Capítulo 17

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Me despierto sobresaltada y me incorporo en el saco de dormir. Darren está sentado al otro lado del fuego y me mira con una de sus cejas alzadas. Estoy agotada por el largo camino que hemos recorrido hoy, pero las pesadillas me visitan cada noche. Llevamos varios días cabalgando y estoy completamente destrozada. Por una vez en mi corta vida, estoy deseando volver a holgazanear y tumbarme en el jardín con un buen libro.

Paso las manos por mi rostro y alargó el brazo para coger la cantimplora de la mochila y beber un poco de agua.

— ¿Pesadillas?

— Si —carraspeo.

— Deberías tomarte las hierbas que te dio Heath.

— No me siento segura aquí para tomarlas, estamos en medio del bosque.

— ¿Tienes miedo?

Me quedo mirándolo porque sí, tengo miedo. ¿Quién no lo tendría? Sé que puedo fiarme de él, pero también necesita dormir y temo que no se entere si alguien decide aparecer de repente.

— Yo puedo hacer esta guardia —le digo.

— Me conviene más que hagas la siguiente, siempre te duermes en el caballo.

— Eso de hablar no es lo tuyo, es normal que me duerma.

Había hablado por los codos el primer día de camino, hasta que me di cuenta que él no es un gran conversador y decidí callarme. Me callé, me aburrí y me dormí.

— Casi te caes del caballo.

— Pero tú estabas ahí, oh, mi héroe —ruedo los ojos y vuelvo a tumbarme— Si me siguieras alguna conversación a lo mejor yo no me dormiría.

Pongo las manos detrás de mi cabeza y miro hacia la copa de los árboles. Bostezo y cierro los ojos, intentando volver a dormir, sin embargo, las imágenes de mis pesadillas vuelven y los abro.

— ¿Qué hacías antes de ser guerrero? —Le pregunto.

— Nací con una espada en mi mano.

Ruedo los ojos y me pongo de lado para mirarlo. Mi cabeza apoyada en mi mano. Lo veo a través de las llamas y sonrió ante su seriedad.

— ¿No me vas a preguntar de vuelta?

— No me interesa lo que hacías antes de ser lo que quiera que seas ahora.

— Una fugitiva.

— Una espía, más bien.

— No puedo ser una espía si no puedo comunicarme con Prinnecia.

— ¿Y esperas que me lo crea? —Alza su espesa ceja negra y sonrío.

Claro que no espero que se crea nada de lo que digo. La única cosa cierta que le he dicho en todo este tiempo es que me llamo Sophie, y no sé hasta qué punto eso ha sido bueno.

— No, no espero que te lo creas.

— Si vuelves a Prinnecia, no podré acompañarte. Mi camino contigo se acaba cuando te lleve de vuelta con los elfos.

— Lo sé.

— No te veo preocupada.

— No lo estoy, puedo volver a Prinnecia por mi cuenta con un mapa, un caballo y provisiones que tú me ayudarás a conseguir.

Se ríe.

— No hemos acordado nada de eso.

— Pero me ayudarás para deshacerte de mí.

— ¿Por qué crees que te ayudaría si el hechicero te dice cómo terminar la maldición? ¿Crees que quiero que se acabe?

Alzo mis dos cejas mientras lo miro seria. Claro, ¿Por qué iba a querer él que se acabara?

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