Capítulo 11

3.8K 133 2
                                    

"A veces hay cosas que pasan por necesidad"

GAVI

Ambos miramos a Sira, quien con todos su santos ovarios decidió hacer un poker con prenda. Noté como me miraba de reojo y me guiñaba un ojo.

Algo le había contado a Ferran sobre Dani. Poca cosa pero si que le había dicho que tenía muchas ganas de volver a besarla. Y que me atraía, y mucho.

El muy hijo de puta se lo habrá tenido que contar a su novia. Como no.

Y como ella es la encargada de hacer que hierva el infierno, pues genial todo. De puta madre, vamos.

Todos nos sentamos en la mesa más grande que encontramos. Justo enfrente estaba Daniela, que no paraba de mirar a todo el mundo con curiosidad. Tampoco se la veía tan mal como pensaba, creía que al conocerlos se espantaría un poco. Los chicos eran un tanto peculiares.

No es para dramatizar pero si que eran bastantes pesados cuando querían.

—Las reglas de juego, puedes apostar una prenda, un reto o una verdad, no se pueden repetir dos veces seguidas ni reto ni verdad, tendrá que ser obligatoriamente prenda —explicó Sira, la reina en hacer líos—. No os perdáis que empezamos.

Solo había traído a unos cuantos, los más "jóvenes" por así decirlo. Me llevaba muy bien con la mayoría del grupo pero Ferran, Pedri, Ansu y Balde nunca solían decir que no a cosas como estas.

Ansu fue el primero en comenzar la partida. Pocas veces en mi vida había jugado al poker. Joder, tenía diecisiete años. A mí esas cosas no me llamaban la atención.

Ferran inclinó la cabeza para poder hablar un poco más bajo y poder hablarme sin que lo escuchasen.

—¿Tú no juegas? —preguntó cuando vio mi actitud, apoyado contra la pared con los brazos cruzados. 

—Me sorprende que me lo preguntes. Voy a cumplir dieciocho en menos de un mes.

—Perdón, don maduro, siempre se me olvida que a veces eres como un anciano en el cuerpo de un crío —bromeó.

Siempre me solía decir esas cosas, eso y que era uno de esos ancianos cascarrabias que se quejaban por todo y siempre tenían cara de amargados.

¿Qué culpa tenía yo de haber nacido con esa expresión?

—Y ¿vas a dejar a tu chica frente al peligro de esos buitres carroñeros? —señaló a Pedri y Ansu, que hablaban con Dani sin despegar la sonrisa de sus caras. Repetía, no se le veía ni un poco incomoda.

Buen punto a mi favor. Pero seguía sin escapárseme que la habían vuelto a llamar mi chica. Y no es que no me replantease, pero joder que vergüenza que se les escape delante de ella.

—Que no es mi chica —murmuré malhumorado.

—Lo que sea, pero deberías olvidarte del viejo que llevas dentro y jugar. Solo se es joven una vez, Pablito.

Puse los ojos en blanco y suspiré, levantándome de mi sitio para coger un hueco frente a Dani. Vi como Sira soltaba una risita floja y miraba a Ferran. Definitivamente estos habían planeado algo raro.

***

Poca gente quedaba con más de dos prendas puesta. Miré a Dani, que era la que más ropa tenía. Solo se había llegado a quitar los calcetines y el jersey.

Give me your love, darlingDonde viven las historias. Descúbrelo ahora