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¿Quién me diría a mi que era capaz de mentir a un agente policial? ¿Cómo he sido incluso capaz de negarme a mis propios principios? Estas son algunas de las preguntas que me formulo mientras escojo algunos aperitivos de la tienda más cercana a la playa. ¿Por qué demonios he bajado de la montaña solo para comprar esta mierda? Sacudo la cabeza sonriendo mientras pienso que me estoy volviendo loco. Ahora me toca subir hasta la cima, y puede que me lleve unos diez minutos hasta que llegue hacia el lugar donde he dejado a Willow descansar sobre una roca mirando el mar. Al finalizar la compra, salgo de la tienda y esfuerzo la vista buscando a la joven para asegurarme de que lo que estoy viviendo no se trata de un simple sueño.

El camino de vuelta me toma más tiempo de lo que pienso pues la cuesta empinada y el calor sofocante son las causas por las que mi aliento es casi inexistente. Aún así, continuo luchando por llegar hasta arriba como si realmente la chica que está allí esperándome se trate de algo más que eso; una chica.

Me apoyo sobre las rodillas, notando como el sudor de mi frente y de todo mi cuerpo retrata todo mi esfuerzo, levanto la cabeza tras tomar un poco de aire y dirijo mi mirada hacia el lugar donde debería de estar ella sentada. Tanto la gorra como las gafas que llevaba puestas reposan sobre el terreno. Mi corazón comienza a palpitar cuando veo a Willow tan cerca del barranco. Las olas golpean las rocas desde abajo, formando una cortina de agua que asciende por unos segundos hacia la altura de la montaña. La goma de su cabello se esfuma por el viento dejando libre su cabello. Me acerco sintiendo como el corazón está a punto de salir de mi pecho si algo trágico sucede. Repentinamente, Willow extiende sus brazos y mis ojos se abren sin dar crédito a sus locos pensamientos. Es entonces cuando dejo caer la bolsa de mis manos y me aproximo fugazmente para agarrarla por la cintura y apartarla del precipicio. Ella se resiste y me golpea despidiendo innumerables gritos que aterrizan sobre mi oído como flechas ensordecedoras mientras se las ingenia para escapar de mis brazos.

–¿¡Se puede saber qué estás haciendo!? ¡Suéltame!

– ¿¡De verdad quieres cometer tal locura!?

WILLOW. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora