Celo

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[Presente]

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El calor en el cuerpo de Pete le impedía pensar con claridad. Se sentía sensible, mojado, débil y necesitado de un Alpha.

Su Alpha.

—¿Te gusta así, bebé? —Vegas admiro el cuerpo desnudo del omega, con las manos amarradas a la cama y las piernas abiertas para él.

El celo de Pete lo había tomado por sorpresa pero no estaba para nada disgustado. Incluso sentía el suyo golpeando fuertemente para salir.

—Vegas... —El sureño lo miró suplicante—. Vegas, por favor...

El Alpha se quito la camisa para después bajarse el pantalón junto con el bóxer, así quedando completamente desnudo.

El Omega jadeo al ver la polla dura del Alpha. Su interior hormigueo ante la expectativa.

Do you want it? —Vegas fue directamente al cuello de Pete besando el lugar del pulso y sintiendo sus palpitaciones rítmicas y aceleradas.

El cuerpo de Pete se arqueo ante la abrazadora sensación. Su piel quemaba por donde Vegas pasaba su boca.

—¡Ah! —El Omega tenso sus brazos en un impulso de quererlos bajar para abrazar el cuerpo de Vegas y no dejarlo separar— ¡Más! ¡Vegas!

—Me encanta cuando gimes mi nombre, mi amor. —El Theerapanyakul bajo sus besos a los pezones del guardaespaldas. Los succiono, los beso y al final los mordió escuchando los jadeos desesperados de Pete—. Sabes delicioso.

—¡Ah! —Salto en su lugar cuando la mano del Alpha tomó su pene en una caricia lenta.

Vegas sonrió seductor, poniendo suma atención en los gestos de Pete. Quería que ambos disfrutarán ese momento, que ambos se volvieran locos por el otro.

El Alpha sentía como el calor en su vientre se expandía a todo su cuerpo, como el aroma de sus feromonas abrazaban el de Pete.

El Omegas siguió con su mirada cada gesto de Vegas. El Alpha lo tenía embelezado, deseoso y a la expectativa.

Había algo en Vegas que lo cegaba, que lo hacía olvidar ese lado racional. Vegas era como la pieza del rompe cabezas que faltaba en su vida.

El Theerapanyakul decidió apiadarse del sureño; tomó de un solo bocado la polla del Omega. Sus ojos pararon en el rostro perdido en placer de Pete. Succiono de arriba hacia abajo, dándole la atención necesaria, disfrutando de los dulces jadeos que salían de la boca del guardaespaldas.

—¡Ah! ¡Vegas! —Pete trató de cerrar las piernas ante la sensación de repentina vergüenza, pero el Alpha lo impidió. Tomó ambas piernas y las abrió para él.

Quiet. —Vegas subió su boca por el abdomen, pectorales y cuello de Pete. Mordió la carne dejando marcas que probablemente se volverían moradas, enterró sus colmillo midiendo hasta que punto podía aguantar el Omega—. Pronto te sentirás mejor.

Alineó su pene en la entrada del Omega. Pudo sentir la humedad en su glande.

Pete ya estaba bastante lubricado.

—¡Vegas! —Pete tenso sus brazos en un intento por soltarse de nuevo— ¡Ponlo dentro! ¡Ah, Vegas!

El Alpha tomó la boca del Omega en un beso abrazado, desordenado y feroz. Succiono sus labios y lengua mientras sonreía al sentir como su polla se abría paso en el interior de Pete.

—¡Agh! —Pete jadeo aún con la boca de Vegas en la suya.

Estaba tan acostumbrado a Vegas, su cuerpo se había amoldado a él.

—Pete... —El hombre comenzo a embestir lento, dando largas penetraciones— ¡Ah! ¡Pete!

Tomó ambas piernas y las enredo en su cintura mientras el dejaba que su pecho quedara pegado al del Omega. Dejó que sus labios recorrerán el rostro del chico grabandose de memoria todos sus gestos al mismo tiempo que lo embestia con fuerza.

—¡Ah! ¡Más! —Pete lamio los labios del Alpha aprovechando la cercanía entre sus rostros— ¡Vegas, más rápido!

Fuck! —Vegas se abrazo al cuerpo del Omega e intensificó las penetraciones. El pene en medio de los dos se sentía caliente y mojado; eso excito aún más al Theerapanyakul.

Los gemidos roncos de Pete eran acompañados por los gruñidos de Vegas.

Ambos estaban apuntó de terminar; El Omega no le dio importancia al tamaño que estaba tomando el pene del Alpha dentro de él.

—Pete, amor. —Vegas fue directamente a su cuello y aspiro el aroma dulzón y adictivo de su pareja. Succiono la piel preparándola para marcarla.

El Omega se aferro con las piernas al Alpha esperando su inminente orgasmo.

Los dientes de Vegas desgarraron la piel de Pete al mismo tiempo que ambos alcanzaban el clímax.

Pete soltó un grito al sentir el espeso semen de Vegas en su interior.

Pasaron minutos tratando de recuperar la respiración y calmar el calor interno pero su cuerpo pedía más, su Omega suplicaba por ese Alpha.

—¿Estas bien, Pete? —Vegas alzó la mirada y vio al Omega dejabajo de él. Era un desastre, un magnífico y fascinante desastre.

Miró el cuello donde estaba la marca fresca y tierna. Vegas sonrió orgulloso y su Alpha interno se felicito.

Pete era suyo. Complemente suyo.

Pete. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora