Declaración de guerra

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[Presente]

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Porchay se cubrió los oídos al escuchar las detonaciones de las armas. Su llanto no podía parar; el miedo estaba por consumirlo.

—¡Hermano! —Entre sollozos no paraba de llamar a Porsche. Se hizo bola en una esquina y siguió cubriendo sus oídos— ¡Por favor! ¡Por favor!

La puerta de su habitación fue derribada sacándole un grito asustado. Dos hombres venían encapuchados y con grandes armas de fuego en sus manos.

—¡No, por favor! —Porchay los miro con grandes ojos aterrados.

—¿Qué hacemos con él? —Escucho preguntar a uno de los hombres.

—Mátalo. No queremos testigos. —Contesto el otro sin importancia.

Porchay cerro los ojos esperando su inevitable final.

—¿Qué carajos? —El sonido de la madera rompiéndose lo regreso a la realidad. Pronto el hombre que quedaba de pie cayó al suelo con una bala entre ceja y ceja.

Porchay miro atónito al chico que estaba parado enfrente de el con la pata de una silla en la mano izquierda y la mano derecha en lo alto con la pistola.

—No te quedes ahí. —El joven Alpha lanzó lo que quedaba de la silla sin importancia al suelo y miro a los dos hombres inconcientes—. Oye, más te vale no ver esto.

Porchay desvío la mirada y cubrió de nuevo sus orejas cuando escucho dos detonaciones más.

—Así no corremos el riesgo de que nos sigan. —Escucho decir al chico antes de lanzar la pistola ya sin balas—. Levántate, tenemos que ir con Vegas.

—¿Lo conoces? —El hermano de Porsche lo miro con esperanza.

—Es mi hermano. —El tipo sonrió petulante pareciéndose terriblemente al Alpha heredero de la segunda familia.

Porchay vio una pequeña luz en todo ese infierno.

...

Vegas derribo a cuánto hombre se le cruzaba. Recargo su arma y siguió delante con sus hombres a la par.

—¡No está aquí! —Grito uno de sus guardaespaldas al revisar la quinta habitación.

Vegas sintió la tensión en su cuerpo; ¿dónde diablos estaba Macao?

—¡Sigan buscando! —El Alpha derribo a otro sin darle oportunidad a defenserse.

Los disparos iban y venían. Los hombres que atacaban su casa no eran demasiados, pero eran hábiles. Korn había mandado la artillería pesada.

—¡Vegas! —Su padre apareció derribando a un tipo que buscaba matarlo por la espalda— ¿Dónde está el Omega?

—Lejos.

El Theerapanyakul siguió avanzando recibiendo respuestas negativas ante la búsqueda de Macao.

—¿Qué sucedió con el hermano de Porsche? —Preguntó a Nop por el auricular.

—"No logramos encontrarlo. Nos atacaron antes de lo previsto, mis hombres no llegaron a tiempo."

Vegas lo sabía. Sabía que Korn había atacado mucho antes de lo planeado; ahora no solo tenía que buscar a su hermano sino también al hermano del recesivo. Su cabeza comenzó a punzar debido a la presión.

—Si salgo vivo de esto, juro que lo pagarás caro. —Se prometió con el arma en lo alto y siguiendo despejando el camino.

—¡Hermano! —La voz de Macao lo hizo soltar un suspiro de aliviado. Lo vio en el segundo piso con Porchay. No pudo evitar sonreír con orgullo— ¿Estás bien?

—Lo estoy. —Vegas olvidó el lugar donde se encontraban— ¿Cómo estás?

—Estamos bie... —El estallido detrás de Macao los hizo tambalear alertando a Vegas.

—¡Traen explosivos! —Grito uno de sus hombres mientras retrocedía con la mano cubriendo su cara.

El humo comenzó a nublar la vista del Alpha quien desesperado trataba de subir con su hermano.

—¡MACAO! —El Alpha vio con horror como uno de los hombres de Korn salía de entre el humo con el arma apuntando la cabeza de su hermano.

El llanto de Porchay y el sonido de las detonaciones desaparecieron para Vegas en ese momento. Macao alzó la barbilla retando al tipo a disparar.

—¡Aún me mates no recuperarán a Pete! —El chico no tenía miedo ante el tipo que amenazaba su vida— ¡Él es nuestro!

Vegas sintió su corazón detenerse. Su hermano iba a morir.

El sonido del disparo lo hizo detener su carrera.

Contuvo la respiración esperando ver a su hermano desvanecerse. Grande fue su sorpresa cuando el hombre que le apuntaba a Macao fue el primero en caer.

—¡Pete! —Macao sonrió emocionado al ver al Omega con el arma a la altura de su hombro sin ningún tipo de titubeó.

El Dominante le sonrió.

Pete. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora