Quiebre

2.2K 389 77
                                    

[Presente]

.
.


Pete miro una vez más la cadena en su muñeca. Las inseguridades de Vegas acrecentaban las suyas, y por ende, causaban que sus sentimientos estuvieran en constante guerra con sus pensamientos.

Sí le dijera del bebé, ¿Vegas entraría en razón? No, probablemente condene al pequeño a una vida siendo encarcelado.

El corazón de Pete se encogió; esto ya no se trataba solamente de él. Si tenía que escapar de todo mundo para evitar que pusieran sus manos sobre su bebé, lo haría. Porque no había nada en este mundo que Pete no haría por su cachorro. Desde el momento en que supo que lo esperaba, todo su amor y anhelo fueron para él/ella.

Sin embargo, su estupido corazón decía otra cosa así discutiendo con su sentido de sobrevivencia; Vegas cambiaría.

No, Vegas no necesitaba cambiar, solo necesitaba ser más valiente. Pete quería que Vegas le diera esa seguridad que tanto necesitaba. Pete tenía tanto miedo y Vegas los estaba undiendo a los dos.

La puerta abriéndose lo saco de sus pensamientos.

—Ten. —Vegas se sentó a su lado y le extendió fideos instantáneos.

Pete miro por inercia el rostro de Vegas y se exaltó al encontrar la mejilla roja e irritada.

—¿Qué fue lo que te pasó? —Preguntó preocupado y con su lobo interior enloquecido.

—¿Vas a comerte la maldita sopa o no? —Vegas lo miro con fastidio.

Pete soporto las ganas de llorar. ¿Dónde estaba su Alpha?

—Fue tu padre, ¿cierto? —Ignoro la molestia del hombre—. No puedes seguir así, Vegas.

El plato cayo al suelo derramando los fideos. Pete gruño al sentir como la mano de Vegas le cortaba la respiración por el cuello.

—¿Estás diciendo que es mi maldita culpa? —Vegas estaba fuera de sus cabales— ¿Acaso estás de acuerdo con él? ¿Soy un inútil, Pete?

—¿Vas a matarme? —Pete tenso sus manos en la muñeca de Vegas— ¡Hazlo! ¡Ya no soporto esta mierda! ¡Vamos!

Vegas lo estrelló contra la pared y saco una navaja de su pantalón.

—¿Eso quieres? —El Alpha lo miro amenazante, fuera de sí—. Por qué simplemente no admites que odias estar conmigo, que te arrepientes de haberme marcado, que solo soy el segundo en todo.

Pete comenzó a llorar; Vegas estaba tan dañado, tan roto, que lo estaba arrastrando con él.

—... —El agarre en la navaja tembló en las manos del Theerapanyakul—, no quieras hacerte el débil...

—¡Mátame! —Le ordeno Pete tomando la muñeca de Vegas con fuerza, amezando con cortar su cuello. De un momento a otro el Alpha comprendió lo que estaba apunto de hacer. Su postura molesta e iracunda paso a una llena de terror—. Hazlo, acabemos con todo esto. Ya no puedo, estoy cansado, Vegas. ¡Mátame maldita sea!

Pete de aferro a la hoja de la navaja, sangrando de inmediato. Vegas se alejo aterrado al ver herido a su Omega. El pánico hizo presa al Alpha.

—No, Pete... ¡Lo siento! ¡Por favor, mi amor, perdóname! —Vegas soltó sollozos dolorosos—. Pete, Pete... Lo siento.

—Odio está sensación, Vegas. —Pete miro la navaja en su mano, la sangre caer al suelo—. Estoy harto de esta situación. Te marque, te elegí, te quise y aún así dudas de mis sentimientos.

—Pete...

—Soy humano, Vegas. Y me duele, me duele mucho. —Phongaskorn le sostuvo la mirada al Alpha—. Ya no quiero vivir así.

—Pete, lo siento, Pete, no me dejes, por favor, no lo hagas. —Vegas no dejaba de llorar—. Empecemos de nuevo, ¿sí? Solo tú y yo. Pete, te necesito.

El chico rio con molestia. Tiro la navaja y enseño la cadena en su muñeca.

—¿Me necesitas? ¿Quieres que crea eso? No soy una puta mascota que puedes usar como soporte, Vegas.

—No, Pete, no... —Vegas se acercó y tomo la mano del Omega. Observo el corte y tenso la mandíbula. Subió su mirada al rostro del guardaespaldas y lo beso, con todo el cariño y miedo que estaba experimentando—. Te amo, Pete.

Junto ambas frentes y trato de aspirar el aroma de su Omega; sollozo cuando se dió cuenta de que Pete resguardo sus feromonas y le nego tal privilegio.

—... Lo siento, pero no puedo dejar que lo dañes. —Susurro su Omega dejandolo confundido.

Pete lo empujó, sintió un gran impacto en la cabeza y después nada.

Pete. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora