Capítulo 27

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"El chico de oro"

GAVI

—Perdona, ¿cómo dices?

Mi palabras fueron simples y cortas, como las de un niño que no entiende muy bien lo que le están diciendo.

Pero supongo que así era yo, simple y un poquito cortito de mente. Porque en estos momentos Xavi, mi entrenador, me estaba soltando la noticia más impactante de mi efímera vida.

Tan surreal que parecía que me estaba vacilando.

—¿Es que no te ha gustado la noticia?

Me miró con los brazos cruzados y una sonrisa radiante en la cara mientras que se apoyaba ligeramente en la mesa de su escritorio.

Con un aura tan tranquila que a mí me ponía de los nervios.

—Pero-, ¿cómo? Si el mes pasado tenía la mitad de votos que ahora.

—No lo sé, chaval, se ve que durante este mes habéis hecho las cosas bien Torre y tú. Supongo que habrán olvidado el incidente de aquel partido.

Pues yo no, la verdad.

Nunca antes, en la historia de los jóvenes y los cabreos más grandes del mundo, me había cabreado tanto un tío. Él me repudiaba, evitaba cada sonrisa que le dedicaba, me lanzaba pullitas sobre lo cabrón que era cada vez que soltaba una puta frase—y cualquiera era suficiente material para machacarme descaradamente. Y yo no solía ser una persona que se crontrolase meditando y esas mierdas.

Eso era lo que más me jodía, no poder lanzarle un puñetazo directo a esa sonrisa fanfarrona de chico que no ha roto un plato en su vida.

Solo Dios sabía lo que me picaba la mano cada vez que lo tenía delante. 

Pero claro, eso no se lo iba a decir al mismo que nos había impuesto permanecer juntos de lunes a lunes.

Desde el incidente del clásico la gente nos tachaba de mal compañerismo e inmaduros—y no les faltaba razón. Pero también nos perjudicó en un momento bastante peliagudo de la temporada; las nominaciones. El mes pasado, una semana antes del incidente, me habían nominado para el Golden Boy—uno de los títulos más importantes de mi carrera.

Para ponernos en situación si el Balón de Oro era toda una gloria para los veteranos del fútbol. El Golden Boy era una gloria para los jugadores jóvenes. Era el Balón de Oro de los jugadores noveles.

Y después de mi pelea con Pablo lo último que me esperaba era encontrarme en la cima de aquella dudosa elección. Me encontraba en el podio, el número 1, el ganador, el nominado.

Joder, ¿como coño había pasado?

Todo había que decirlo, Xavi nos había implantado un castigo bastante severo. Durante todo lo que llevamos de tiempo entrenábamos juntos, hacíamos las entrevistas juntos, salíamos juntos.

Joder, si casi cagabamos juntos.

No nos llevábamos mejor, pero se nos daba bien eso de aparentar delante de los medios.

—Entonces...

Sonrió con orgullo.

—Es tuyo, chaval.

Solté un suspiro de alegría e intenté reprimir todas las ganas que tenía de darle un abrazo—claramente no con mucho esfuerzo. Así que le di un abrazo y él me estrechó dándome palmaditas en la espalda.

Ese cálido abrazo me recorrió cada centímetro de piel quebrándome a cada paso el corazón. Ese abrazo era el de alguien que sabía hacerlo, que lo hacía con sentimiento y con pasión. ESE era el abrazo de un padre.

Give me your love, darlingDonde viven las historias. Descúbrelo ahora