Capitulo 27.

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Por algún motivo que aún no conozco sé que la presencia de Steven le molesta, incluso en algunas ocasiones me encontraba descubriendo como evitar hacerlo pasar por una situación similar.

En cambio el mencionado no parecía percatarse de las actitudes de su socio, lucia relajado y cómodo a mi lado. En el camino al patio saludo a un par de personas amablemente. Mi brazo siempre fue entrelazado con el suyo, de esa forma igual me sentía segura en esos tacones delgados.

Debía ser sincera conmigo misma respecto al atuendo que llevaba puesto; era hermoso y me sentía empoderada. Pero siempre había una pequeña espina dentro de mi subconsciente que me ponía alerta y ocasionaba que un amargo sabor en la boca se instalara.

Era una pena.

–El jardín es una de las pequeñas joyas de mi madre –La voz de Steven me hacen tener que girar la cabeza un poco para poder ver como sonríe tranquilo–, ha estado en nuestra familia por muchas generaciones. Madre solía llevarme con ella de niño para darle mantenimiento a algunos lugares, de verdad lo cuida como si fuera una persona.

–Tu madre suena muy linda. –Comento sincera, el me observa y asiente como si recordara algo agradable suspira.

–Es muy linda persona, me encantaría que siguiera cuidando de sus plantas.

– ¿Qué? –Pregunto pasmada, me detengo abruptamente parpadeando con velocidad– Ella esta

– ¿Muerta? ¡No! –Responde soltando una carcajada fuerte, niega divertido observando mi rostro– Tranquila, esa señora solo está de vacaciones en Paris con mi abuelo.

–Dios, que susto. –Murmuro llevándome una mano al pecho– Creí que había metido la pata.

–Si vi. –Ríe bajito, me hace andar un poco más mientras regulo el susto que me acabo de llevar y finalmente termina deteniéndose cerca de un barandal de cemento que luce como de un castillo– Te presento al cielo en la tierra, Haley Dickens.

Abro la boca asombrada, un montón de plantas y flores se desplazan en lo que mi campo de visión apenas alcanza a ver. Hay muchas luces adornando los caminos sobre el césped que solo le dan el toque mágico. Podrida incluso perderme y sentir que estoy en un cuento de hadas.

–Es hermoso. –Murmuro embriagada de la hermosa vista.

–Lo es. Madre siempre se esforzó por dejarle ese aire de época.

–Tu madre hizo un grandioso trabajo. ¡Incluso hay un laberinto de arbusto! –Exclamo alegre, muerdo mi labio emocionada y me suelto de su brazo para verle de frente– ¿Podemos ir ahí?

Steven pestañea con una sonrisa de oreja a oreja antes de asentir, casi me contengo de dar saltitos y chillar al ver su confirmación.

–Te ves realmente emocionada.

–Lo estoy. –Confirmo– La naturaleza siempre me ha gustado demasiado, me ha parecido una fuente a la que puedo ir y encontrar la paz y cordura que me puede llegar a faltar.

–Mi madre te amaría, estoy seguro. Algún día te la presentare.

–Sería un honor. –El asiente sonriente, guiándome por una escalera de cemento al terminar un mesero hace un asentimiento cuando nos detenemos.

–Nos pueden llevar una botella de Moet al laberinto, por favor, y dos copas.

–Sí señor. –Responde el muchacho antes de desaparecer escaleras arriba.

El camino hacia el laberinto es estupendo, cruzamos un pequeño puente que cruza por un pequeño lago, estoy segura que de día debe de verse trasparente esa agua y Steven se asegura de mencionar que contiene peces.

Inesperado.(#1SagaAnderson) (CORRIGIENDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora