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El calor ha humedecido mi cuerpo durante las horas que llevo en la misma montaña junto a ella, quien se restriega las lágrimas secas de las mejillas con sus dedos, después come el último Dorito de la bolsa que le he ofrecido y me dedica una tierna sonrisa que provoca en mi un sentimiento indescriptible. El carmín de sus labios se ha difuminado manchando levemente parte de su barbilla, me fijo en estos intentando controlar mis deseos por acercarme y probarlos. No entiendo lo que me está sucediendo. Me quedo un rato más mirándola mientras confiesa algunas de sus anécdotas más increíbles vividas en las afueras de Oxnard junto a sus familiares. En cada cosa que me cuenta, el nombre de Jack se introduce como si fuese el único protagonista de su infancia. Sonríe como si aún pudiese verlo frente a sus ojos. No obstante, su confesión de estar olvidando el rostro de su padre ha entrecortado su voz como si hubiera recibido una flecha en el corazón.

- Es por eso que le tienes miedo a la muerte.

Comienzo a decir mientras siento como la mirada de Willow se clava confundida en mi, sonrío vagamente desviando la mirada por unos segundos a la fina hierba que acaricio con la yema de mis dedos. Muevo la cabeza aspirando levemente el aire entre mis dientes. Apoyo mi mano sobre la roca por detrás del cuerpo de Willow, aspirando el suave aroma de su propio ser mientras disfruto de su compañía.

-¿Puedes decirme alguien que no le tenga miedo a la muerte?

Se muerde el interior de su mejilla negando la cabeza sin dejar de mirarme a los ojos.

- Si nadie teme a la muerte, ¿por qué cuando se nos presenta algo desconocido tememos? ¿Simplemente por que es desconocido o por que pensamos que lo desconocido puede hacernos daño? Que puede matarnos.- cojo aire y lo suelto por la nariz mientras tomo su mano y extiendo delicadamente sus dedos orgulloso de que se deje hacer. Sigo las líneas de su piel con mi índice lentamente. - Tú eres inmortal, oh, sí.

-¿Qué haces?

Suelta una carcajada llevándose una de sus manos a la boca, después sacude la cabeza poniendo los ojos en blanco.

WILLOW. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora