𝗖𝗔𝗣𝗜́𝗧𝗨𝗟𝗢 𝟭𝟭.

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𝐉𝐚𝐦𝐚́𝐬, 𝐧𝐚𝐝𝐢𝐞, 𝐞𝐧 𝐦𝐢𝐬 𝐯𝐞𝐢𝐧𝐭𝐢𝐜𝐢𝐧𝐜𝐨 𝐚𝐧̃𝐨𝐬 𝐝𝐞 𝐯𝐢𝐝𝐚 𝐪𝐮𝐞 𝐥𝐥𝐞𝐯𝐚𝐛𝐚 𝐬𝐞 𝐡𝐚𝐛𝐢́𝐚 𝐝𝐢𝐠𝐧𝐚𝐝𝐨 a decirme algo como eso, a dejar entrever que era una persona interesante. Jamás. Y mira que había estado con varios chicos a lo largo de mi vida, cosa que, si me preguntáis, no recomiendo. Los tíos solo daban problemas, la mayoría no llegaban a ser hombres, se quedaban en el onvres sin h y con v, vamos, en lo peorcito. Pero me iba más el género masculino que el tonto a un lápiz, así que había que joderse.

Y es que solo había que verme. Quedándome sin habla por un chaval que, a lo largo de los últimos dos años, había visto únicamente en pantalla.

Mi vida parecía digna de una telenovela, o al menos, de un fanfic.

El caso era que me quedé sin habla. Y así permanecí más tiempo del que me hubiera gustado hasta que, por parte de Marco, llegó lo que necesité para salir de mi asombro: una Coca Cola. Elevé la mirada aun en silencio, llegando a comprender con ello todo lo que me quería decir.

La tomé, me la llevé a los labios y la dejé sobre la mesa. No estaba mentalmente preparada para contestarle, más que nada porque no encontraba las palabras adecuadas para ello, pero mi mente fue más rápida y mis labios también, la voz saliendo de mi como un resorte sin que lo pudiera parar.

— ¿Por qué dices eso? Ni si quiera sabes como soy realmente. A lo mejor te aburro, o a lo mejor simplemente tienes curiosidad en mi porque...

— Tengo curiosidad en ti porque me pareces interesante.

Lo miré con la cabeza ladeada, señalándome aun sin poder creérmelo.

— Sí, tú.

— Pero si solo soy una chica más que no sabe mantener la boca cerrada.

— Oh sí, eso sin duda. — Estaba totalmente de acuerdo, y no le culpaba. Era una bocazas. — Pero te prometo que me pareces interesante. No sé, a lo mejor se debe a que te conocí callándole la boca a mi jefe, o que la conversación tan random que tuvimos en Monza hizo que quisiera saber más de ti. O que la cagada del probador me haya generado ganas de estar a tu lado y ver a futuro cuan más puedes meter la pata.

Se ganó el pequeño golpe que le di en el antebrazo.

— Serás cabrón.

— Me lo merezco. Puede que lo último lo haya dicho adrede. — Dijo con una sonrisa de no haber roto un plato en toda su vida. — Pero lo que he dicho lo digo de verdad. Quiero conocerte, así que, por el momento, no hay suficiente que valga en lo que a ti respecta.

— Eso... — Me quedé unos minutos en silencio, la yema de mi dedo índice haciendo círculos por el vaso de cristal que sostenía en mi mano. — Nunca nadie me había dicho algo por estilo.

HEARTBREAK GIRL ; charles leclercDonde viven las historias. Descúbrelo ahora