Kim

1.4K 241 22
                                    

[Presente]

.
.
.


"¿Serías capaz de traicionar a tu padre por él?*

Ciertamente, Kim no tenía su lealtad en la primera familia. De hecho Kim ni siquiera estaba seguro de lo que significaba lealtad, pero si de algo estaba seguro era de que Porchay era suyo.

Su Omega.

No podía explicar a ciencia cierta como fue que un pequeño acercamiento guiado por la curiosidad lo había envuelto en un posible enlace involuntario. Su Alpha estaba encaprichado con el chico, no, estaba siendo domesticado por él.

Kim sentía las ganas y ansias por estar cerca del pequeño Omega. Había un sentido de posesividad que jamás había sentido hacia nadie. Porchay era su destinado.

Ahora, con las cartas en la mesa y siendo un peón para Vegas, no tenía más opción que bajar la guardia y actuar a consecuencia de sus propios intereses. No podía arriesgarse y dejar en manos de Vegas (que era un hijo de puta retorcido) a Porchay.

Porque... Vegas era capaz de matarlo, ¿cierto?

Vegas no se tentaba el corazón, no cuando sus objetivos e intereses estaban entre medio. Kim podía decir con disgusto que eso los hacía similares, de alguna jodida manera.

Vegas arriesgaría el todo por el todo por Phongsakorn y él traicionaría una confianza que no sabía si tenía por Porchay.

Así eran de mal nacidos los Theerapanyakul.

—¿Kim? —Su padre entro a su oficina con las alarmas en su cabeza.

El Alpha más joven sonrió inocente, buscando que las defensas de su padre bajarán.

—Pense que estarías aquí. —Kim que había escondido las manos en la espalda y admiraba los cuadros en la pared, se dejó ser relajado en la silla frente al escritorio—. Escuché sobre la condición del Omega de Kinn. ¿Todo bien? ¿El cachorro sigue dentro?

Korn suspiro dejándose caer frente a su hijo. De repente se veía más viejo de lo normal. El peso de todo caía sobre sus hombros.

—El doctor Top dijo que estaría internado por algunos días. Quieren monitorearlo en caso de presentar sangrado o algún síntoma anormal. —Su padre le regalo una sonrisa calma y tranquila, esa que por mucho tiempo le costó averiguar si era tan real como aparentaba.

—Puedo imaginar cómo te sientes. —Kim midió las expresiones de su padre—. Después de todo, ese bebé es el heredero que tanto habías buscado.

Exepto, claro, que Korn no buscaba a un posible recesivo. Korn iba por la cima de las castas, por un Dominante, uno Omega.

—Lo importante ahora es priorizar la salud de Porsche. —Korn entonces soltó con tono metódico y bajo un: —Si perder al niño le dará la paz que no ha tenido durante el embarazo, supongo que sería lo mejor.

Kim sonrió—. Si Kinn te escuchará...

—Un Omega recesivo puede tener problemas para concebir. Incluso varios han muerto dando a luz. —Korn suspiro con falsa preocupación—. No me gustaría ver a tu hermano muriendo de tristeza.

Pero, ¿acaso eso no le sentaría perfecto a su padre? Kim estaba completamente seguro de que en caso de una muerte "indeseada" se presentará, Korn haría lo posible por meterle a Pete entre los ojos a Kinn con tal de volver al juego.

Sería tan satisfactorio arrancarselo a Vegas y lanzarlo a los brazos de un destrozado Kinn y necesitado cachorro.

La naturaleza protectora de Phongsakorn y la desesperación de Kinn por volver a la luz sería la combinación perfecta. Kim sabía que su padre lo sabía.

—Tienes razón. —Kim se levantó con una suave sonrisa—. De cualquier modo oremos porque todo salga bien para mi hermano y su pareja. Estaré al pendiente y posiblemente en casa por algunos días.

—Claro, hijo. —Korn lo miro tratando de descifrar cuáles eran las razones del tener a Kim tan cerca. Se negaba a creer en el ingenuo sentimiento de fraternidad y empatia para su hermano.

Kim por otra parte salió de ahí con un solo pensamiento en mente; lo lamentaba por los planes de su padre pero Porsche no podía ni perder al bebé ni perder la vida. No si esta le causaba tanto daño a Porchay.

Entro a su antigua recamara, saco de su bolso la fotografía de una hermosa mujer y la escondió entre una de sus guitarras para después ponerse los audífonos, acostarse y fingir escuchar música mientras las voces de su padre y la de Chan daban paso a una muy interesante conversación.

Pete. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora