I Want Love ©

#Capitulo 56

¡Hola! Sé que he estado tardando un poco en subir caps pero he tenido una semana demasiado atareada. Les deseo lo mejor como siempre, que disfruten el corto cap. ¡Y vivan felices por siempre! Le mando saludos y mi amigo Zayn tambien lo hace! ¡Se les quiere mcuhisimo como Harry a Rayita! Melissa. xx

#Capitulo 56

Salvar a Zayn.

Repetía esa frase a cada segundo que pasaba. Zayn. Zayn. Zayn. El cuerpo me pesaba, me sentía totalmente exhausta, totalmente débil. No era momento para pensar en mí, en mi salud. Zayn era mi prioridad justo ahora. ¿Porqué lo metí en esto? Solo espero que algún día me perdone. Porque, aunque tengo miedo de perder lo único que me queda, mi personalidad, una de las cualidades por las que Zayn me amaba, estaba apunto de hacer de ella pedazos.
¿Miedo? Estaba muerta de pánico y decepción por lo que estaba por hacer. Tal vez, esto me marque para siempre. Incluso, puede que pierda a Zayn. No me importa. Que este sano, y sea feliz, es ahora lo único que me importa.

Mi esperanza estaba por los suelos. ¿Salvarlo? Literalmente podía hacerlo. Pero, hasta los ángeles más fuertes quedan perturbados, esquizofrénicos, traumatizados, totalmente dementes. ¿Cómo haría que él saliera con las manos limpias? Tal vez no lo haría. Pero, salir de ese horrible lugar lleno de oscuridad y crueldad, habrá sido la peor lucha que habrá superado con o sin mi ayuda...

Levanto con fuerza la compuerta. Debe de pesar como 100 kilos. La elevo hasta el techo del garaje. Entrar a su casa, a su maldita casa... hacía que me pusiera a llorar. Y me costaba detenerme. Estaba vez no me forzaría y dejaría todo fluir. No hay tiempo para caer. No hay tiempo para caer. -¡No hay tiempo para caer!- le grito al aire con fuerza. Poso el dorso de mi mano en mi nariz.

Tomo aire y arranco la Harley, con fuerza. Esta prende de un tirón. Agradezco a la nada y la empujo de las manijas del volante hacia la calle, lo hago lo más veraz posible, con el riesgo de que la compuerta se baje de un tirón y se desplome sobre mí. Dejo caer la Harley al suelo y regreso al garaje de largas zancadas.

Limpio las lagrimas.

Me aseguro de no olvidar nada y una cámara que apuntaba hacia mi dirección grababa a la perfección como asaltaba el garaje de Zayn.

Demonios.

Me acerco hasta ella, con un banco me trepo hasta alcanzar el techo y la arranco de su lugar, después la dejo caer al suelo.
Bajo la compuerta de color gris con cuadros marcados sobre ella y me trepo a la Harley dejando la Ducati en la calle. Coloco bien el casco y arranco.

Me trepo en la moto y me dirijo a la peor caverna de Chelsfield. Detengo en el estacionamiento y entro por la puerta principal.

Apresurada. Nerviosa. Tensa. Estresada. Aterrada. Firme. Y dispuesta a lo que sea; eran las palabras exactas con las que las personas de mi alrededor me describirían justo ahora.
Uso el pantalón más ajustado a mi retaguardia, no uso nada debajo de la chaqueta de Zayn, la cargo cerrada.

Doy un paso dentro de la caverna, mesas de billar, póker, barajas. .. nada diferente de lo común.

Tomo asiento en un banco y tallo mi cabeza con las manos.

--¿Qué le doy joven?-- una voz varonil me atiende, sigo con la vista posada a la desgastada madera de la barra.

-Algo para tomar valor- levanto el rostro y un joven de unos veinticinco años me sonríe triste. -El whisky le ayudará- finaliza mientras se aleja de mí limpiando un frasco. Yo espero, suspiro, siento el ambiente, la temperatura, jamás me imaginé venir aquí sola. El joven llega y coloca el "whisky" sobre la mesa. Le agradezco con un movimiento de cabeza, muy ruda. Observo el frasco lleno de ese líquido. Nunca he tomado. He ido cientos de veces a los bar acompañando a Zayn y el ni siquiera me ha permitido tomar un trago, y no es que yo lo pida, simplemente no me llamaba la atención saborear un liquido embriagador que me atontaría la mente. Cincuenta dólares. Cincuenta dólares era lo único que me quedaba de los treinta mil dólares que Anne me prestó. Porque el boleto de avión costo veintitrés grandes. ¿En serio? Estaba muy débil para hacer una abertura mental y hacer que un humano creyera que ya había pagado lo indicado. No robaría ni mentiría, esta vez era difícil, demasiado. Me preocupaba gastarme los cincuenta dólares, son como treinta y tres libras. Una miseria.