Veinticinco.

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Un mes antes del matrimonio.

El avión aterrizaba a las 15:00 en Tokio, Japón. Por primera vez en muchos meses estaba feliz de regresar y venía acompañada, ya que Ieiri quiso que Anthony viniera conmigo para que le ayudara con el vestido y mi amigo aceptó encantado, además era su primera vez en Japón y estaba aún más feliz de poder practicar el idioma ya que su abuela materna le enseño el idioma desde pequeño.

Íbamos con el carrito de nuestro equipaje y vi a Ieiri junto a Nanami esperándome con un enorme cartel que decía ''Bienvenida a casa''. Corrí inmediatamente hacía ellos con lágrimas en los ojos, casi los tiré al suelo del impacto al abrazarlos. Ieiri también lloraba.

- ¡Te extrañé tanto, no puedo creer que estes aquí otra vez! -decía entre lágrimas mientras seguíamos abrazados.

- ¡Yo también los extrañé tanto! ¡Me han hecho mucha falta! -Luego de separarnos y secarme las lágrimas les presenté a mi amigo gringo que esperaba a un lado nuestro con una pequeña sonrisa.

-Así que tú eres el famoso Anthony- Dijo mi amiga con una sonrisa amigable. Anthony abrió un poco los ojos asustados.

- ¿Ella ha hablado de mi con ustedes? -Ieri asintió- Todo lo que les haz dicho es mentira, soy muy amigable y una persona humilde.

- ¿Eres bobo? -dije riéndome-

-No ha dicho nada malo -Mencionó Nanami. Anthony comenzó a reír relajado-

-Ufff, menos mal, pensé que tendría que fingir –Todos nos reímos y comenzamos a caminar hacía el auto de mi amigo rubio.

Al llegar al departamento me causó una nostalgia enorme. Estaba prácticamente igual, nada había cambiado y mi habitación estaba intacta. Anthony se quedó en el cuarto de invitados.

Después de dejar nuestras cosas en sus respectivas habitaciones, fui al salón en donde Nanami hablaba por teléfono y Ieiri estaba con libreta en mano escribiendo algo.

-Voy a salir un momento, le dije a Suguru que en cuanto llegara nos juntaríamos.

-No te preocupes, nosotros también saldremos, debemos revisar los últimos detalles del banquete.

-Soy la peor, dije que los ayudaría y ya los estoy dejando solos.

-No te preocupes, eres ahora nuestra invitada de honor, así que vuelve a sentirte como en casa.

-Gracias -Sonreí. Anthony apareció en la sala- ¿Me acompañaras? -lo miré-

-Por supuesto, vamos. Quiero conocer la ciudad.

Salimos y comenzamos a caminar, no tomaríamos transporte publico ya que le dije a Suguru que me esperara en una plaza cercana. Alrededor de unos 10 minutos nos tomó llegar a dicha plaza, Anthony estaba completamente maravillado con los paisajes que entregaba Tokio.

-Esto es tal cual a lo que sale en Tik tok -sonreí. Me alegraba verlo disfrutar. De pronto vi esa cabellera negra con su particular chongo a lo lejos, estaba sentado en una banca mientras revisaba su teléfono. Al levantar la mirada me vio inmediatamente y una enorme sonrisa se plasmó en su rostro, se levantó y me abrazó en seguida, por supuesto que correspondí a tal abrazo.

-Estas de vuelta -mencionó separándose de mi mientras me veía aún con una sonrisa-

-Así es -sonreí de vuelta, de pronto sentí carraspear a mi amigo al lado- ¡Oh! Lo siento, Suguru, él es Anthony.

-Un placer –Dijo Suguru dándole una pequeña reverencia-

-Igualmente –Dijo mi amigo imitando la reverencia que le había dado el pelinegro.

-No puedo creer que estes aquí, no me lo creo –Dijo Suguru aún anonadado mientras me observaba-

-Bueno, créelo porque es verdad -sonreí- Supongo que ya tienes listo el traje que usaras para el matrimonio.

-Si, por supuesto y ¿tu?

-También, él es mi asesor de moda, directamente traído desde norte América –dije señalando a Anthony que veía a mi amigo pelinegro con una mirada coqueta. Por supuesto que lo había encontrado guapo porque es obvio, Suguru es guapo.

-Me parece increíble que se vayan a casar, de verdad estamos creciendo –dijo un tanto melancólico-

-Así es, pero estoy feliz por ellos.

Decidimos ir a tomar algo para conversar y ponernos al día. Anthony al ser tan extrovertido no le costó unirse a la conversación, hizo el ambiente gracioso como siempre. Eran las 19:00 horas cuando salimos del local, aún había luz de día, esperamos un momento a Suguru que se encontraba hablando por teléfono, pero no tardo más de treinta segundos para unirse nuevamente a nosotros.

-Me quedaré aquí ya que tengo que esperar a un amigo –dijo un poco nervioso, sabía a lo que se refería.

-Suguru lo puedes nombrar, no hay problema, está todo bien –suspiró aliviado y yo le sonreí amigablemente. Y era verdad, ya había pasado tanto tiempo que no importaba. La camioneta de Satoru apareció doblando en la esquina de la calle y se estacionó justo frente a nosotros. Estábamos los tres parados mirando hacia la misma dirección y el vidrio del copiloto se bajó automáticamente. Estaba igual que siempre, llevaba sus anteojos negros tan particulares de él. Un segundo hicimos contacto visual para ver el estado de shock en su rostro, sus anteojos se bajaron dejando ver sus ojos azules.

-Satoru no sabía que regresabas hoy –Susurró Suguru a mi lado, asentí levemente. El peliblanco paró el motor del auto y se bajó inmediatamente de la camioneta para caminar a pasos largos hacía donde nos encontrábamos, frenó en seco cuando estaba frente a mí y dio un paso atrás al darse cuenta inmediatamente de la cercanía.

-Hola –dije con una pequeña sonrisa, me alegraba verlo de nuevo después de tanto tiempo.

-Regresaste... -Susurró mirándome fijamente mientras se quitaba los lentes de sol. De pronto se dio cuenta de la presencia de Anthony que se encontraba a mi lado y se alejó aún más, le dio una pequeña reverencia en señal de saludo lo cual me sorprendió, mi amigo hizo lo mismo para saludarlo.

-Se nos hace tarde Satoru -Mencionó Suguru de pronto. El peliblanco asintió y se puso nuevamente sus anteojos negros cubriendo su mirada.

-Me alegra que estes nuevamente aquí -sonrió levemente y se marchó junto a Suguru. Observé como ambos se subían al vehículo para luego marcharse. Me sostuve levemente del brazo de mi amigo, con él no iba a disimular, sabía toda la historia y a mí en estos momentos me temblaban las piernas.

- ¿Estás bien? -preguntó, yo asentí-

-Es la impresión -traté de sonreír-

-Es el amor mi querida amiga–dijo este aun sosteniéndome del brazo-

-A pasado mucho tiempo -mencioné-

-Es relativo, el tiempo y la distancia no son absolutos dependen de como los mires, ya deberías saberlo –odiaba que tenga razón, porque después de tanto tiempo mi corazón seguía acelerándose en presencia de Satoru Gojo.  

Trato equivocado | Satoru Gojo jjkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora