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Un día en la mañana, mientras yo estaba perdido en mis pensamientos fumando un cigarrillo y bebiendo una copa de whisky en el bar, mi madre me llamó varias veces. Me negué a coger la llamada. Sabía lo que era puesto que le había pedido que no me llamara si no era nada importante. Y con eso entendió perfectamente a qué me estaba refiriendo. Suspiré. Me bebí la última copa de un trago y apagué el cigarrillo en el cenicero que tenía al lado. Me despedí del camarero con un vago gesto y me puse la gorra en la cabeza. Fuera llovía y la tierra temblaba bajo mis pies cada vez que los truenos resonaban desde el cielo. La tormenta aumentaba su fuerza con cada paso que daba. Sin embargo, yo caminaba lento escuchando en mi cabeza una voz diciéndome: ''aléjate, has hecho todo lo que has podido. Vete y deja que ella sea feliz.''

— Vete y deja que sea feliz... — me lo repetí innumerables veces auto convenciéndome de que debía estar a kilómetros de la ciudad y no a escasos metros de la casa de Luke. — Vete, Evan... ¿Qué coño estás haciendo aquí? Menudo imbécil. ¡Menudo imbécil, joder! — golpeé la primera piedra que vi a mis pies y me estiré del cabello sintiendo el corazón encogerse al mismo tiempo que un trueno volvía a rugir en el cielo.

Después de varias horas aguardando la tempestad bajo un techo, recuerdo que llegué a casa borracho, tambaleando por todas las partes de mi casa hasta que mi madre logró cogerme por los brazos y después de vociferar con furia y lágrimas en los ojos, me abrazó tan fuerte que no pude contener hundirme en su hombro. Susurré que lo sentía, que no podía hacerlo. No podía soportar ver como Luke la cuidaba mejor de lo que podría haberlo hecho yo.

Me he despertado y lo primero que he visto ha sido mi móvil. Tengo notificaciones de todo el mundo menos de ella. Antes hablábamos más. ''¿Y qué esperabas después de todo?'' La voz de mi cabeza se pronuncia por enésima vez esta semana. Y es verdad. ¿Qué es lo que espero que pase? ¿Qué Willow me llame después de haberle dicho que lo mejor era separarnos? Cierro los ojos sentándome al borde de la cama. Aún recuerdo su mirada en aquellas escaleras del hospital. Una súplica se visualizó en su mirada, la sentí en mi interior cuando sus puños me agarraron de la camiseta para evitar que me marchase. Sacudo la cabeza. ¿Y si me estoy volviendo loco? ¿Y si estoy pensando algo que no es? Creo que sólo me estoy sugestionando, como siempre. Un chico como yo, problemático, drogadicto, borracho y roto, no se merece una chica tan perfecta como ella.

WILLOW. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora