Después de una noche larga y oscura surge la incertidumbre de tus actos. Lo único que recuerdas es una pluma negra y unos ojos cuyos no sabías que en ellos se encontraba el mismísimo infierno. Con todo lo ocurrido no puedes confiar de la misma maner...
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Hola, Willow. Honestamente, no sé como empezar a decirte todo lo que pienso y todo lo que siento. Nunca había hecho esto por nadie. De hecho, jamás me había tomado el tiempo de buscar a mi padre. Ese hombre que un día se marchó de casa y abandonó a mi madre. Los tres no nos sentíamos bien, especialmente Liam y mi madre. Liam era el favorito de mi padre y empezó a cambiar cuando él se marchó. Normalmente, Liam causaba muchos problemas en el colegio, se peleaba con sus compañeros, rompía el corazón de las chicas... Cada día era un desastre. Mi madre y yo sabíamos que no era un mal chico. En cuanto a mi, yo también cambié un poco. Me volví un poco más desconfiado con la gente, trataba de ser un chico correcto y no cometer ningún error. Quería ser perfecto. Pero descubrí que la imperfección es la verdadera perfección. Descubrí que tenía que vivir mucho más y dejarme llevar por los impulsos que había estado reprimiendo hacía mucho tiempo. Mi madre siempre me habló de ti, y cuando te vi en el salón de mi casa por primera vez, supe que ya no podía ser correcto porque estaba perdiendo totalmente la cordura.
Nuestras vidas no son fáciles, pero todavía somos jóvenes. Quiero que no te escondas de mi, quiero que cuentes conmigo y que te desahogues cuando lo creas necesario. Mi conexión contigo es cada vez más fuerte y sólo tú eres mi única debilidad. Y tengo miedo. Tengo miedo de perderte. Estos días en la playa han sido muy especiales. Me ha gustado unirme a ti cada noche y despertarme cada mañana observando como dormías plácida y profundamente. Sin pensar en nada, sin preocuparte de nada. Porque sabías que yo estaba ahí, a tu lado. Y me gustaría que te sintieras así cada día de tu vida. Me haría muy feliz saber que te sientes protegida y amada por mi. Aunque, ahora, sentado en el escritorio de la habitación del hotel, mientras observo como tus ojos permanecen todavía cerrados y tu cuerpo tendido sobre la cama, soy consciente de que descubrirás que he leído tu diario. Y lo siento. Pero estoy aquí, ahora y todo cuanto tiempo tú me lo permitas. Contigo.
