𝗖𝗔𝗣𝗜́𝗧𝗨𝗟𝗢 𝟳.

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𝐍𝐨 𝐬𝐚𝐛𝐞́𝐢𝐬 𝐞𝐥 𝐩𝐞𝐝𝐚𝐳𝐨 𝐬𝐩𝐫𝐢𝐧𝐭 𝐪𝐮𝐞 𝐦𝐞 𝐩𝐞𝐠𝐮𝐞́ 𝐩𝐚𝐫𝐚 𝐬𝐚𝐥𝐢𝐫 𝐝𝐢𝐬𝐩𝐚𝐫𝐚𝐝𝐚 𝐝𝐞𝐥 𝐛𝐨𝐱 𝐝𝐞 𝐅𝐞𝐫𝐫𝐚𝐫𝐢, 𝐝𝐞 𝐯𝐞𝐫𝐝𝐚𝐝 que no tenéis ni idea. La gente que pasaba por allí me miraba raro, pero me daba igual. No verle el pelo a Mattia Binnotto, ahora mismo, era mi necesidad.

Frené en seco cuando, a esas alturas del Paddock, comprobé que no me seguía nadie. Estaba claro que tenían cosas mejores que hacer que perseguir a una chavala que le había soltado al cabecilla de Ferrari lo que llevaba tiempo sintiendo entorno a su escudería. Pero las prevenciones nunca eran pocas.

Me llevé una mano al pecho, la misma que sostenía mi móvil. No tenía ningún mensaje de Brina ni de Lando, así que desconocía donde se encontraban.

Debía decidir qué hacer, así que pensé rápido. ¿Me apetecía ver los demás boxes? Sí, claramente sí, pero no quería hacerlo hasta dentro de un rato. Así que, en su lugar, opté, dado que ya había gente caminando por el circuito, hacer lo mismo.

Iba a ser una caminata larga de narices, pero me daba igual. Según lo que Lando nos había dicho, aún quedaba más de una hora para que prepararan la pista.

Así que, sin pensarlo un solo segundo más, saqué los cascos de mi bolso, me los puse y me colé en la pista.

Empecé a buscar información sobre el circuito de Monza para pasar el rato mientras paseaba por el primer sector. No era un circuito largo, pero tampoco corto. Digamos que tardaría en rodearlo una hora mínimo, cuarenta minutos si iba a paso ligero. Cosa que no iba a ocurrir.

Iba sola, así que me sumí en una lectura extensa.

Al parecer el circuito de Monza fue creado en 1922 y había sufrido varias remodelaciones para que los coches, a medida que pasaban los años, se fueran adaptando al circuito. Lo comprendía. A día de hoy no llegaban a implementar el DRS en varias zonas del circuito y la carrera sería sumamente aburrida. Como Mónaco, por ejemplo.

Mónaco podía ser una carrera prestigiosa y dura de narices, yo misma os lo podía asegurar tras pasar por esas calles día tras día al ir a clase. Era un circuito urbano muy cerrado, por lo que, los adelantamientos, eran casi inexistentes. Solo los más locos eran capaces de adelantar en ese Grand Prix. Era una maldita procesión. Y Monza se asemejaba mucho a este, no era tan heavy, pero para el caso... Había zonas muy estrechas en las que, o eras ágil al volante, o te comías al de delante.

Así que sí, los cambios eran muy entendibles. También ponía que las rectas eran la clave de ese circuito. Ante ese dato no pude más que resoplar.

— Me lo dices o me lo cuentas. Esta recta es jodidamente larga. — Me quejé en voz alta.

HEARTBREAK GIRL ; charles leclercDonde viven las historias. Descúbrelo ahora