Alerta

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[Presente]

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El celo de Vegas duro tres días más; Pete se sentía agotado por todo el ajedreo que fue suficiente cerrar sus ojos para volverlos abrir y ver la luz del día.

La noche había pasado en un simple parpadeo.

—Vegas... —Llamó al ver que estaba solo en la cama con sábanas nuevas. Movió la nariz disgustado; a su cachorro le gustaba el aroma de su papá y sin embargo ahora solo detectaba el detergente de las telas— Vegas...

Se levantó de la cama y sintió como sus huesos se encontraban tiesos. Acarició su vientre y reviso sus piernas y la cama en busca de un mínimo sangrado.

—Buenos días. —Vegas entró con una charola y dos platos en ella. Por algún extraño motivo, Pete lo noto diferente—. Traje de desayunar.

Pete trato de bajar de la cama pero sentía sus piernas lo suficiente temblorosas como para caminar con desencia. Vegas lo cargo al estilo princesa avergonzandolo en el acto.

—¡Puedo hacerlo solo! —Pete se cubrió el rostro causando la risa de Vegas.

—Soy tu Alpha. —El Theerapanyakul beso su cabeza antes de dejarlo en el suelo—. Puedo hacer esto por ti.

Pete lo miro por largos segundos. Vegas se veía realmente feliz, era como si fuera el hombre más afortunado y eso lo hizo sentir emocionado.

—No te pongas presumido. —Phongsakorn miró los platos en la mesa. Hizo un puchero al ver las horribles ensaladas—. Dices ser mi Alpha pero me alimentas de esta manera.

—Nop dijo que aun estabas sensible del estómago. —Vegas le sonrió—. Podemos llamar al doctor Top si no mejoras.

"Tengo a tu cachorro haciendo de mi estómago un desastre. Cachorro malo, deja que mamá coma lo que le gusta" Reprocho el sureño en su mente. Miró una vez más el plato y suspiro.

—Vegas, creo que moriré de hambre. —Pete jugo con las hojas de lechuga—. Esto ni siquiera puede llamarse comida, además...

Pete paro lo que iba a decir al ver una anomalía en su muñeca; más bien, al sentirla mucho más ligera.

No había esposa.

—¿Qué..?—Phongsakorn miró al Alpha. Este se mantenía serio, mirándolo fijamente, midiendo sus reacciones— ¿Es alguna prueba?

—No. —El Theerapanyakul dejó escapar un suspiro cansado—. Estamos enlazados, ¿no es así?

Pete miró su muñeca roja e hinchada por tener el metal tallando su piel por bastante tiempo. Acarició las pequeñas heridas y sintió que el corazón se le encogió.

—Aún no puedes salir de la habitación. —Aclaró Vegas—. Yo... Estoy luchando contra el miedo. —El Alpha tomó la mano derecha del sureño y la llevó a su pecho; su corazón latía muy rápido—. Estoy aterrado, Pete. No quiero que me dejes, nunca.

—Vegas...

—Dame tiempo. —El Theerapanyakul le sonrió triste—. No empezamos con el pie derecho y yo... Solo quiero mantenerte aquí. Necesito aclarar mi mente y empujar los pensamientos egoístas.

Pete, lejos de parecer aterrado, le mostró una sonrisa comprensiva. La mano que tenía en el pecho de su pareja la subió a su mejilla y acarició la piel de Vegas con cariño.

—Vegas, hay algo que tengo que decirte... —El sureño lo miró nervioso—. Vegas, nosotros vamos a...

—¡Khun Vegas! —Los golpes insistentes en la puerta interrumpieron las palabras de Pete— ¡Khun Vegas! ¡Su padre quiere verlo!

Vegas y Pete se miraron por segundos.

—No vayas. —Pete lo tomó de la mano al ver como su Alpha se levantaba—. Tengo que hablar contigo.

—Sino voy, puede que venga. —El Theerapanyakul beso su frente—. No quiero que te haga daño.

Pete se aferro a la mano de Vegas; tenía un mal presentimiento.

—Regresa pronto. —Phongsakorn lo vio suplicante.

Vegas le mostró una sonrisa resignada antes de salir y encontrarse con un agitado Nop.

—Khun Vegas...

—Vigila la habitación. —El Theerapanyakul lo vio con advertencia—. Nadie tiene permitido entrar. Sobre tu cadáver.

Al ver cómo Nop asentia, Vegas fue al encuentro de su padre. Tenso los músculos y tomó una gran bocada de aire; no dejaría que su padre lo dañara de nuevo, mucho menos a su pareja.

Por Pete se volvería el enemigo de su propio padre.

—¡Vegas! —La tapa de la botella de champán voló causando un sobresalto en el Alpha más joven. Su padre tenía una gran sonrisa en los labios— ¡Hagamos un brindis!

Vegas sintió las señales de alerta.

Pete. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora