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 – Quiero sentirte, Luke. Ahora. No puedo más.

Su imploración es una tortura para mi. Las prendas de las piernas consiguen hacerme todavía más daño cuando escucho su voz, sus gemidos, su respiración. Cuando escucho la llamada de su cuerpo. Me estoy poniendo muy nervioso. Y aunque quiera mantener el control, Willow es mi mayor perdición. Su blanca espalda luce hermosa y suave. Su cabello cae en cascada por sus hombros y yo proceso a acercar mis labios a su piel. Cierro los ojos y mientras la beso, ruego por tener más momentos como este a su lado. Ruego para que nada ni nadie nos separe.

Su piel se eriza al instante y de mi rostro luce una gran sonrisa debido a ello. La rodeo lentamente al mismo tiempo que poso una de mis manos sobre su cuello y la acaricio hasta situarme delante de ella. Levanto su mentón y cuando sus ojos se clavan en los míos, me pierdo en su profunda y suplicante mirada. Nunca la había sentido tan mía. Ahora es cuando entiendo que ella confía plenamente en mi, cuando deslizo ambas manos por todo su cuerpo hasta introducir mis dos dedos por su entre pierna. Ella cierra los ojos y abre la boca, jadeando mientras que echa la cabeza hacia atrás y me permite todo el acceso que pueda tener a su cuello.

No obstante, la sujeto por la espalda con mis manos y la empujo levemente con mi cuerpo hacia mi cama, donde allí la tumbo cautelosamente y me posiciono encima de ella. Me bajo el pantalón y mis calzones y seguidamente introduzco nuevamente mis dedos en su interior. Ella gime. Una melodía dulce para mis oídos. Su humedad baña mis dedos, una sensación especial y de confianza que deposite en mi. Lentamente los saco, ella abre los ojos y aprovecho a deleitarme con su sabor. Sus mejillas se tornan de un color rojo pero su sonrisa crece en su rostro cuando me contempla hacerlo. Ambos sabemos que esto es nuevo para los dos. Y nos encanta.

Willow abre sus piernas y mueve su cadera contra la mía, pidiéndome suplicante sentir más de mi. Me muerdo el labio inferior sin ser consciente, hasta que ella se acerca y me besa de forma profunda, rozando su lengua con la mía y enredando sus dedos en mi cabello mojado. Y es entonces cuando no puedo más, cuando siento que tengo que calmar mi fuego de alguna manera. Acaricio sus mejillas mientras que nuestros besos se hacen cada vez más y más húmedos. Escucho sus suplicas a través de los gemidos en mi boca. Gruño. La agarro por la cintura y sin contenerme más entro en ella con una embestida. Su cuerpo se rinde ante el mío. Su boca se abre y grita. Permanezco quieto, esperando a que su cuerpo se acostumbre a algo nuevo a la vez que espero y suplico muy dentro de mi que ella abra los ojos y me de una señal de que todo está bien.

WILLOW. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora