11. Compras

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—¿Qué opinas de esta camisa?

—No… No me gusta.

—¿No?

—No.

WonWoo estaba comprando ropa para asistir a la boda del sobrino de la señora Kim, MinGyu. No era un tipo muy formal, y si lo era vestía de camisas de colores planos, algún sastrero y chaquetas de mínimo veinte años que compró en ferias a menos de cincuenta mil wones –en pocas palabras lo que usaba para ir al trabajo–. JeongHan, quien también estaba invitado, insistió en que debería verse más formal y pulcro ya que se trataba de una boda civil y no un encuentro en un bar con amigos.

«Ya sabes, no te estoy pidiendo un traje que cueste un ojo de la cara pero sí un poco de elegancia» dijo JeongHan, cansado de repente por el nulo esfuerzo que le ponía su novio a su apariencia en eventos como ese.

—Oh, ven, ven, ven. ¿Qué te parece ésta? Va a ir genial con el traje oliva que tienes —llamó, mostrando la prenda que tenía en manos.

—¿Acaso es escotada–? ¡JeongHan! Tú eres el primero que dice que debo ir clásico.

—¡Pero si es clásica! ¡Clásica, formal y elegante!

—¡Voy a mostrar medio pecho con esa camisa! —exclamó tomando dicha camisa entre manos, estirándola para apreciar con claridad el pronunciado escote que poseía.

—¡Tienes un pecho y clavículas espectaculares! ¡Anda! A la Sra. Kim le encantará.

—¡Tú sabes que la opinión de Il-hwa no vale en este asunto!

—¿Necesitan ayuda, caballeros? —interrumpió entonces una jovencita de traje, trenzas y labial tinto; trabajaba en el local como asesora, fue la primera que les atendió apenas llegaron a la tienda.

—De hecho, sí —se adelantó el castaño, arrebatando la camisa—. Verá, el caballero de aquí tiene una espalda bastante amplia pero una cintura minúscula —señaló la cintura del azabache y haciendo la típica seña con los dedos, WonWoo sólo cubría su rostro en signo de vergüenza, casi dando la espalda a la situación—. ¿Qué talla nos recomienda para ésta camisa? ¿Una S o M?

—La que tiene usted es un L, y tomándolo como referencia creo que le irá mejor un M considerando que es un poco ceñida al cuerpo. ¿Se las traigo?

—Por favor —volvió a adelantarse.

—¿Por qué haces estas cosas? Eres peor que una madre… —murmuró WonWoo, abatido—. Ya no podré volver a esta tienda por tu culpa —continuó murmurando maldiciones, pero JeongHan sólo hizo oídos sordos.

En un par de minutos la mujer volvió con la camisa y una talla más pequeña, en caso de que quisiera probarla o comparar tamaños. JeongHan le agradeció sonriente y tuvo que arrastrar a WonWoo hasta el probador. Otros minutos más pasaron sin señales del azabache, minutos que aprovechó para pasearse por el local con desinterés e indignarse por los precios, acostumbrado a ese punto a los bajísimos precios de las ferias que iba con WonWoo los fines de semana.

Fueron alrededor de diez minutos para que el menor saliera del probador, con su misma ropa y las prendas delicadamente dobladas en su brazo izquierdo. Una expresión de decepción se dibujo en su rostro, ¡esperaba que le muestre cómo le quedaba! Al acercarse a recriminarle porqué no lo hizo la muchacha de antes regresó, preguntando con su desprolija sonrisa:

—¿Y qué tal le fue?

—Bastante bien, pero me temo que no vamos a llevarla —respondio cortés el de lentes—. Muchas gracias.

Sin entender qué sucedía, porqué WonWoo lo tomaba del brazo con intenciones de sacarlo o el encantado gesto de la chica, se desligó de su agarre ignorando al azabache.

—Olvide lo que dijo, sí llevaremos la camisa —dijo apenas se encontró con ella.

—¿Está seguro? —se cercioró la asesora, confundida por el cambio de desición no autorizado—. Él me ha dicho que no lo haría…

—No te preocupes, es un cascarrabias —aquello le sacó una risa a la otra, viéndose contagiado por la misma—. Llévame al cajero la M.

—Está bien, señor.

Dicho y hecho, JeongHan compró la camisa y en la salida se encontró al azabache indignado, peor que Pepa cuando no llenan de nuevo su plato de comida.

—Eres muy terco, no te soporto.

—¿Y qué? Si no usas la camisa en la boda la vas a usar para mí. Sigo ganando.

—Ugh… —quejó—. Cállate antes de que me arrepienta y la devuelva.

—¡¿O sea que sí la vas a usar?!

—¡Dame la bolsa!

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