"Aunque la mona se ponga un vestido DIOR mona se queda"
DANIELA
—Pero no se lo merecía tanto como mi Lewy. Entiendo que fuese uno de los mejores pero vamos a ser sinceras, lo ha ganado por estar en el equipo en el que está.
—Me hubiera gustado que por una vez hubiese ganado algo mi Ferri —ensombreció Sira.
Mientras el sushi casero de mi compañero de piso inundaba mis papilas gustativas de placer, escuchaba como mis amigas despotricaban sobre algo relativo al futbol.
Otra vez. Se ve que todavía no habían captado mi desinterés a la hora de sacar ese tema de conversación.
Odiaba que sacaran ese tema, siempre que lo hacían se me venía a la cabeza una sola persona. Y lamentablemente no era la persona en la cual debía pensar, sino el estúpido novio falso con sonrisa y mirada picara.
Y ya bastante cargo de conciencia tenía por estar pensando en él y no en el maravilloso de Pablo, —con el que había estado encerrada todo el fin de semana en mi habitación para quitarme cualquier rastro de sentimiento por Gavi.
Sabía que era moralmente cuestionable, pero a estas alturas de la película el remordimiento había ido convirtiéndose en un sentimiento cotidiano en mi día a día.
—Gavi debe de estar cagado de nervios —fue lo único que escuché, ni siquiera sabía quien de las dos lo había dicho, simplemente sabía que habían dicho su nombre.
Y me sentía avergonzada por la rapidez con la que había reaccionado.
—¿Algo que decir señorita? —y odié el tono de voz que Carla puso para ponerme nerviosa.
Más que nada porque funcionó.
—¿Qué quieres que diga? —intenté sonar lo suficientemente indiferente para que me tomasen en serio pero cualquier rastro de ese esfuerzo fue opacado por el rubor que teñían mis mejillas.
—No sé, por ejemplo que estás orgullosa porque tu novio ha ganado un premio por ser el mejor futbolista juvenil —dijo Sira con las cejas enarcadas.
Para ella, mi relación con Gavi iba viento en popa.
Por no tentar a la suerte más de lo que estaba no le conté a nadie más lo de nuestra relación falsa. Bueno, eso si quitaba a Pablo y Carla de la ecuación. Y, evidentemente, Pedri que se había enterado porque su gran amigo se lo había contado.
Quitando esas tres personas no sabía que nadie más lo supiese.
Carla me miró significativamente.
—Me alegro por él —suspiré tragando saliva.
—¿Estás segura? Porque por tu cara diría que lo único que quieres hacer es pegarle un puñetazo en la cara —otra mirada significativa por parte de mi amiga.
Me limité a encogerme de hombros.
—¿Y porque debería hacerlo? —por ser el capullo más rastrero de este mundo, quizás.
Mi subconsciente habló por mí, y agradecí que nadie más pudiese escucharlo.
Enrollé con el tenedor los fideos chinos que había traído Sira —y sí, con el tenedor porque nunca he sabido usar los palillos a pesar de la constante insistencia de mis amigas—, mientras rezaba porque cambiasen de tema a otro en el cual me sintiese más cómoda.
—¿Piensas ir? —rompió el hielo Carla.
Me sentí confusa cuando giré mi cabeza para dedicarle a mi amiga el mejor frunce de ceño que podía tener.
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Give me your love, darling
Teen FictionLa mejor manera de hacer las cosas nunca será la correcta. Un buen ejemplo es la historia de dos almas apasionadas y muy diferentes. Ambos aman lo que hacen y ambos no entienden la pasión del otro. Pero lo que siempre a dejado claro la vida, es que...