—¿Entonces? ¿Me dirás quién fue tu amor platónico de niño?
—¿Para qué? ¿Para que te burles?
—Dudo mucho que hayas tenido mal gusto, si sales conmigo ahora…
—Y por eso no quiero que sepas, tenía mal gusto.
—Define “mal gusto”.
—Si lo que buscas son patrones no vas a encontrar nada, JeongHan.
—¡Amargado!
—¡Ugh! No quiero escuchar ni una sola palabra luego, ¿bien?
—Síp.
—Absolutamente nada.
—Entendí.
—Hachi de Nana.
—¿Hachi?
—¡Hachiko!
JeongHan cubrió su boca sorprendido, manteniendo el silencio mientras procesaba dicha información. ¿Era acaso verdad lo que sus oídos oyeron? ¿Nana Komatsu? ¿El primer amor de WonWoo? ¿Nana, Hachi, Komatsu?
—¿Qué? No me mires así, JeongHan —dice nervioso—. Ni se te ocurra criticarla porque acabamos lo nuestro ahora mismo.
—¡No! Es solo… No lo esperaba. Tal vez Osaki, no Hachi.
—Te vas a reir cuando conozcas a las demás.
—¿Las demás? —WonWoo asintió— ¡Dímelas!
—No. No quiero que me psicoanalices ni sobrepienses cuando estés solo.
—Para tu información: no haré nada de eso. Tal vez psicoanalizarte, pero ya lo hago. Indagar entre tus traumas es mi diversión del día a día —y de hecho, no miente. Su pareja es probablemente la persona más rica en traumas respecto violencia se trata; la relación entre el azabache y Hachi, él y Hachi, es estrecha.
—Hablando de traumas, ¿me dirás quién fue el tuyo? A ver quién esta peor aquí.
—En definitiva yo no… Creo. Al menos sí te pareces mucho a él.
—¿“Él”? —cuestiona.
—Edward Scissorhands.
—¿Por eso te gusté? ¿Porque nos parecemos?
—No es mi culpa que me gusten las cicatrices, tus cicatrices, pero sí. Eras lo más parecido que hallé.
—Indignante. Simplemente… indignante.