Hoy es un día horroroso, la lluvia cae con fuerza empapando los árboles, los pájaros, los campos del cementerio donde estoy situado mientras me escondo tras las largas ramas para observar a la misma chica por enésima vez durante la semana. Suele visitar a su difunto padre cada día, y yo, a pesar del desorden de mi vida hago hueco para acompañarla sin que sepa de mi presencia. Me preocupa más de lo que cree puesto que no confía en nadie, todos le hacen daño, se burlan y la humillan. No confía en mi tanto como me gustaría. Llevo medio año detrás de ella, asegurándome de que acude a la consulta cada jueves, de que se encierra en la misma habitación cuando Kimberly la espera con la libreta de sus desgracias apuntadas sobre sus rodillas. Willow no sabe que soy capaz de escabullirme por el centro psicológico, por su instituto, entre la gente que la rodea sin que ella sea consciente de que huelo el rastro de su perfume a rosas. No pertenezco al mismo instituto que ella, aunque me gustaría para poder salvarla de situaciones tan incómodas como las que tuvo que soportar la semana pasada. De hecho recuerdo a Dereck, es fácil identificar al demonio cuando se muestra orgulloso por una mala acción.
Cuando conocí a Willow, borracho como siempre, honestamente no me importaba una mierda. Por desgracia, soy un gilipollas con las chicas, les echo un polvo rápido y hasta luego. Pero aquella noche, encontrarme con Dereck, me hizo cambiar. No quería ser un tipo así. Willow me ha cambiado la vida, la ha puesto patas arriba y ha conseguido que mi corazón palpite cuando me acerco a ella. Observarla llorar y abrazar la tumba de su padre sin importarle un mínimo la tempestad que lo cubre todo, provoca la aparición de un nudo en mi garganta.
Me gustaría acercarme, ofrecerle mi chaqueta y rodearla con mis brazos para consolarla, pero tuvimos una discusión y desde entonces no quiere verme. El motivo fue su aspecto físico. No paraba de decir que estaba gorda, que el espejo de su habitación se lo mostraba claramente cuando se miraba en él. Quise destruilo de un puñetazo. Al negarme a tal tontería rompió ella el espejo con sus propios nudillos. Intenté detenerla, pero era escurridiza, se movía por la habitación con rápidez y era imparable. Volvió a romper en llanto y cada vez que eso ocurría me mataba lentamente por dentro, el nudo de mi garganta se ceñía con más fuerza y las lágrimas del dolor por ver cada uno de sus huesos sobre saliendo por su piel salieron sin demorarse un segundo más. Estaba anormalmente delgada.
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WILLOW. ©
RomanceDespués de una noche larga y oscura surge la incertidumbre de tus actos. Lo único que recuerdas es una pluma negra y unos ojos cuyos no sabías que en ellos se encontraba el mismísimo infierno. Con todo lo ocurrido no puedes confiar de la misma maner...