6.- Reto

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Logan

Tal vez retar a Dove a besarme, con ella sentada a horcajadas sobre mí y yo masajeando su culo desnudo, no fue la mejor de mis ideas.

Ahora estoy duro, demasiado duro. Incluso resulta doloroso, no puedo controlar lo que siente mi cuerpo en este momento.

Su lengua toca la mía y siento un estremecimiento atravesarme todo el cuerpo, como una corriente eléctrica. Muevo mis caderas involuntariamente hacia arriba y Dove gime al momento en que mi polla, cubierta solo por un pantalón de chándal, hace contacto con su intimidad.

Joder... no sé si se debe al alcohol, pero siento que nunca he estado tan duro como ahora.

Tal vez el hecho de saber que nunca tuvo sexo con el cabrón de su ex me puso cachondo. Quién sabe.

Sus labios se mueven sobre los míos en un ritmo suave, como si estuviera tentándome, retando a que haga algo más, pero no lo hago. Si la beso de la manera que quiero... tal vez esto acabe antes de empezar.

Con una mano tomo su cabello y lo sostengo en una coleta improvisada. Algunos mechones quedan fuera gracias a sus rizos, pero joder, me encanta su cabello. Y me encanta Dove.

Rompemos el beso por falta de aire y Dove junta aquella parte íntima de su cuerpo a mi entrepierna. La puedo sentir a pesar de que la tela de mis pantalones son lo único que nos separa. Puedo sentir su humedad, su calor. Lo mucho que me desea. Lo veo en sus ojos azules, lo dilatadas que están sus pupilas cuando abre sus ojos y me mira con lujuria, lo confirma.

—Aún tienes un reto más —murmuro y me sorprende lo ronca que se escucha mi voz.

Nunca he mostrado este nivel de excitación y vulnerabilidad frente a una chica.

Me he acostado con una cantidad casi espantosa de mujeres. Algunas de ellas tuve que comprar su tiempo, como a la madre biológica de Leah. El sexo siempre ha sido parte de mi vida desde que cumplí 14 años.

Pero nunca había experimentado nada como esto.

Dove oculta la cara en la curvatura de mi cuello e inhala mi aroma. Por la forma en que tiembla su cuerpo, sé que está tan afectada como yo, sin embargo, al colocar una de mis manos en la unión de nuestros cuerpos y sentir su humedad, sé que no se contendrá por mucho tiempo.

Está tan mojada...

—Dime —murmura con la voz tan ronca como la mía.

Empiezo a deslizar mis dedos suavemente por su entrada para humedecer los y después los llevó hacia su clítoris. Ella gime y se retuerce sobre mí.

—Déjame desnudarte.

Su cuerpo se tensa sólo por unos instantes, antes de mirarme a los ojos y asentir lentamente. Pero no la ataco de inmediato. No. Con mi mano aún en su cabello, levanto ligeramente su rostro y la beso. Mi lengua no pierde el tiempo y se hunde entre sus labios, para encontrarse con su lengua. Sus besos son mucho más desordenados esta vez mientras mi otra mano sigue jugando con su clítoris en suaves círculos rápidos. Gime en mis labios y es el mejor sonido que he escuchado en mucho tiempo.

Joder, estoy tan duro.

Rompo el beso de inmediato y me incorporo hasta estar sentado sobre la cama, con ella aún en mi regazo. Su cuerpo tiembla cuando mis dedos dejan su hinchado clítoris y, con ambas manos, deslizo las finas tiras de su vestido por sus brazos, dejando caer la tela por su pecho, el vestido siendo un pedazo de tela encarrujada en su cintura. Respiro hondo al fijarme en sus tetas.

No son tan grandes, pero tampoco son pequeños. Lo suficiente como para llenar mis manos. Piel suave y lisa con un pequeño botón marrón oscuro apuntando hacia el cielo. Inclino la cabeza y lamo la pequeña protuberancia de su pecho izquierdo, succionando, mordiendo suavemente, cumpliendo la fantasía que tuve por años y me negué a hacerlo por alguna estúpida razón que no puedo recordar ahora.

Mi Mejor Problema (AD #3) ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora