Veintitrés.

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Pov Satoru Gojo.

7 am. La alarma de mi teléfono comenzaba a sonar como todos los días, pero simplemente la apagaba para seguir durmiendo. Llevaba 10 días encerrado sin salir a ningún lado, ni siquiera había ido a la universidad y con todas estas faltas probablemente ya tenga el semestre reprobado. Suguru venía a diario a verme. Esto es bastante inusual en mí, pero desde que _________ se fue no puedo dejar de sentirme mal, se haber sido un gilipollas con ella, porque no existe otra palabra para describirme. Me di cuenta de muchas cosas con su partida, está bien mencionado el ''dicho'' que una persona no se da cuenta de lo que tiene hasta que lo pierde, así es como yo me siento y sí soy un gran idiota, ella se fue odiándome y yo ahora estoy aquí lamentándome por todo, probablemente me lo merezco por no haber intentado siquiera intentar arreglar las cosas, por no haber intentado abrir mi corazón y encerrarme en mi ego porque ella si abrió su corazón conmigo y ¿qué hice yo? Maltratarlo y renegar lo que yo estaba sintiendo para seguir encerrado en este caparazón de superioridad con miedo a ser amado. Un grandísimo gilipollas.

El timbre de la casa sonó, me puse una polera para cubrir mi torso y así abrir la puerta. Suguru estaba de pie con una bolsa y dos cafés.

-Amigo te ves terrible ¿te has visto al espejo? -No sé si lo dijo en son de burla o preocupación, quizás ambas. Me eché el pelo hacía atrás con una mano, este ni siquiera volvió a su lugar, quedó tal cual lo dejaron mis dedos. Suguru entró y entro hacía la cocina dejando todo en la mesa que había en esta.

-No tengo hambre –dije y mi amigo ignoró lo que le dije sirviéndome en un plato un sándwich con tocino y una dona. Pero negué nuevamente con la cabeza alejando un poco el plato-

-En serio, me estas preocupando. Conseguiré una hora al psicólogo.

- ¿Has hablado con ella? -pregunté, mi amigo dudo en responder varios minutos, pero a lo mejor comprendió que si no me decía nada yo seguiría insistiendo, así que luego de darle un sorbo al café comenzó a hablar.

-Si te comes el sándwich puede que te cuente algo –me amenazó, tomé el trozo de pan y en tres mascadas me lo comí completo, mi estomago rugió ya que no había ingerido alimento de manera normal – Bien, ella está bien y establecida en estados unidos.

- ¿Volverá? - pregunté inmediatamente.

-No lo sé -se encogió de hombros, eso no era lo que yo quería escuchar, Suguru continuó hablando- Me mencionó algo de que si todo iba bien podría terminar la carrera allá.

Un dolor en el pecho se formó al escuchar todo. ¿No volvería? ¿Se quedaría a vivir allá para siempre? Dejé caer mi cabeza contra el borde de la mesa dejando apoyada mi frente en este. Suguru se quedó en silencio momentáneamente.

-La perdí... -mencioné casi susurrando lo que estaba diciendo, mi amigo me tomó el hombro dándome apoyo.

-Yo no tendría que decirte esto, pero lo haré sólo porque en serio me tienes preocupado y quizás esto te anime un poco -giré mi cabeza aún recostada en la mesa para verlo de reojo- __________ me preguntó por ti, ayer –inmediatamente levanté mi cabeza para mirarlo a los ojos en busca de mayor información-

- ¿Qué te preguntó?

-Cómo estabas...

- ¿Nada más? -pregunté ansioso- ¿Qué le dijiste?

-La verdad, que estabas así -movió sus manos de arriba abajo mencionándome- se preocupó un poco pero no dijo nada más, sólo eso.

-Ah... -mi cabeza volvió al borde de la mesa desilusionado-

-Satoru debes volver a la universidad o reprobaras todo, la próxima semana hay pruebas.

-No me interesa –Suguru me dio un golpe en la cabeza e inmediatamente me quejé del dolor- ¿Por qué haces eso?

-Porque ya me tienes harto, estás aquí lamentándote sin hacer nada más que victimizarte siendo que tu fuiste el que la hizo sufrir. Discúlpame que te diga las cosas así, pero así tampoco vas a conseguir que ella vuelva, la vida sigue y no hay nada que hacer más que aceptar. Ya eres un adulto, compórtate como uno o al menos demuestra que no eres un idiota. -Tomó su mochila enfadado para retirarse de mi casa- Mañana te estaré esperando en la entrada de la universidad y por favor báñate.

Dicho eso, se fue. Suspiré rendido y caminé hasta el baño de mi habitación, me miré al espejo y noté que tenía unas ojeras enormes. Suguru tenía razón, seguirme lamentando era alargar el sufrimiento. Al día siguiente me levanté a regañadientes y me metí a la ducha. Partí a la universidad como lo hacía de costumbre, lo primero que debía hacer era ir a justificarme con la coordinadora de carrera por todas las ausencias, por suerte no tuve ningún problema con eso y como era de esperar, Suguru si me estaba esperando.

-Así que viniste –estaba con una de sus manos sosteniendo su mochila-

-Por supuesto que vine, dale la bienvenida al nuevo Satoru.

-Espero que sea un cambio para bien -comenzó a caminar mi pelinegro amigo un paso delante de mí, yo comencé a seguirlo-

-Te vas a dar cuenta que sí. -Al entrar por los pasillos del aula una chica se me acercó, traté de reconocer su rostro, pero no pude. Este es el primer paso del cambio.

-Satoru no me llamaste ¿por qué? Dijiste que me invitarías a salir y no cumpliste tu promesa –la muchacha de cabellos oscuros hizo un pequeño puchero frente a mí.

-Lo siento... -me quedé pensando en su nombre, tratando de recordarlo, pero ella fue más rápida y ayudó a mi memoria-

-Kumiko...

-Lo siento Kumiko, pero eso no va a poder ser, dejemos las cosas así ¿está bien? Podemos ser amigos...

- ¡¿QUÉ?! ¡¿AMIGOS?! ¡YO NO QUIERO SER TU AMIGA! ¡ERES UN IMBECIL! -me dio una cachetada y se fue, me sobé la mejilla con la palma de mi mano.

-Esto será difícil... -mencioné en voz baja, Suguru me tomó del hombro bastante agraciado con lo que había pasado.

-Y eso sólo el comienzo –Se burló de mí, simplemente negué con el cabeza rendido. Mientras caminábamos al salón de clases nos cruzamos con Ieiri.

- ¡Buenos días Ieiri! -La saludé animado, ella me vio con mala cara.

-Buenos días Suguru -saludó a mi mejor amigo y se fue, ignorándome completamente.

-Te recomiendo que vayas paso a paso, sabes muy bien como es Ieiri. -Y tenía razón, claramente no me iba a dar un abrazo de bienvenida, era la mejor amiga de ___________.

Y así pasaron las semanas, yo dándole explicaciones a cada una de las chicas con las que estuve. Lo sé, soy un sin vergüenza, pero el primer paso para un cambio es aceptar tus errores y tratar de aprender de ello.  

Trato equivocado | Satoru Gojo jjkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora