𝗖𝗔𝗣𝗜́𝗧𝗨𝗟𝗢 𝟯𝟴.

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𝐃𝐨𝐥𝐨𝐫 𝐞𝐦𝐨𝐜𝐢𝐨𝐧𝐚𝐥 𝐟𝐮𝐞 𝐥𝐨 𝐪𝐮𝐞 𝐬𝐞𝐧𝐭𝐢́ 𝐮𝐧𝐚 𝐯𝐞𝐳 𝐬𝐚𝐥𝐢́ 𝐝𝐢𝐬𝐩𝐚𝐫𝐚𝐝𝐚 hacia las escaleras del primer piso de vuelta a cualquier habitación que me permitiera escapar de Charles, mi padre y los dos pares de ojos de los guardaespaldas de la casa, de mi nuevo amigo Jason y de Rafael.

Charles había sido cruel, muy cruel, y le culpaba por ello, por haber pronunciado todas esas palabras sin tacto alguno y por no haberse medido. Pero, por más que quisiera, no podía echárselo en cara, no cuando sus sentimientos y sus respuestas estaban más que justificadas. 

Era lícito que se sintiera así, a fin de cuentas, le había hecho daño.

Sin embargo, eso no quitaba que no me jodiera, porque lo hacía, y mucho. El saber que no podía echarle la realidad en cara me carcomía por dentro, el enfado teniendo la culpa de todo.

Solté un audible sollozo. 

Toda esa situación me resultaba agotadora y drenante. El mero echo de pensar y de repetir en mi mente una y otra vez las últimas palabras de Charles me generaban cansancio, y el tener que cargar con la culpabilidad de mis acciones, no ayudaba lo más mínimo.

Debido a ello, me paré en medio de las escaleras, necesitando un momento de tranquilidad. Me dio completamente igual si escuchaban mi agitada respiración, necesitaba un momento para mí misma. 

Me sostuve en la barandilla y tomé una profunda bocanada de aire. Aproveché que estaba equilibrada y me deshice de los tacones. Después, proseguí mi camino hacia la primera puerta que vi abierta a la derecha. Entré, dando un buen golpe al canto de la misma para que se cerrara. Me eché las manos a la cara y me dejé caer al suelo, sosteniéndome únicamente mediante las puntas de mis pies, permitiéndome llorar.

Me tomé la libertad de estallar en llanto, imaginando que la puerta estaba cerrada y que me encontraba sola.

Pero no fue así.

Entre lloros y pequeños hipidos que a cada segundo que pasaba iban en aumento, sentí unas manos sobre mis hombros. Pude haber alzado la cabeza para ver de quien se trataba, pero no lo hice. No sería Charles, y eso me bastaba.

Lloré un buen rato, descargando toda la impotencia que sentía en mi interior por no tener solución alguna para enmendar la cagada que me había costado mi relación con él, siendo plenamente consciente de que Charles y yo, ya no estábamos juntos.

Y era extraño, que no quisiera hacer otra cosa más que estar sola y descargar todas y cada una de las emociones de mi interior, me resultaba extraño, porque nunca antes había sido así. 

En mis relaciones pasadas, quitando la de Logan, nunca había sentido la necesidad de quedarme en soledad con mis pensamientos. Al contrario, siempre había sentido las ansias de devolverles las putadas que me habían hecho de manera directa e instantánea a mis exes sin pensar en las consecuencias que podría traerles y el dolor que pudiera generarles.

HEARTBREAK GIRL ; charles leclercDonde viven las historias. Descúbrelo ahora