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[Presente]

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Vegas suspiro al ver cómo el plato de comida seguía intacto.

—Pete, tienes que comer. —El Theerapanyakul miro el curry frío y un nudo en su garganta se hizo presente—. No me obligues a hacerte comer.

La risa de Pete lleno la habitación. El ambiente dulce y amoroso había cambiado por constantes miradas molestas y decepcionadas. Pete ni siquiera disimulaba su irritación.

—Hazlo, tomemos los roles de antes. —Phongsakorn dejó salir una carcajada incrédula—. Esto no es más que un círculo vicioso.

—Pete...

—Pase de ser tu Omega a tu mascota de nuevo. —El sureño se quedó viendo la cadena en su muñeca—. Me da igual lo que hagas ahora.

Vegas camino hasta el Omega y lo tomo del rostro con algo de brusquedad; la mirada tierna y comprensiva de Pete volvía a ser fría y retadora. Vegas sintió un hueco en el estómago.

—No cuestiones mis acciones sin saber por qué lo hago.

—¿Acaso el encadenarme tiene una explicación? —Pete sonrió dolido—. Vegas, te marque como mi Alpha, soy tuyo por completo, te escogí ante todos por qué pensé que me querías y yo... —El sureño callo para después bajar la mirada y negar con la cabeza— no quiero comer.

Vegas soltó el aire que estaba reteniendo.

—No, Pete, no solamente te quiero, te amo, eres mi Omega, eres la luz de mi vida... —Vegas volvio a encontrar su mirada con la de Pete—, tú no entiendes lo aterrador que es esto.

—Vegas...

—No te voy a soltar, no hasta que esté complemente seguro de que no habrá nada que te arrebate de mi lado. —Aseguro terco el Theerapanyakul.

Pete lo miro por largos segundos, buscando en su mirada alguna respuesta a sus miles de preguntas.

—¿De qué estás hablando? —Pete pareció conectar los puntos para después soltarse del agarre de Vegas— ¿Qué fue lo que te dijo tu padre?

—Nada que no haya imaginado. —Vegas de nuevo se cubrio con esa coraza que Pete comenzaba a odiar.

Y es que Vegas se sentía como un maldito primerizo; se confío, creyó que ellos dos encerrados en esa casa evitarían todos los problemas que se avecinaban. Olvido quien era Pete para el maldito de Korn y la pieza que era Kinn en ese tablero.

—No, no vas a matar a nadie de la primera familia. —Como si Pete escuchará sus pensamientos, intervino.

Vegas se molestó.

—¿Estás eligiendo a Kinn por sobre mí?

—Cuando te elegí a ti, termine con una cadena en la muñeca.  —Pete se mostró serio. No había duda en su mirada.

Está vez, fue Vegas quien vio al Pete de un antaño, ese que estaba dispuesto a morir por la primera familia, ese Omega que estaba a la disposición de su tío.

Furioso, lo alzó de la cintura, lo junto a su cuerpo y su mano derecha lo tomo de los cabellos, obligándolo a permanecer a su disposición.

—¿Vas a lastimarme? ¡Hazlo! —Pete se soltó a llorar en medio de forcejeos— ¡Vamos, Vegas!

Vegas lo beso callando los sollozos del Omega y aunque Pete trata de resistirse, el Alpha fue capaz de adueñarse una vez más de los labios del chico.

Pete. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora