—¡Alto, JeongHan! ¡Para!
JeongHan, quien se encontraba sobre el azabache motándolo, se detiene completamente preocupado por el repentino grito que soltó el mismo. WonWoo tenía las manos firmes en su cadera para minimizar los movimientos que realizaba, y aún cuando ya cesaron el agarre no perdió fuerza.
No traía buena pinta. De un segundo al otro su rostro palideció, había cerrado los ojos y mantenía el ceño fruncido. Era claro que algo anda mal.
—¿Qué pasa? ¿Estás bien? ¿Te hice daño? ¿Te duele algo? —bombardeó de preguntas, quitándose de encima y pasando a sentarse a su lado. WonWoo sólo negó, chasqueando la lengua.
—No… No. No es nada de eso.
—¿Y? —pregunta ansioso, con el latente temor de haberlo lastimado.
WonWoo intentó abrir los ojos, pero de inmediato los cerró con fuerza y cubrió con su diestra. Se mantuvo un par de segundos en esa posición y JeongHan tembló de los nervios, con un pie fuera de la cama dispuesto a ir a buscar alguna pastilla o lo que sea.
—Creo que se me bajó la presión —dijo por fin, regresando de a poco a la normalidad.
—Ah… —suspira JeongHan, aliviado—. Voy a traerte agua.
