Once.

6.2K 688 82
                                    

El día viernes llegó mucho más rápido de lo podría esperarse. Ieiri venía cargadísima con unas cuantas bolsas en sus manos mientras salía del supermercado junto a Nanami y prácticamente las lanzó en el portamaletas del auto, más que nada porque a ella nunca le gustaba ir de compras. Se sentó exhausta en el asiento de copiloto, Nanami sonreía levemente.

Nanami comenzó a conducir sin antes poner el GPS que nos indicaría exactamente a donde ir.

- ¡En Doscientos metros gire a la izquierda! -Decía el GPS hablante con acento español-

-En serio Nanami, cállala. ¡Nos sabemos las calles de la ciudad, tonta! -Le hablé directamente al dispositivo del vehículo mientras lo apuntaba-

-No te escucha –dijo mi amigo-

- ¡En cincuenta metros gire...! -No alcanzó a terminar la frase para cuando Ieiri hizo lo que yo había pedido, Nanami la miró negando con la cabeza-

-Lo siento a mí también ya me traía con jaqueca.

-Gracias –dije acomodándome nuevamente en el asiento trasero del vehículo. Ya habíamos entrado a la carretera, llevábamos alrededor de treinta minutos de viaje y aún no estábamos ni cerca del destino, no pensaba que quedaba tan lejos. Mi teléfono comenzó a sonar, Suguru me estaba llamando.

'' ¿Por dónde vienen'' -preguntó, yo miré a mi alrededor verificando el lugar-

''No sé'' -respondí y él se rio, me pidió poner el altavoz y eso hice-

''¡Holaaaaa!'' -Ahora el que estaba hablando era Satoru- '' ¿Por dónde vienen?''

''Ya casi llegando'' -respondió Nanami sin despegar la vista del frente-

''Bueno, nos vemos acá'' -La llamada finalizó, guardé nuevamente el teléfono en mi bolsillo-

- ¡Has llegado a tu destino! -El GPS volvió a hablar, rodee los ojos al ver como Nanami se encogía de hombros, lo había vuelto a encender.

Entramos a un camino muy largo rodeado de árboles, tal vez de unos cinco kilómetros hacia adentro, mientras nos acercábamos al final de este pudimos ver un portón metálico que se encontraba abierto, probablemente porque nos estaban esperando. Al momento de traspasarlo este se cerró detrás de nosotros y pudimos ver una casa de campo construida de la manera más rustica posible pero no quitaba el hecho de que era una casa más grande que una común y corriente. Tenía algunas enredaderas subiendo por sus paredes, se veía algo abandonada, pero sin parecer tenebrosa. Ambos muchachos salieron de la casa a nuestro encuentro, me reí al verlos a cada uno con un pañuelo blanco amarrado sobre su cabeza y guantes del mismo color, estaban limpiando.

-Estábamos terminando de hacer aseo –Dijo Suguru mientras acarreaba las bolsas del vehículo hacia dentro de la casa. Al entrar pude ver lo amplia que era por dentro, estaba construida completamente de madera, tenía algunos cuadros de pintura colgados en las paredes, se notaba que no había sido usada hace tiempo por el polvo que se podía percibir en el ambiente, sobre todo porque no hacía mucho que habían limpiado. Estornude de inmediato mientras me tapaba la nariz.

-Lo siento por eso –dijo Satoru apareciendo también por la entrada- Todavía queda algo de polvo.

-Es bonito aquí -Mencionó Ieiri mirando hacia todos lados, sin perder ningún detalle de la casa- ¿Ya no vienen tanto aquí? -preguntó, Satoru inmediatamente respondió con mucha tranquilidad- -Desde que mis padres murieron, no –Se formó un silencio bastante incomodo en ese momento, ahora respondía algunas de las dudas que me había formulado- Tranquilos, ya no me afecta, fue hace muchos años. - Nadie preguntó nada más después de eso.

-Escojan sus habitaciones –dijo Suguru- están en el segundo piso.

Todo subimos por la escalera que nos llevó de inmediato a un pasillo, había cuatro habitaciones, Satoru y Suguru ya habían decidido dormir por separado así que sólo quedaban dos habitaciones por ende uno debería dormir con alguien más. Yo decidí dormir sola. Ieiri y Nanami se habían opuesto, pero después terminaron aceptando igual, quizás les daría un pequeño empujoncito.

Durante lo que quedó de mañana nos dedicamos a terminar de ordenar todo lo que habíamos traído para comer, esta vez Satoru se encargaría de preparar el almuerzo, yo decidí ayudarlo para que no tardara tanto mientras mis otros amigos ayudaban a colocar la mesa en la sala.

-Ya no está hinchado tu ojo -mencioné mientras picaba la ensalada, el me vio de reojo-

-No, secretos de abuela –dijo con una sonrisa buscando los platos en un estante-

- ¿De una abuela de verdad? -pregunté, él se rió y me miró-

-Si, pero no cualquier abuela, la abuela de Suguru sabe sobre medicina tradicional japonesa y me puso algunas hierbas ayer alrededor del ojo, santo remedio porque hoy mi ojo amaneció normal.

-Me alegra oír eso -sonreí de vuelta- Suguru es una buena persona.

-Así es, si no fuera mi mejor amigo estaría totalmente solo –lo dijo un poco triste pero inmediatamente cambió su postura- Por suerte lo conocí, él ahora es mi familia y bueno su familia también es mi familia –sus ojos brillaron como nunca mientras sonreía, no pude dejar de verlos ya que los tenía a una distancia prudente como para poder notarlo. Él se dio cuenta de eso y fijó su mirada en mi un momento y con uno de sus dedos tocó la herida que aún permanecía en la comisura del labio inferior de mi boca. Rápidamente me alejé y tomé los platos para comenzar a servir los ravioles que tenía en una olla. Ieiri apareció por la puerta y casi le lancé el plato a sus manos.

- ¡Iré al baño! -Salí prácticamente corriendo de la cocina mientras subía a toda prisa por las escaleras al llegar al cuartito que indicaba el baño, cerré con pestillo mientras trataba de controlar mi respiración. ¿Qué había pasado? Me miré al espejo con una expresión de confusión, mi corazón estaba latiendo a un ritmo anormal, debía controlarlo. -No __________, no seas tonta. -Me dije a mi misma mientras me apuntaba directamente viendo mi reflejo en el espejo. Hice correr la cadena y tomé un poco de agua del lavamanos antes de volver a salir. Los platos ya estaban servidos, sólo me estaban esperando a mí, rápidamente me senté en un extremo de la mesa, quedando lo más alejada de Satoru.

-Todo estaba riquísimo, no sabía que cocinaras tan bien –Dijo Ieiri alagando a Gojo terminando el jugo que había en su vaso-

-Gracias, pero te toca lavar los platos –Dijo Satoru con una sonrisa, mi amiga inmediatamente se levantó de su lugar mientras le sacaba la lengua al peliblanco retirando algunos platos de la mesa. Nanami decidió ayudarla a retirar la mesa.

-La cena me toca a mi –Dijo Suguru mientras terminaba de acomodar su cabello-

- ¿Qué cocinarás? -pregunté-

-Nada, pediré pizza –me reí, pero me entró una duda-

- ¿Y las Pizzerías llegan hasta acá? -volví a preguntar-

-Te sorprendería todo lo que llega hasta aquí -Dijo mientras veía a su amigo de reojo-

-Demasiada información Suguru -habló Satoru mientras carraspeaba para cambiar el tema ¿a qué se referían con eso? 

Trato equivocado | Satoru Gojo jjkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora