𝗖𝗔𝗣𝗜́𝗧𝗨𝗟𝗢 𝟱.

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𝐎𝐬 𝐯𝐨𝐲 𝐚 𝐜𝐨𝐧𝐭𝐚𝐫 𝐮𝐧 𝐬𝐞𝐜𝐫𝐞𝐭𝐨. 𝐓𝐞𝐧𝐠𝐨 𝐩𝐫𝐨𝐛𝐥𝐞𝐦𝐢𝐭𝐚𝐬 𝐬𝐞𝐫𝐢𝐨𝐬 𝐜𝐨𝐧 𝐏𝐢𝐞𝐫𝐫𝐞 𝐆𝐚𝐬𝐥𝐲. 𝐘 𝐧𝐨 en el mal sentido, sino en el bueno. Es decir, que me gusta mucho, tanto físicamente como personalmente. Me parece un chico sumamente atractivo. Y por eso me estaba muriendo en estos momentos.

Era incapaz de articular una sola palabra, ni tampoco llevar acabo un solo gesto. Seguía quieta en mi lugar, anonada. Para mi sorpresa, no me había sonrojado. Y él tampoco, ni si quiera cuando me miró con una media sonrisa alzando una de sus comisuras. Eso era bueno.

— ¿Puedo ayudarte en algo?

¿Le respondí? Pues no, al segundo no.

— ¿Eh? ¿Qué? ¿Y-yo...?

— Decía que si puedo ayudarte en algo. — Repitió desde su lugar. Agradecía que no se hubiera movido. Me hubiera dado un soponcio.

— P-pues sí, o-ósea no. Q-quiero decir que... — ¿¡PODÍA CONCENTRARME!? — Me he confundido de probador, y prometo que no ha sido adrede, es que de verdad me he confundido porque se supone que ambos están al lado y...

— Respira. — Me dijo animándome a que lo hiciera. Cosa que no ayudó a que se diera, al contrario, eso solo empeoró la situación.

¿Alguien me podía explicar cómo se supone que debía calmarme?

Pues calmándote.

¡No me digas!

No es complicado.

Y una mierda que no lo es.

Es una persona.

Pero es LA persona.

Exagerada.

— Y-yo... Sí, claro, respirar, emh... — Inspiré profundamente posándome una mano en el pecho. — Lo siento, e-es que estoy nerviosa, no esperaba encontrarme contigo. Bueno, ni contigo ni con nadie.

— Yo tampoco, pero es una agradable sorpresa.

— ¿A-ah sí? — No me había tirado una ficha, ¡no me había tirado una ficha! — Pues me... ¿alegro? El caso es que me voy, he entrado donde no debía, así que, mh, hasta luego. Y... ¿qué te vaya bien la compra?

Con toda la rapidez de la que disponía gire sobre mis propios pies descalzos para ir directita hacia la puerta y retomar la búsqueda de mi probador. No le di ni tiempo a responder. Sin embargo, eso no ocurrió, y la razón fue la causa de mi muerte.

Cuando tomé el pomo de la puerta de la estancia para abrirla, una mano al otro lado hizo exactamente lo mismo. Aquello generó que no pudiera salir del lugar y que, de frente, me encontrara con la mayor sorpresa de mi vida, aunque mi yo pre-adulta lo catalogaría como el amor platónico de mi vida.

HEARTBREAK GIRL ; charles leclercDonde viven las historias. Descúbrelo ahora