Capítulo 19

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"Las víboras usan bolsos Chanel"
(3º parte)

DANIELA

*3 horas antes*

—Aún no entiendo cómo has acabado así —murmuré ayudando a Pablo a sentarse en el sofá.

—Hay algo que se llama alcohol, creo que te refieres a eso —dijo él, soltando una risotada.

—Quédate aquí —ordené.

En cuanto me indicó con una mano la señal de "si señor" me encaminé hacia la cocina, agarré una botella grande de agua y se la tendí.

—Bebe.

—Espero que sea una buena cerveza —y volvió a reírse con su propio chiste. 

—Pablo, bebe —ordené abriendo la botella y acercandosela en la cara.

Frunció el ceño pero se llevó la botella a los labios. Le pegó varios tragos antes de devolvermela.

—¿Estás contenta?

—¿Sigues estando borracho? —pregunté.

Él asintió con la cabeza y sonrió.

Pues claro que lo estaba.

—Entonces no. Bebe.

Me sorprendía ver a Pablo así de afectado, por lo que me habían contado él siempre era un buen chaval. De los yernos que quieres para tus hijas. Además de que él nunca haría nada que pusiera en peligro su carrera y su destino en el Barça.

Y mira que yo no entendía mucho del día a día de un futbolista pero estaba segura que arrasar con un mini bar entero no entraba en la dieta de la nutricionista.
Ni siquiera Ansu bebía tanto, y a él le encantaba el alcohol.

Pablo rodó los ojos y dejó la botella en la mesa.

—Estoy cansado de beber esto —se quejó.

Suspiré agotada y volví a la cocina. Esta vez volví al sofá con una taza de café en mis manos.

—¿Qué es? ¿Es un vodka limon? —preguntó ilusionado, en cuanto le puse el café en las manos su expresión se amargó.

—¿Qué? Has dicho que querías beber otra cosa.

No rechistó mucho más y se bebió el café. Pasó una media hora hasta que por fin encontré un poco de lucidez en su mirada. Y suspiré aliviada cuando me habló sin arrastrar las palabras.

Me quedé un rato mirándolo, pensativa.
Se veía a leguas que él no era así.

Y si una persona como yo que ha pasado dos días con él puede verlo, cualquiera era capaz de hacerlo.

Al parecer se percató de que le observaba demasiado y me devolvió la mirada.

—¿Qué? —me preguntó. Ambos sabíamos la respuesta que le seguía a esa pregunta.

—¿Por qué? —comencé a preguntar.

—No te importa —refunfuñó cruzándose de brazos.

Give me your love, darlingDonde viven las historias. Descúbrelo ahora