Veinte.

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Uno, dos, tres meses transcurrieron después de todo, mi corazón estaba más estable. Tuve momentos muy malos, pero Ieiri y Nanami siempre estuvieron ahí para mí, quise incluso congelar la carrera y volver con mis padres, pero no me lo permitieron así que no me quedó otra que tener que comenzar otro año más de carrera.

El concurso estaba próximo y ya me estaba arrepintiendo de la inscripción, yo ni siquiera era una real artista, era simplemente una aficionada que se inscribió porque sí. Sin embargo, abandonarlo tampoco era opción, simplemente no quería presentar la pintura porque me recordaba algo que estaba tratando de olvidar.

Olvidar no era sencillo, mucho menos si debías compartir salón en una asignatura con la persona responsable de todo. Y así me encontraba ahora, en un rincón del salón lo más alejada posible de él, incluso ignorando a su mejor amigo que también es mi amigo, pero Satoru Gojo parecía entender perfectamente la situación porque ambos evitábamos tener que cruzar alguna mirada, no así con él pelinegro que a lo lejos me entregaba su mejor sonrisa y me levantaba la mano en señal de saludo, le correspondía para no dejarlo con el saludo en la boca, en este caso, con el saludo en la mano.

Dos horas de clases eternas, tomaba mis cosas y salía rápidamente del lugar sin mirar a nadie. Me encontraba con mis mejores amigos en la cafetería como era lo normal, almorzando hasta que de repente miré al frente y un montón de chicas iban detrás de Satoru como siempre, como también era lo normal porque sí, seguía siendo el mismo de siempre, el popular con las chicas, el rompecorazones.

-Maldito perro... -Susurró Ieiri, pero no lo suficientemente bajo para que no la oyéramos-

-No es necesario que lo maldigas –dije dándole un mordisco a mi sándwich de atún- me da igual.

-Pues dile eso mismo a tu cara... -rodeé los ojos, está bien, no me daba igual, pero ¿qué más podía hacer? Repetírmelo las veces que sean necesarias era mi única opción para creerlo. -

-Estoy bien -mencioné-

-Mañana es el concurso -asentí- entregaste la pintura y ni siquiera la vimos. -dijo ofendida, bebí un poco de agua-

-Era mejor así, además no creo ganar, creo que no logré el concepto.

- ¿Tenía concepto? -preguntó ella con total desconocimiento- ¿Cuál era?

-Cielo estrellado...

-O sea ¿debías pintar el cielo?

-No literalmente, cariño, es tu propio concepto de cielo estrellado -mencionó Nanami y yo asentí dándole la razón a lo que decía. Pensándolo bien, tal vez no estaba tan equivocada en él concepto, los ojos de Satoru siempre van a ser el más hermoso cielo que pude haber visto alguna vez en la vida.

Luego de almorzar con Ieiri y Nanami me fui directo a los casilleros para sacar los libros de mi próxima clase, a lo lejos vi a Suguru leyendo algo sobre sus manos, al ver que estaba solo me acerqué a él para hablar un rato con él.

- ¿Qué lees? -Al parecer nunca se percató de mi presencia porque lo que dio un pequeño brinco al sentirme tan cerca de él.

- ¡No me asustes! -me reí al ver como cerró los ojos para tomar un respiro y colocar sus manos sobre su pecho-

-Lo siento, pensé que habías sentido mi llegada –el negó con la cabeza aún seguía con aquel papel en la mano, lo observé, él inmediatamente supo lo que yo quería-

- ¡Oh! ¿Esto? Es una carta –se encogió de hombros normal dejándola dentro de su casillero- es la quinta que recibo.

- ¡Vaya, todo un galán! -se sonrojó ante mi comentario-

-No te burles, para mi es incómodo, no me gustan ese tipo de demostraciones, quizás a Sato... -se detuvo, estaba aún más rojo-

-Continua, el único que no debe ser nombrado aquí es Voldemort -traté de sonar graciosa- Bueno, ya lo nombre –él sonrió, había logrado evitar el momento incomodo- ¿Que a Satoru le encanta ser idolatrado? Eso ibas a decir.

-Claro que me encanta ser idolatrado –su voz salió detrás de mí, se acercó a Suguru quedando junto a él, luego se acercó a su casillero para guardar sus cosas y este se encontraba justo al lado del pelinegro. Yo no dije nada, simplemente me quedé en silencio y cerré mi casillero para proceder a irme, pero fui interrumpida. - ¡Oh tranquila! Yo ya me voy, tengo una cita y no puedo tardar. -No pude evitar tensarme al escucharlo decirme eso.

-Es la tercera cita del día -mencionó Suguru-

-Claro, este codiciado cuerpo alcanza para muchas –nos guiñó un ojo a ambos y comenzó a caminar en dirección opuesta, dos segundos después se giró para mencionar algo en voz alta- ¡Luego te llamo, Suguru. ¡Para contarte los detalles!

-Perdón por eso –dijo mi amigo pelinegro mirándome con tristeza-

-No te disculpes por él, tal vez ni lo siente y no me importa, sigue siendo el mismo imbécil de siempre -Sabía que Suguru me veía con lastima por todo lo que había ocurrido, pero ya no dejaría que la piedra en el zapato siguiera interfiriendo en mi vida. Claro que me había dolido todo lo que había dicho, pero así es él, las personas no cambian. -Debo irme, tengo algo que hacer.

Rápidamente fui hasta la oficina de la universidad para pedir la anulación de mi postulación al concurso, esa pintura merecía ser destruida.

-Hola ¿En qué te puedo ayudar? -mencionó la secretaria mientras me veía amablemente-

-Hola, lo que pasa es que estoy concursando en lo que es el concepto de cielo estrellado...

- ¡Ah! El de arte -asentí-

-Quiero anular mi postulación y pedir la devolución del cuadro.

-Lo lamento, pero eso no puede ser posible, todos los cuadros ya fueron enviados a los jueces para la evaluación -maldita sea, dije para mis adentros-

-Pero no hay alguna manera de que a lo mejor tu puedas enviar algún correo de que esa pintura la eliminen, que la tiren a la basura si quieren, no me importa –ella abrió un poco los ojos ante mi comentario-

-No puedo hacer eso, además, como te mencioné los cuadros ya fueron enviados y los resultados estarán en tres días más. Lo lamento, nuevamente.

-No te preocupes, muchas gracias.

Salí completamente derrotada de ahí mientras me apoyaba en la baranda del tercer piso, la vista daba justo al patio. Vi salir a dos personas del baño de discapacitados, inconfundible salía de ahí Gojo Satoru con una muchacha pelirroja, ambos mirando a ambos lados para comprobar que nadie los había visto. Quería desde aquí tirarle mi zapato y que le estampara la cara, era un sin vergüenza, un imbécil, un idiota, un mierda y un sinfín de insultos que venían justo a mi mente en este preciso momento, mientras todas esas malas palabras venían a mi mente cruzamos miradas, abrió un poco la boca en señal de impacto, rodeé los ojos y me alejé del barandal para irme de ahí lo más rápido posible. Al llegar a casa lo primero que hice fue ducharme pues tendría que ir a cubrir un turno a la cafetería en donde trabajaba con Takuma, porque sí, seguíamos siendo amigos. 

Trato equivocado | Satoru Gojo jjkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora