JeongHan no es una persona celosa, y aunque algunas veces se le cruce por la cabeza un pensamiento del estilo jamás lo manifestaría en voz alta. Comprende los límites de su novio y ante todo los respeta, porque WonWoo es una persona confiable y honesta, una persona que no duda en comunicarle sus sentimientos y buscar soluciones sanas, reales.
Repito, JeongHan no es celoso. ¿Entonces por qué se encuentra llorando en la vereda de un bar tras huir cual fugitivo, al ver a una mujer hablando con WonWoo y ocupando SU lugar en la barra? Tal vez era el alcohol en la sangre, o la forma cariñosa en la que aquella desconocida se abrazaba de su brazo y el menor dejaba que acaricie su cabello, justo cuando él era el único que tenía la libertad de hacerlo. Seguramente se trata de alguna vieja amistad, WonWoo cuando abandonó su pueblo natal dejo muchísimas cosas atrás; pertenencias, amistades, estudios, todo. Se había borrado del mapa y no permitió que nada ni nadie se comunicara con él.
Sí, lo más probable es que sea eso. WonWoo no tendría una aventura, su consciencia no podría soportarlo. Recuerda con claridad la vez en la que un día le confesó que se besó con otro hombre en una fiesta, arrepentido de su error y al borde de las lágrimas mientras le relataba lo sucedido, diciendo que si quería dejarlo estaba bien. Aquella fue la muestra suficiente de que era una persona decente y que iba en serio con la relación; nada de juegos, mentiras, engaños.
WonWoo no sería capáz de tener un amante, lo sabía. ¿Por qué le dolía el corazón? Se sentía como un niño caprichoso que necesita atenciones constantes y que para que se le pase el capricho lo dejan llorar hasta que se canse, solo que JeongHan no es un niño ni se siente en la posición de exigir respuestas de algo que es obvio. Lo único que compartían en común era el último punto: llorar hasta que el capricho se les pase. WonWoo estaría divirtiéndose con esa amiga, poniéndose al día o charlando de quién sabe qué cosas, no creía que se diera cuenta de su ausencia. ¿Verdad?
¿Verdad?
—Aquí estás —escuchó a sus espaldas, la grave voz del hombre seguido de sus cautelosos y silenciosos pasos, tales como los de un minino cazando—. ¿Por qué no me avisaste de que saldrías? Estuve esperándote.
JeongHan negó con la cabeza, sin dirigirle la mirada aún cuando éste se sentó a su lado.
—Mi hermana —dijo en un débil tartamudeo, forzando la voz para que no suene a que había llorado—; su marido llamó hace unos minutos, tuvo un accidente. No pude avisarte, además estabas hablando con alguien. Sabes que detesto interrumpir.
—¿Ae-Rim tuvo un accidente? —repitió en tono dudoso; lento, despacio, deteniendose en cada palabra.
—Sí.
WonWoo encarnó una ceja, y JeongHan al instante se dio cuenta de que no le creía, pero no dijo nada. Su mirada seguía clavada en la solitaria calle de viejos edificios, iluminada apenas por falores de colores cálidos que contrarrestan el obscuro cielo nocturno. El silencio se plantó entre ambos. JeongHan lo evitaba, y WonWoo lo buscaba. Un sube y baja constante el cual nunca se detenía ni balanceaba.
—La mujer con la que hablaba era la antigua pareja de mi hermano, Se-Ryeon. Te hablé varias veces sobre ella, fue quien me ayudó a salir de ese lugar —explico sin necesidad de ser cuestionado en voz alta—. Nos cruzamos de casualidad en la barra. Quiere conocerte, pero supongo que será en otra ocasión.
WonWoo no lo miraba, se dio cuenta cuando notó la sinceridad en sus palabras. Las tenues luces anaranjadas se reflejaban en el vidrio de sus anteojos y su negruzco cabello se pierde entre las gotas de llovizna.
—No puedo obligarte a que no desconfíes de mí, si te hubiese encontrado en la misma situación probablente esté celoso también. Pero, —se detuvo para encararlo, serio y sin rodeos en su tono— sí puedo demostrar lo mucho que me importas, tus sentimientos y nuestra relación, lo que tenemos. Eres un pilar en mi vida, la razón de mi felicidad y lo que me motiva a seguir todavía aquí. Sabes que sacrificaría todo de mí para verte bien, logres tus objetivos, seas feliz, porque te amo JeongHan. Te amo, y nadie puede poner en duda mis palabras.
Un sollozo se escapó de los labios del castaño, y las lágrimas dejaron de diferenciarse con las de las nubes.
—Lo siento, fue ridículo —burló JeongHan su actuar, pero WonWoo mantuvo la seriedad.
—No, no fue ridículo. Tuviste tus razones, y eso está bien.
Un sollozo tras otro, le siguieron todos en fila. En un bruto intento de acallarlos y limpiar los rastros de agua salada de su pálido rostro sintió los fuertes brazos del mayor acobijarlo, dándole aquél consuelo que no sabía que necesitaba.
—¿No quieres volver al bar, verdad? —JeongHan negó, recostando su cabeza en el pecho ajeno—. ¿Y qué te parece si damos una vuelta por el parque?
—¿El parque? Pero si esta lloviendo… —preguntó, incredulo ante tal propuesta.
—¿Y? Eso lo hace más divertido, y hasta romántico me atrevo a decir. ¿Que no fantaseabas con un beso bajo la lluvia?
—Cuando era adolescente. Ahora soy un adulto, somos adultos. ¿Qué pasa si pescamos un resfrío? —replicó, separándose para observar la amplia sonrisa cómplice del menor.
—Si te resfrías yo te cuidaré, lo prometo.
