𝗖𝗔𝗣𝗜́𝗧𝗨𝗟𝗢 𝟮𝟯.

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𝐌𝐞 𝐡𝐚𝐛𝐢́𝐚 𝐪𝐮𝐞𝐝𝐚𝐝𝐨 𝐬𝐨𝐥𝐚 𝐞𝐧 𝐞𝐥 𝐜𝐮𝐚𝐫𝐭𝐨, 𝐥𝐨 𝐪𝐮𝐞 𝐥𝐥𝐞𝐯𝐨́ 𝐚 𝐪𝐮𝐞 𝐦𝐞 𝐝𝐞𝐣𝐚𝐫𝐚́ 𝐜𝐚𝐞𝐫 en el sofá y me quedará mirando al frente embobada. Me llevé una mano a la mejilla, lugar donde Charles me había dejado el beso y parpadeé un par de veces.

No era falso, había pasado de verdad.

Grité. Pegué un grito, pero pronto me llevé las manos a los labios para callarme. Lo que faltaba es que alguien entrara en el cuarto a preguntar si estaba bien por haber pegado el grito de mi vida.

— Dios que me ha dado un beso de verdad, ¡que coño! ¡Que ha pasado! ¿Y por qué he cerrado los ojos? ¿Soy tonta? — Solté de seguido. — Sí, lo soy, para que lo pregunto. Es que no me puedo creer que haya cerrado los ojos, menudo ridículo que he hecho, ahora se va a pensar que quiero un beso de él.

Que no se alejaba mucho de la realidad. Cada día que pasaba con Charles más sabía que estaba pillándome por él, y no quería. Nunca había sido una persona enamoradiza, ni si quiera alguien que creyera que el amor era para siempre. Y que me estuviera colando con Charles no conociéndolo del todo ahora... pues os podéis hacer una idea del respeto que me daba.

Suspiré, quitando esos pensamientos de mi mente. Poco más y me pellizcaba el brazo para bajarme de las nubes en las que estaba. No era el momento de pensar en ello, sino en bajar abajo y ver como estaban yendo los FP3s. Aunque ahora que lo sopesaba, tal vez debería irme a Mclaren, a fin de cuentas, había venido con Lando. Pero no quería, Ferrari era tan bonito...

Lo volví a descartar. No, tenía que cumplir con Lando, por lo que abrí la puerta completamente dispuesta a irme al box que me correspondía, pero entonces una voz me llamó y supe que eso no iba a pasar.

Me giré para mirar fijamente a Binotto a los ojos.

Os confieso que me angustié un poco. La primera conversación que ambos mantuvimos no había salido nada bien, aunque ¿eso podía considerarse conversación? Porque lo dudaba. Le había soltado cada prenda que el que me echara del box e incluso que me odiara, me lo podría llegar a esperar.

Para mi sorpresa, eso no ocurrió. Me pidió que le siguiera, algo que a lo que no me negué por el simple hecho de que tenía varios empleados con los ojos puestos en nosotros. Si quería ser discreta lo mejor era no armar un numerito ahí mismo.

Esperé a que cerrara la puerta de una de las salas del box, la de reuniones supuse por la larga mesa que había en la estancia. Ante su gesto no dudé en tomar asiento en uno de las sillas. Observé como tomaba asiento frente a mí, poniéndose más serio que lo que ya era.

— Eliane.

Que pronunciara mi nombre como si ya lo conociera me pilló desprevenida.

— ¿Cómo sabe mi nombre? — Solté.

HEARTBREAK GIRL ; charles leclercDonde viven las historias. Descúbrelo ahora