Esa noche, tocan a la puerta y me levanto de la cama en mi camisón largo blanco. Abro un poco la puerta y veo a Zadkiel detrás. Alzo una de mis cejas porque es tarde y él no debería estar tocando mi puerta a no ser que sea un asunto de suma urgencia.
—¿Qué ocurre? —Le pregunto.
—Traigo esto para ti —me enseña una capa negra y la miro de arriba abajo.
—Gracias, muy bonita.
—Ponte los zapatos, tengo planes para nosotros esta noche, Sophie.
La adrenalina empieza a correr por mis venas y aún no he salido de la habitación. La emoción se refleja en mi rostro y abro la puerta para arrancarle la capa de las manos y volver a entrar en la habitación. Voy al armario y no tardo en ponerme la ropa de entrenamiento para ir más cómoda y, cuando me veo en el espejo con la capa, una chica emocionada y con una enorme sonrisa en el rostro me devuelve la mirada.
Nunca he estado tan emocionada.
Abro la puerta y él, con su capa puesta también, me mira de arriba abajo con aprobación.
—Luces bien.
—Es la felicidad, que me sienta de maravilla —le confieso.
Él sonríe y se acerca para ponerme la capa correctamente. Me abrocha la capa como es debido y pone sus manos en mis hombros con la sonrisa aún adornando su rostro.
—¿Estás lista?
—Siempre.
Zadkiel me pone la capucha y me agarra la mano para empezar nuestra primera misión: Salir del castillo sin que se den cuenta.
Él tira de mi mano mientras nos dirigimos dónde se encuentra el servicio. Vamos pegados a la pared, pero sin pararnos en ningún momento mientras mi corazón trona con fuerza. No había pensado en el riesgo de todo esto hasta ahora que nos hemos chocado con uno de los guardias al doblar la esquina. Siento un sudor frío recorrer mi nuca y agacho la cabeza cuando él tira de mi mano para ponerme detrás de él.
—¿Otra vez secuestrando a chicas del servicio, Zadkiel? —Escucho su voz burlona e intento controlar mi respiración.
—Siempre es buen momento para pasar un rato agradable.
—¡Qué granuja! —Exclama y siento como sacude el cuerpo de Zadkiel— ¿Quién es la afortunada?
Me agarro a la capa de Zadkiel y me escondo más aún si es posible. Nos van a pillar y nos vamos a meter en un problema. Yo obtendré un gran castigo y a él probablemente lo echen de aquí; ni siquiera puedo imaginar dónde acabará.
—Es bastante tímida, Bastian, no me asustes a mi cita esta noche —bromea—. No volverá a quedar conmigo.
Ambos chicos se quedan callados y yo sigo mirando la capa de Zadkiel sin atreverme a levantar la vista siquiera. Me reconoce y estamos perdidos.
—Disfruta, muchacho y ten cuidado.
Dejo escapar un poco el aire que he estado aguantando y Zadkiel aprieta una de mis manos para que lo siga. Me dedico a mirar mis pies, intentando caminar con normalidad y no echar a correr, pero alguien tira de mi brazo y yo tiro de la mano de mi guardia.
El corazón se me pone en la garganta al pensar que nos ha pillado. Al pensar que su mano a volar a mi capucha y se va a armar una buena, pero no. Él no pone una mano en mi capucha y yo no levanto mi rostro. Su mano viaja a la mía y se agacha un poco para dejar un beso en mis nudillos. Trago saliva duramente, con el corazón aún bombeando con fuerza contra mi pecho mientras veo como sus labios siguen en mis nudillos. Uno, dos, tres, cuatro, cinco segundos hasta que él se separa y Zadkiel vuelve a tirar de mí.
ESTÁS LEYENDO
PRINNECIA
General FictionCada cien años, se enamora un ángel de un demonio. Uno sacrifica su paz y el otro renuncia a su odio.