13. Anuario

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—¿Éste eras tú?

—Síp. Ese era yo.

WonWoo soltó un jadeo fascinado, pasando las hojas y deteniéndose en cada una, tomando las fotos que llaman su atención y analizándolas a detalle.

—Eras precioso —dijo, sosteniendo la foto con un JeongHan de diecisiete años posando con el rosal detrás—. Es imposible que te vieras así de durante tu adolescencia, yo era un garabato a tu lado.

—No lo creo… —dudó el castaño— Nana me ha mostrado una foto tuya cuando tenías diecinueve. Eras demasiado atractivo para tener diecinueve.

—Porque tenía diecinueve —aclara—; me había rescatado un poco. A los diecisiete era horrible.

—Me niego a creerlo.

WonWoo continuó pasando las hojas, y se detuvo al ver la planilla de sus notas del último año.

Diez… Diez… Diez… Nueve… Diez… Cinco… ¿Qué? Espera, espera. ¿Cinco? ¿Por qué todo es diez y hay un cinco regalado? —cuestionó, sorprendido y asustado de ver los dos primeros trimestres con cinco y el último con diez junto la nota del compensatorio. JeongHan soltó una risa nervioso—. Por favor, te ruego, para que me digas que no hiciste nada ilegal.

—Claro que no. Odio deportes, falté todas las clases del año y durante todos los años, sólo iba cuando pedían exámenes teóricos —explica.

—Eso no responde mi pregunta. ¿Por qué un diez?

—El profesor era nuevo, y sorprendentemente lo único que quería era verme dar una vuelta por la cancha y jugar al fútbol… No me hagas esa cara, regalaba las notas a cualquiera que estuviera presente.

—Sigue siendo extraño —murmuró, sin creerlo por completo—. Pero está bien.

Mientras WonWoo seguía pasando las páginas, una pregunta se incrustó en la cabeza de JeongHan. Sabía que el azabache no tenía muchas fotos suyas de pequeño, pues el 90% de ellas las ha dejado en su antigua casa y no tenía la suficiente confianza como para acercarse de nuevo a su familia, ni siquiera a su hermano; sólo tenía un par con BoHyuk y otras que gracias a la memoria y disco duro de su antigua cámara ha logrado rescatar, pero no eran exáctamente algo de lo que WonWoo se enorgullezca.

—Me hubiese gustado conocerte en la secundaria, sería chistoso —dijo de repente, sobresaltando al menor.

—Era muy diferente a lo que soy ahora, dudo que te guste o parezca gracioso —asegura—. Es más, te apuesto a que nos llevaríamos mal en ese caso.

—Nah —negó—. Era difícil que me lleve mal con alguien. Además, tienes toda la pinta de ser de esos nerds malhumorados y que se la pasan en la biblioteca alejados de la bulla.

—Malhumorado sí —afirma, alzando su índice—; y alejado de los demás en la biblioteca porque me caían mal también, pero no era un nerd.

—¿Ah, no? —pregunta con sorpresa—. Estaba segurísimo de que lo serías. No sé, te imagino con tus lentecitos y libros de teología, historia o ciencias, y ponía mi mano en el fuego a que tú eras quién ayudaba a los profesores en lo que respecta a cableríos e informática.

WonWoo soltó una carcajada en respuesta. ¿De verdad JeongHan lo veía así?

—Prefiero que mantengas esa imágen de mi yo adolescente, no quiero decepcionarte.

—¿Qué…? ¡Pero no seas así! Si quieres mantener tu dignidad intacta no me cuentes, al menos dame una pista. Por más que me encante ese Wonu Nerd quisiera saber la verdad.

El azabache niega, aún riendo.

—¿Me crees si te digo que estaba en el grupo de los rebeldes?

JeongHan frunce el entrecejo.

—No, en realidad no —dice, perplejo—. ¿Eras el bravucón, el que se escapaba o el que le hacía la contra a los docentes y directivos?

—El que se escapa, y un poco de la última —revela—. No me enorgullece la verdad, pero mucha opción no había en esos momentos.

—¿Y qué es lo que hacías? —inquiere, interesado y curioso—. Además de escaparte, responder y hacer mala cara.

WonWoo se detiene a pensar. Durante su época de estudiante hizo todo lo ilegal y poco ético que un adolescente de diecisiete años podía hacer.

—Bueno, recuerdo que me escapaba más que nada para fumar y beber entre las clases. Uno de mis amigos… Espera. ¿Conoces a SoonYoung, cierto? —JeongHan asintió—; bueno, estaba en mi grupo de ese entonces. Él solía llevar en su botella ginebra o mezclas asquerosas de alcohol y jugos, y ya que nos sentábamos al fondo bebíamos un trago a escondidas y “seguíamos” con los deberes, aunque ya sabes que no hacíamos nada de eso.

—Menudo delicuente tengo bajo mi techo —ironiza el castaño, riendo—. De Soon me lo esperaba, de tí no.

—¿No? —ríe también—. Nos hubieras visto en esa época. Lo acompañaba a las prácticas de su banda y de vez en cuando a unas picadas que se organizaban en las afueras.

—Eras la novia del guitarrista y corredor, en pocas palabras —resume, maravillado de lo que escucha—. Viviste mi fantasía de adolescente.

—¿Querías un novio que tuviera una banda y corriera? ¿No eras un chico sano, JeongHan?

—Pues sí, lo era. Salía a fiestas de vez en cuando pero me la pasaba en casa castigado y viendo películas de cable. Mi aburrida vida necesitaba un poco de emoción —dice con simpleza, y WonWoo enternecido acaricia su cabeza—. Conocerte con esas pintas me habría enamorado.

—Yo no era interesante, Soonie le quitaba lo aburrido. De no ser por él me la pasaría deprimido en casa jugando juegos de internet y en foros, o viendo películas alcoholizado y probablemente drogado —sincera.

—Aún si no eras interesante, ver películas contigo o escucharte maldecir mientras juega sería entretenido…

JeongHan entonces hace silencio, cambiando su expresión y volviendo sobre sus palabras, recapacitando. Si conociera al WonWoo adolescente sería un desastre, un verdadero desastre con patas. Pero…

Diablos, le encantaría escuchar salir de su boca maldiciones e insultos.

FoolsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora