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Oxnard,una ciudad con altos edificios construidos con materiales resistentes y protectores, incluidos los ventanales que los rascacielos obtienen no solo se ven fuertes, sino también enormes e increíblemente limpios

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Oxnard,una ciudad con altos edificios construidos con materiales resistentes y protectores, incluidos los ventanales que los rascacielos obtienen no solo se ven fuertes, sino también enormes e increíblemente limpios. Desde la ventana me pregunto si daría vértigo subir hasta esa altura, si se sentía adrenalina o simplemente el temor de no tener tus pies sobre el suelo. Puedo divisar a unos kilómetros el atasco que se forma en las calles principales, el sonido del claxon de todos los quejicas que vuelven del trabajo ansiosos por llenar su estómago vacío. Tal vez uno de ellos puede ser Jack. Me lo imagino en su coche parado detrás de una larga e interminable fila mientras que espera moviendo sus dedos sobre el volante, tocando los botoncitos de la radio nervioso con el fin de distraerse, mirando en la guantera para ver si por suerte se había acordado de comprar el periódico. Y mientras, propablemente él está maldiciendo el tráfico yo sigo en mi habitación esperando su llegada junto a la ventana como cada día.

Encojo mis piernas y tumbo mi cabeza sobre ellas abrazándome, dando un leve repaso a mi desordenada habitación la cual tenía que haber limpiado desde hace una hora. Mi madre me lo ha advertido amenazante con su dedo frente a los ojos, dejando salir la voz más grave que tiene con tal de intimidarme. Aún estoy esperando su llegada para comprobar que no he movido ni un solo dedo, y que no lo haré hasta que me encuentre con los ánimos necesarios. Por suerte, no escucho sus furiosos pasos subir por la escalera ni mi nombre salir por su garganta. Por lo tanto, permanezco sentada observando a través del cristal como las nubes se tranforman en una sola tomando un color oscuro, cubriendo la mayor parte de la ciudad excepto el horizonte. Una de las playas se encuentra tras él, rodeando algunas zonas del puerto el cuyo suele ser habitado por barcos medianos y pequeños.

Un rato después, escucho el sonido de la puerta principal y deseosa por ver y abrazar a Jack salgo de la habitación para correr a toda prisa escaleras abajo. Cuando llego a la entrada observo a mi madre reírse a carcajadas con Ray mientras recibe una bolsa de tomates de su huerto. Me escondo durante los pocos segundos que hablan a la vez que se dedican miradas que desde hace mucho tiempo no veo a mi madre dedicárselas a Jack. Ella se voltea tras cerrar la puerta y se apoya en esta, puesto que me descubre a cierta distancia. Su sonrisa desaparece y su frente comienza a arrugarse. Se encamina hacia la cocina mientras deja salir un largo suspiro y yo la sigo lentamente entre tanto intento descubrir que es lo que acaba de suceder.

Ray es nuestro vecino, es bueno y atento con nosotros desde que vivimos en esta casa - eso, y un hombre que sabe engatusar a las mujeres -, suele traernos algún fruto u hortaliza de su huerto ya que él mismo se dedica a cultivar sus propios alimentos. Jack y él son muy amigos desde entonces, le echa una mano cuando la necesita y además, salen a tomar café todas las mañanas hasta que llega la hora de ir al trabajo. Ray es divorciado, la gente dice que su mujer le dejó por infiel pero nadie desconfía de un hombre que siempre tiene una sonrisa en la cara y ayuda a sus vecinos más mayores a llevar las bolsas más pesadas de la compra. No obstante, y es una lástima, que esté empezando a ser yo la primera en desconfiar de él.

WILLOW. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora