Que inicie el juego

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[Presente]

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Las alarmas en la cabeza de Pete se mantenían ruidosas y llamativas. Se sentía acorralado y en constante amenaza.

—Pete. —Macao entro a su campo de visión sacándolo del trance—. Tranquilo.

El Omega bajo la mirada a sus manos y las encontró echas puños. Su aroma estaba en toda la habitación y su ritmo cardíaco era rápido.

—Lo siento. — Phongsakorn miro a su alrededor— ¿Y Vegas?

—No tarda. —Macao se sento a centímetros de distancia—. Supongo que la casa de la segunda familia no es un buen lugar para ti.

—No es eso. —Pete se encogió lleno de vergüenza—. Esto tiene que ver más con Khun Kan...

—Ya veo. —Macao sonrió brillante—. Pronto nos iremos. Solo hay que esperar a que amanezca.

—¿Irnos? —Pete lo miro confundido.

—Sí. ¿Acaso crees que la primera familia se quedará de brazos cruzados? —El joven Alpha alzó una ceja—. Vegas se volvería loco si algo te pasará.

El sureño sintió su rostro caliente. Las cosquillas en el estómago y la repentina sensación de emoción llenaron su corazón.

—Khun Macao, ¿me permite hacerle una petición?

—Claro, pero no me llames Khun Macao. Ahora somos cuñados, familia. —El chico se notaba feliz.

Pete sonrió mostrando sus hoyuelos.

—¿Podría acercarse y dejarme abrazarlo? —El Omega se tocó el cabello en un gesto de ansiedad—. El pensar en Khun Kan cerca de mi bebé...

—Oh, eso... —El joven se mostró repentinamente tímido—. Entonces, ¿si le agrado al bebé?

—Nos agradas. —Pete rio.

El hermano de su Alpha se levantó vacilante para acercarse al Omega. Sin pena alguna, Pete lo envolvió en brazos de manera maternal aspirando el aroma del chico.

"Es un cachorro" El sureño no pudo callar sus pensamientos. Se sintió ronronear ante la mención.

Macao seguía siendo un niño, uno necesitado de amor y cariño. Tenía una sonrisa bonita y tenía una aroma dulce, no amenazante, uno que lograba calmar el corazón de Pete.

Phongsakorn sintió los brazos de Macao rodearlo con suavidad dejándose llevar por sus feromonas. Ambos perdidos en esa pequeña burbuja que habían formado.

—Así que ya lo estás marcando. —Vegas los miraba desde el marco de la puerta cruzado de brazos y con una sonrisa en los labios. Se dió cuenta del aroma del guardaespaldas en su hermano— ¿Debería tomar precauciones?

—Vegas...

—Pete es cálido. —El Theerapanyakul más joven restregó su rostro en el pecho del Omega—. Lo apruebo, quedemoslo.

La risa de Pete hizo rodar los ojos de Vegas.

—Te lo advierto, Pete es mío. —El Alpha camino hasta ambos y los abrazo.

Pete sonrió al notar como Vegas decía una cosa pero sus acciones eran todo lo contrario. Podía darse cuenta por el aroma fuerte y cautivador de su Alpha; estaba contento.

—¡Cierto! ¡La consola! —Macao rompió el abrazo levantándose abruptamente— ¡No puedo olvidar mi consola!

—Anda, ve. —Vegas lo miro con diversión.

Macao salió de su cuarto diciendo en voz alta lo que se llevaría. Pete miro a Vegas.

—Es adorable. —El Omega acaricio su pequeño vientre sobresaliente— ¿Crees que sea igual de adorable?

Vegas dirigió sus ojos al lugar donde Pete acariciaba con tanto cariño. Sus manos picaron.

—Pete... —La mirada de ambos se encontro— ¿Puedo?

El Omega comenzó a temblar sin razón alguna. ¿De verdad Vegas quería? Pensó en todas las veces que su cerebro se negó a reproducir una escena igual; Vegas acariciando su estómago y recostando su oreja en él.

—¿De verdad..? Vegas, no tienes que...

—Es mi bebé. —El Theerapanyakul le mostró una sonrisa suave.

Pete entonces asintió despacio. La mano del Alpha acaricio despacio con temor a lastimarlo o incomodarlo. Dejo que su palma descansará en el centro de la pequeña bola y dejo escapar un suspiro.

—Es... Realmente... —Vegas lo miro incrédulo— ¿De verdad hay alguien ahí?

La pregunta no hizo más que darle ternura al sureño. Tapo su sonrisa con la mano derecha y asintió contento.

—Ese alguien es nuestro. —Pete puso su mano izquierda encima de la del Theerapanyakul—. Tuyo y mío.

Vegas con su otra mano lo tomo de la nuca y lo atrajo para besarlo. Era una caricia suave y lenta, buscando alargar ese mágico momento con su pareja.

Pete era simplemente perfecto, sumamente bello. Vegas lo amaba tanto, demasiado para ser normal.

Vegas quería tener a Pete solo para él; una muy oscura parte de él quería encerrarlo y ser el único capaz de apreciar cada una de sus facetas y gestos, hasta el mínimo detalle. Monopolizar al mismo Pete para siempre. Otra, esa parte racional, quería ser el motivo de felicidad de Pete, quería besar el piso por dónde el Omega pisaba, quería cumplir cada y absolutamente todos sus caprichos, quería darle eso que tanto deseaba; libertad.

—Vegas... —El sureño fue abandonando su sonrisa para mirarlo con seriedad. Dejo de ser el Omega del Theerapanyakul para convertirse en el jefe de guardaespaldas—, vendran, ¿cierto?

El Alpha desvío la mirada y soltó un suspiro lleno de frustración.

—Lo harán. —Vegas tomo la mano de su pareja—. Pero no tienes que preocuparte. Tengo mi jugada perfectamente planeada.

—No entiendo que está pasando... —Pete acaricio su mejilla con ese gesto suyo; rozando la mitad de su dedos con la mandíbula de Vegas—, pero confío en tí.

El Alpha beso sus nudillos. Se preguntaba cuál sería el precio de tanta felicidad.

—¡Khun Vegas, nos atacan! —Grito uno de sus hombres detrás de la puerta. Pronto el característico sonido de los disparos atravesó la madera.

Tardaron segundos en entender qué es lo que estaba pasando.

—¡Macao! —Pete se levantó de la cama dispuesto a salir de la habitación e ir por el joven Alpha.

—¡Quédate aquí! —Vegas lo tomo de la muñeca— ¡No salgas!

—Pero...

—¡DIJE QUE NO! —El Alpha maldijo por lo bajo—. No hay tiempo de empacar. Mis hombres te sacaran de aquí lo antes posible. Yo iré por Macao.

Sin darle tiempo a protestar salió de la habitación y encontró a varios de sus hombres con las armas en mano.

—Escolten a mi Omega a la camioneta. Quiero que cubran el frente y la parte trasera. Sean lo más discretos posible y que sea rápido. —Vegas recibió un arma— ¡Que los demás bajen a defender la entrada, no los dejen pasar!

—¡Sí, Khun Vegas!

El Theerapanyakul se posicionó en ataque con la boca del arma enfrente y atento a cualquier moviendo. Maldijo a Korn; jamás pensó que actuaría tan rápido.

—Te creí más inteligente. —Se susurro molesto.

Tenía que encontrar a Macao.

Pete. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora