Guardia baja

3.2K 389 28
                                    

[Presente]

.
.

—Tal vez algo te cayó mal. —Arm miró con pena al pálido Omega.

Porsche se limpio la boca y asintió antes de subir al carro con el Alpha y volver a sus puestos de vigilia.

— Porsche, creo que lo mejor es volver...

—No me voy a mover de aquí hasta que regrese ese mal nacido. —Porsche dijo terco—. Esta vez no lo perderé de vista.

Arm lo miró por largos segundos; Porsche no había dejado de insistir con el tema de Pete, incluso Khun tuvo que pedirle que lo acompañará por temor a que la pareja de Khun Kinn hiciera una locura.

Eran ya más de 8 días vigilando la misma zona y no había rastro de Khun Vegas.

Arm suspiro cansado. En su entristecido corazón solo quería darle fin a ese asunto y vivir su propio duelo ante la muerte de su mejor amigo.

De nada servía mantener la esperanza; nadie salía vivo de la segunda familia.

—Khun Tan me dio la orden de decirle todo a Khun Kinn. —Dijo de la nada el Alpha de lentes—. Dejemos esto por la paz, Porsche. Pete...

—Sigue vivo. —El Omega ni siquiera lo miró. Estaba atento a cualquier movimiento sospechoso—. Si quieres irte puedes hacerlo, si quieres decirle a Kinn hazlo, pero nada me hará cambiar de opinión.

Arm negó con una mueca abatida. Pachara era el unico que no podía aceptar la realidad.

><><><

—Sé que vendrá. —Porsche miró a todos lados mientras se escondía en la oscuridad de un callejón.

Aunque Arm se había dado por vencido, él no lo haría. Se lo debía a Pete, tenía que encontrar a Pete.

Sin darse cuenta las lágrimas bañaban sus mejillas. Se limpio bruscamente y se negó a aceptar que su amigo estuviera muerto.

Él tenía que encontrar respuestas, él tenía que encontrar a su buen amigo, darle un apretado abrazo y después regañarlo por tomar decisiones sacadas del culo.

Sí, Porsche esperaba ansioso el momento en que pudiera ver de nuevo a Pete.

El sonido de su celular comenzó a sonar. Pachara miró el nombre del contacto y cerró los ojos exasperado. Sabía lo que vendría después.

Te quiero en la casa lo antes posible. —La voz autoritaria de Kinn fue lo primero que escucho.

—Estoy en una misión. —Contestó.

¿Misión? Porsche, para con todo esto. —Kinn comabio su tono duro por uno triste—. Por qué no puedes aceptar que...

—¡Pete no puede estar muerto! —Gritó con un nudo en la garganta—. Pete fue a esa maldita casa por mí, Kinn. Y lo peor de todo es que no se me pasó por la cabeza que algo le pudiera pasar hasta que fue demasiado tarde. —Porsche lloro—.  Tengo que encontrarlo, tengo que darle una pata en el culo por tomar decisiones tan estúpidas. —El Omega sollozo—. Yo solo quiero verlo una vez más.

Kinn del otro lado de la línea tenso la mandíbula. Le dolía la muerte del qué consideraba un amigo y le dolía escuchar a su pareja tan destrozado.

Odiaba no estar para su Omega en ese momento.

Regresa a casa. —Insistió—. Arm me dijo que no te sentías bien estos días. Regresa, vamos con un doctor y luego de asegurarnos que todo este bien, te daré el equipo necesario para seguir con la búsqueda de Pete. —Kinn propuso—. Hagamos esto juntos, Porsche.

Pachara se trago las lágrimas. Los pensó varios segundos, y cuando estaba por darse por vencido, lo vio.

Finalmente Vega habia salido de su maldito escondite.

—Perdóname.

¿Porsche?

El Omega colgó antes de escuchar las maldiciones de Anakinn.

Miró por la ventana a un contento Vegas entrar a la tienda de Curry. Porsche espero varios minutos hasta que finalmente lo vio salir con una orden lo bastante grande para solo una persona.

Sigilosamente prendió el motor del carro y comenzó a seguir la moto de Vegas.

Por un momento pensó que el Theerapanyakul se había dado cuenta de que lo seguía por todas las desviaciones en el camino, sin embargo, por algún extraño motivo Vegas parecía muy apresurado, tanto, como para darse cuenta de que una camioneta negra lo seguía en medio de la noche.

Porsche pensó en varias posibilidades y una de ellas era enfrentarse a Vegas; no tuvo miedo. Si Vegas era de temer en una pelea, Porsche lo era por igual.

—¿Dónde estamos? —Susurro el Omega de Kinn.

Se paro a una distancia prudente y lo vio entrar en una casa enorme. Se dio cuenta de que habían muy pocos hombres fuera.

Vegas no contaba con mucha seguridad.

Porsche podría pasar por esos orangutanes e ir por Vegas para que le diera respuesta a todas sus preguntas.

En ese momento lleno de desesperación le pareció una grandiosa idea.

Pete. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora