La princesa que jamás se convertirá en reina.He dormido tan bien gracias a la droga de Heath que ahora estoy totalmente despierta y segura de que Darren quiere tirarme del caballo.
—¿Qué hay de los Drows? —Pregunto— Se supone que estaban buscándome.
—Tenemos suerte si no nos encontramos con ninguno —dice Darren.
—¿Por qué fueron desterrados?
—Siguieron a Tydros a la oscuridad. Simplemente no estaban de acuerdo como Ara gobernaba.
—¿Ara?
—Ara, la diosa de los elfos y las hadas. No todo el mundo está de acuerdo con sus gobernantes. Tydros fue desterrado y algunos elfos lo siguieron. Les fascina ser malos y crueles.
—No todos son así —añade Heath.
—La mayoría —me susurra—. A Heath no le gusta generalizar.
Un escalofrío recorre toda mi columna cuando siento sus labios casi en mi oído.
—Te he escuchado.
—Lo sé, preciosa Heath. Lo más característico de los Drows es que son... Bastante pequeños.
—¿Bastante pequeños? —Frunzo el ceño y miro hacia arriba.
—Sí —me mira— Mas o menos como tú.
—Yo no soy pequeña —digo confusa.
—Comparada conmigo, sí.
Tengo una estatura media, no soy baja, aunque imaginando que Darren puede medir casi los dos metros, sí, soy bastante pequeña a su lado, al igual que los Drows y la mayoría.
—Algo les ha tenido que pasar para ser... Así.
—Hay gente traicionera y sádica sin motivo, Sophie. Además, piensan que todas las razas deben ser destruidas y esclavizadas.
—Sería una catástrofe si algún día consiguen gobernar. Alguien debería pararle los pies, pero al rey de las Sombras le viene bastante bien para que les haga el trabajo sucio.
—¿El Rey de las sombras gobierna sobre Rilikya?
—Sí.
—¿Y hay gobernantes en cada región?
—Exactamente.
—¿Quién gobierna aquí? —Quiero saber.
—El aquelarre de las brujas de Rowand —Heath aminora el paso y se pone casi a nuestra altura— Todas las Regiones tienen normas, excepto el del Eco —chasquea su lengua—. No creo que las almas perdidas estén pendientes de grandes cosas.
¿Almas perdidas? No hay apenas nada en los libros sobre Rilikya. Nadie quiere que sepamos más sobre ellos, solo lo suficiente para odiarlos. A pesar de que han intentado matarme, no creo que este sea un lugar tan... Hostil.
—¿Y por qué se llama el bosque torcido?
—Preguntas mucho —murmura Heath aligerando la marcha.
—¿Eso es malo? —Miro a Darren.
—No es malo, solo un poco molesto.
Heath para y nos hace una seña con su mano.
Darren también para y lo miro de nuevo para preguntarle el por qué hemos parado. Él pone un dedo en mis labios para que me calle y dejo de respirar porque pasa algo.
—Ya se han enterado —Heath gira la cabeza para mirarnos— Saben que has matado a una de las suyas.
—Estoy cansado de que el diablo les susurre cosas a las malditas brujas —se pone en marcha—. Uno no puede hacer nada —sisea.
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PRINNECIA
General FictionCada cien años, se enamora un ángel de un demonio. Uno sacrifica su paz y el otro renuncia a su odio.