Capítulo 2

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"Estás loco"

DANIELA

Hacía mucho que un chico no dejaba de ocupar mi cabeza por mucho tiempo.

No podía dejar de pensar en una persona. Concretamente en él. Cada vez que mi mente se dispersaba solo podía pensar en aquella estúpida voz tan masculina y varonil, diciéndome dónde debería y no estar.

Pero...

¿Quien se creía que era?

Tenía claro que era un chico increíblemente guapo. De esos de los cuales no puedes dejar de mirar por qué, aparte de ser guapo, tenía una puta mirada que magnetizaba todo lo que sus ojos veían. Aunque eso no le daba derecho a hablarle así a nadie. Y aparte, puede que no me conociese demasiado pero cualquier persona que me conozca un mínimo sabe qué si me da una orden se va a tragar sus palabras.

Entonces, mientras que Clara y Lucas animaban en el partido, yo no podía parar de pensar y de mirar al jugador con la camiseta del número "30".

No era mentira que jugaba increíblemente bien, se movía por el campo tan rápido que a los demás les costaba seguirle ritmo. Y creo que esa era una de las razones por las cuales no podía dejar de prestarle atención.

Y más cuando llegó el momento crítico del partido.

No diré en el segundo juego... ni nada por el estilo, más que nada porque seguía sin saber una mierda de fútbol. Pero lo que sí sé es que mientras qué Gavi aproximaba la pelota al campo contrario acercándose cada vez más a la portería del adversario, un jugador del equipo contrario se le cruzó por el medio de una manera tan rastrera que Gavi cayó al suelo dolorido.

Había sido una falta tan clara que hasta yo había podido deducir que lo era. El jugador no solo le había puesto la zancadilla sino que había interpuesto su cuerpo entero entre sus piernas para que el pobre aterrizarse dos metros hacia delante.

De pronto, me vi a mi misma levantándome de las butacas y ahogando un grito de espanto. Lo peor fue cuando no parecía tener intención de levantarse. Muchos jugadores se acercaron a ayudar pero Gavi les hacía señas para que le dieran espacio.

Después de unos minutos, el jugador hizo el ademán de levantarse pero al intentarlo cayó al suelo dolorido.

Yo solo pude ver como se lo llevaban a la enfermería.

—Eres todo un amuleto, Dani. El primer partido y ya hay un jugador lesionado —bromeó Carla.

No podía dejar de mirar hacia la entrada donde se lo habían llevado y, por raro que parezca, una oleada de preocupación llenó mi estómago y garganta.

Los espectadores desde su sitio le gritaban al jugador enemigo los minutos siguientes, en los que el partido continuó. Cuando uno del equipo contrario marcó un penalti ya no quedaban muchas esperanzas para los culés.

Eran los últimos minutos de partido he iban 3-3. Había sido un partido muy reñido pero dudábamos que hubiesen más cambios con el poco tiempo que había.

De repente vi que alguien salía de la entrada del estadio con un vendaje en la rodilla. Gavi entró en el campo de nuevo y se dirigió hacia el banco donde estaba el entrenador. Le dijo dos frases con expresión suplicante y segundos después Xavi pidió su último tiempo muerto.

Todos en el público estábamos atentos, algunos murmullos se oían desde los asientos siguientes a los nuestros.

—Va a salir, —dijo uno detrás— Gavi va a salir.

Mi cerebro procesó aquellas palabras. ¿Era capaz de entrar a jugar aún estando lesionado tan recientemente?

Mis sospechas se convirtieron en hechos cuando vi como Gavi pasaba por el lado de Xavi y se unía al resto de su equipo.

Las multitud enloqueció y empezó a gritar emocionada, algunos con ánimos otros con pesares, pero no dejaron de gritar.

Incluso me dieron ganas de hacerlo a mi también del suspense del momento.

La mirada de Gavi se posicionó en las gradas unos escasos segundos y sentí como me penetraba con la mirada. Al hacerlo no pudo evitar guiñar un ojo y sacar una sonrisa socarrona. Sabía perfectamente lo que estaba pasando por mi cabeza en esos momentos.

—Creo que me voy a hacer pis de la emoción —anunció Carla agarrándose con fuerza a su bolso.

—Este es el momento para apostar porque, como marquen ahora mismo, pienso tatuarme tu cara en el brazo Dani —dijo Lucas.

Pagaría por ver eso.

El juego empezó de nuevo y todo volvía a ser muy reñido. Había un silencio latente entre todos los presentes. En un momento dado, el jugador número 7 robó el balón con agilidad y continuó ascendiendo hasta la portería. Le hizo un pase a Gavi que interceptó con éxito y siguió hacia delante.

La cosa empezó a ponerse difícil en cuanto todos los jugadores enemigos intentaron quitarle el balón. Yo solo podía pensar en que no se hiciese más daño del que ya se había hecho.

Gavi al fin desistió y, en un segundo, en el que vio al jugador número 9 solo, no dudó en pasarle el balón. Este terminó de adentrarse por el campo hasta la portería y antes de que pudiesen quitarle el balón chutó a portería.

Y entró.

La afición enloqueció de nuevo y yo me permití el lujo de hacerlo también.

Todos lo celebraban con abrazos y saltos entusiasmados, y Carla ya no estaba sentada al igual que Lucas que ahora se estaban gritando cosas a la cara.

—¡Te va a quedar preciosa la cara de mi mejor amiga en el brazo! —dijo Carla.

—¡AHORA MISMO ME DA LO MISMO LO QUE ME TATUÉ! —gritó Lucas.

Mis gritos se convirtieron pronto en risas. Y después de que pasasen unos minutos, vi como Gavi me hacía una seña para que me acercara a la grada.

Hice lo que pude para atravesar a la gente hasta llegar.

—Te he visto celebrarlo —dijo Gavi con una sonrisa en los labios—. Al final esto si que va a ser para ti.

—Ha sido un gran partido.

Él solo se encogió de hombros.

—¿Qué tal la rodilla? —pregunté. No debería de ser muy cómodo jugar después de una lesión, por pequeña que sea.

—¿Esto? —señaló la venda— Ah no es nada, solo un esguince medial.

—Estás loco —negué con la cabeza.

Dudo que yo pudiera haber hecho lo mismo que él si me hubiera lesionado.

—Deberías volver antes de que te aplasten los niños —dijo mirando hacia un grupo de niños que me miraban un poco raro— Me alegro de que hayas decidido darle una oportunidad al fútbol.

—Sí, bueno. No está tan mal.

Cuando se dio la vuelta para irse se le escapó una risa floja. Iba a hacer lo mismo cuando me llamo:

—¡Eh! Aficionada —me giré antes de que una camiseta me cállese directamente a la cabeza y la atrapé como pude con las manos.

La miré. Era la camiseta del Barcelona y en la parte de atrás, junto con el número 30, estaba el nombre de Gavi. Mis ojos se abrieron como platos cuando levanté la cabeza y me di cuenta de que era la que segundos antes llevaba puesta Gavi.

Me fijé en número de teléfono junto a su nombre. Rápidamente lo miré muy sorprendida.

—Por si el destino nos quiere volver a ver juntos —afirmó antes de irse junto a su equipo.

Yo me había quedado un poco quieta en el sitio. Mirando el número detenidamente, volví en sí cuando un niño empezó a tirar ligeramente de la camiseta para poder quitármela. Le di un tirón y me alejé como pude de allí.

Carla vio la camiseta en mi mano y a Gavi sin la suya, y como era de esperar no pudo aguantarse las ganas de interrogarme.

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21/10/22

Give me your love, darlingDonde viven las historias. Descúbrelo ahora