La tormenta emana su sonido en el exterior, las gotas chocan contra el cristal del gran ventanal de la habitación, el aroma a tierra mojada y a humedad se cuela entre las rendijas permitiendo que aspire con los ojos cerrados y sienta la calma. Pero no puedo sentirla. Nunca me he encontrado en una situación así. Dirijo la mirada hacia el cuerpo de mi madre que yace tumbado sobre la cama en el medio de la estancia, sus manos caen a los lados de su cuerpo, el pelo castaño lo tiene recogido en lo alto de la cabeza, su piel, todavía pálida, se encuentra un poco agrietada. Me acerco y cojo el bote de crema que hay en la mesita, echo un poco en mis manos y después con suavidad se la extiendo por sus brazos, sus manos, dedos, su cara y después vuelvo a repetir la misma acción cogiendo el bote de crema para continuar por las piernas y los pies. Hago esto todos los días. Liam se ha ofrecido varias veces a quedarse con ella por las noches por si despertaba, pero muchas de ellas se lo he negado porque tenía la esperanza de que despertaría. Cada vez lo veo más complicado. Me detengo para mirarla unos segundos, después a la máquina y finalmente a ella de nuevo. Me cuesta verla así. Lleva casi dos meses en esa cama del hospital, sola, luchando internamente contra la muerte para volver. Lo sé. Sé que lo está haciendo porque ella jamás se rinde fácilmente. Quizás por eso sintió una conexión muy fuerte con Willow cuando la conoció y puso mucho más interés en ayudarla. Ambas conservan una fortaleza que yo jamás llegaré a tener.
Una lágrima se desliza por mi mejilla, la limpio con mis dedos, los cierro y vuelvo a mirar por la ventana. La lluvia cae cada vez más fuerte, los truenos son más escandalosos y los rayos se unen formando un hilo en el cielo oscuro. Necesito respirar. Arropo a mi madre con las sábanas y la manta de la cama y antes de desaparecer por la puerta le echo un rápido vistazo. Al girarme para adentrarme en el pasillo, me choco con una de las enfermeras. Aprovecho la ocasión para preguntar sobre el estado de mi madre, pero todavía no sabe darme una respuesta clara, simplemente que sigue estable pero que no hay inicios de que despierte pronto. Agacho la cabeza y me esfuerzo por no derrumbarme ahí mismo, cojo aire y con los ojos húmedos le pido que me avisen si hay algún acontecimiento sobre el estado de mi madre. La enfermera, de tez morena, pelo rubio teñido recogido en una coleta y con su libreta entre los brazos asiente y se va para continuar con su trabajo. Sigo caminando hasta que encuentro la salida principal, me refugio debajo del techo y echo la cabeza hacia atrás. Siento la lluvia en la cara cuando una corriente de viento la desvía hacia mi.
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WILLOW. ©
RomanceDespués de una noche larga y oscura surge la incertidumbre de tus actos. Lo único que recuerdas es una pluma negra y unos ojos cuyos no sabías que en ellos se encontraba el mismísimo infierno. Con todo lo ocurrido no puedes confiar de la misma maner...