca lo haría, a menos que fuera como él.

- Felicidades hijo, ya tienes diesciseis años, te deseo felicidad.

- Gracias mamá -respondí fríamente-

- Y qué es lo que deseas de regalo de cumpleaños, sobrino

- Sí, Non, dinos que es lo que quieres, mi padre ha prometido regalartelo, no importa lo que sea. -habló un emocionado Arm-

- No quiero nada en particular, pero gracias por la intención tío. -dije haciendo una waii con las manos-

Todos en la mesa me miraron sorprendidos hasta que mi padre habló

- Recuerda que es tu ultima semana aquí, luego tendrás que tomar el entrenamiento militar especial.

- No lo haré -dije mientras continué comiendo-

- ¿Qué haz dicho?

- Dije que no lo haré

Desde las sombras || OhmNanonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora